Lo que sigue es un extracto de una larga charla que tuvo lugar en la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, en el barrio porteño de Monserrat.
-¿Querés creer que yo festejé el golpe del 55? Yo era gorila y salí a festejar. Tenía en mis brazos a mi hija Laura, que tenía meses. Esta confesión es para decir: «Señores, en el 55 bombardearon la Plaza de Mayo, fusilaron y no hubo respuesta social. Si yo y todas las madres de los muertos hubiésemos salido a repudiar ese golpe, no hubiera habido un 24 de marzo del 76, y Laura estaría viva. Atención a los que hoy todavía quieren que la historia se repita.
-¿Hay gente que quiere eso hoy?
-Sí, señor. Quieren que no exista lo que está pasando: que se quiera distribuir la riqueza, que existan menos pobres, que se abran fuentes de trabajo, que podamos pagar la deuda externa. Son golpes civiles como intentan hacer en varios países de América latina.
-¿Quién quiere el golpe civil?
-De alguna manera, los gremios. Vos acordate de que a Allende lo tiraron en Chile los camioneros con el terrible paro que le hicieron. También la oligarquía, los medios hegemónicos que bajan la moral. Lo de Boudou creo que va en esa dirección, debilitar al Gobierno. ¿O no le dicen a laPresidenta que se tiene que ir? Ellos quisieran que se vaya hoy. Que se muera hoy. Que desaparezca hoy.
-Le tiene mucho cariño a Cristina…
-Es como mi hija. No es mi hija, pero yo me la imagino como si ella y Laura hubieran caminado juntas en las marchas por las diagonales, aunque Laura es del 55 y ella es un poquito más grande. Pero eran militantes. Siento que Cristina está cumpliendo con los sueños que ellos tenían.
-¿Usted ve a su hija Laura, que militó en la Juventud Universitaria Peronista y en Montoneros, como una par de Cristina?
-Claro, porque tenía convicción: en ese momento, tomando un cafecito en la calle 8 le digo -tendría 20 años ella, porque la mataron a los 23-: «Laurita, te tenés que ir; tu papá tiene todo para sacarte del país». Me responde: «No, no me voy a ir, porque yo tengo un proyecto acá». Le digo: «¡Pero te van a matar!». Y me dice: «Mirá, mamá, miles de nosotros vamos a morir, pero nuestra muerte no va a ser en vano».
-Vamos a volver a Laura. Usted también dijo que Cristina la ve como una suerte de mamá.
-Mirá, no hay una amistad, hay solamente un cariño entrañable y un respeto por esa mujer que está dejando la vida. Él ya la dejó, ahora ella. Pero nos vemos en la Casa de Gobierno, donde nos saludamos. ¿Y qué me dice ella? «Me hacés acordar a mi mamá.» Y yo le digo: «Y vos a Laura».
-¿Y si alguien le dijera: «Estela, mientras su hija militaba, Cristina estaba en el Sur»?
-El exilio, dentro o fuera del país, fue un «sálvese quien pueda». Ella no se fue del país, se fue al Sur, y ahí siguió militando. Si vos ves las imágenes que hay de la época, la ves a ella junto a Néstor, los dos jovencitos guerreando en el Sur.
-¿Y lo de la 1050?
-Y, bueno, se dicen muchas cosas, se miente, se difama. La plata la hicieron trabajando. Él era un tipo que no gastaba un peso de más, la propia hermana lo cuenta. Trabajaban los dos a sol y a sombra. Después fue intendente, gobernador, habrá ganado y es buena idea la de comprar casas. La gente que se enriquece sanamente no es mala gente.
-¿Podría ocurrir que este lazo afectivo que creó con Cristina a veces le dificulte la crítica?
-¿Entonces, hay una enorme cantidad que está como yo, imaginando? No, querido, ¡esto es una realidad! La gente que llena la plaza no es Estela, es el pueblo. No soy yo que estoy equivocada llenando un vacío.
-Usted recuperó el cuerpo de su hija y dijo que así cerró el duelo. Cuando no hay sepultura ni lugar de localización, ocurre lo que se llama «duelo congelado».
-Sí, cuando no hay un cierre. En el 85, un equipo de antropólogos forenses exhuman el cuerpo de Laura, y ahí la pude ver. Vi sus restos, las marcas en su pelvis que mostraban que había sido madre, su pelo, sus zapatos. Ahí cerré el duelo. Al verla.
-Usted declaró como testigo del secuestro de su hija la semana pasada en el Tribunal Federal 1, en La Plata. Si los represores dijeran: «Estamos viejos. Pronto lo que sabemos se va a perder. Cambiemos rebaja de penas por información».
-Nosotros jamás lo haríamos. Nadie quiere encontrar el nieto así. ¿Cómo vas a negociar con el asesino? Acá lo de Sudáfrica no sirve. Nada de venir y decirme: «Me arrepiento y te digo donde está».Yo estuve en Sudáfrica y la gente está muy disconforme. Si negociamos, esa vergüenza la van a heredar los chicos que están naciendo hoy, y representaría el peligro de una nueva dictadura mañana.
-Dicen que en Marcos Paz la opinión entre los detenidos está dividida entre hablar o no.
-Yo creo que hay gente que quiere hablar. Pero a algunos que lo iban a hacer, los balearon o mataron. Entonces, tendrán miedo también.
-¿Cómo se lleva con la idea de la estatización de la Universidad de las Madres?
-Ése es un tema… Un tema que está oscuro, no se sabe qué pasó, qué responsabilidades hay. Yo ya lo dije y lo sostengo: yo soy presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Tengo la obligación de saber todo lo que pasa acá. Y lo que firmo, lo firmo a conciencia. Yo no puedo decir el día de mañana que Juanita Pérez me robó y yo no lo sabía. Entonces, esas responsabilidades todavía no están claras y yo creo que poner más plata cuando no se sabe dónde fue la anterior, me parece que.
-¿Qué le pasó a Hebe con eso?
-Es muy extraño, no tiene explicación, nos duele y nos mancha a todos. La que tiene que explicar es ella ante la sociedad, la Justicia. Yo la puedo respetar porque es una madre, su dolor lo entiendo, pero no su comportamiento, no coincidimos en nada.
-¿Esto dañó a los organismos de derechos humanos?
-¡Por supuesto, si nos confunden! Nos ponen en la misma bolsa. En algún lugar nos gritaron «ladronas». No tenemos nada que ver. Se necesita saber con claridad qué pasó. Y asumir responsabilidades.
-¿Y el Gobierno tiene que asumir alguna responsabilidad por no haber controlado?
-Seguramente. Nosotros acá recibimos dinero del Gobierno. Dentro del presupuesto económico hay un rubro para Abuelas, Madres, Familiares… Tenemos cinco personas trabajando día y noche para rendir hasta el último centavo.
-¿Y por qué el oficialismo quiere sacar sí o sí la estatización?
-No sé, hay que preguntarles a ellos. No estamos en eso, yo no entiendo.
-Tema Milani. ¿Por qué Cristina lo sostiene?
-No sé, pienso que ella dirá lo mismo que yo: «Si a mí me traen pruebas y la Justicia lo juzga y lo condena, este hombre no dura un minuto».
-¿Teme que un próximo gobierno no les de tanta importancia a los derechos humanos?
-Y, sí, claro. Si algunos están pronosticando dejar en libertad a todos los asesinos si ganan. Massa lo dijo. Que no se preocuparan, que si él gana.
-¿Qué piensa de lo de Boudou?
-Yo le creo. Creo que él no es el dueño de todo eso, no intervino. Lo acusan de enriquecerse, pero él siempre vivió bien. Es un tipo que ha hecho dinero porque tenía, porque trabajó, fue funcionario y los funcionarios están bien pagos. Los medios hablan de esto para debilitar al Gobierno. Pero la verdad triunfa.
-La última. Si usted pudiera volver a aquel café que tomó con su hija Laura, pero sabiendo todo lo que pasó después, ¿qué le diría?
-Lo mismo. Pero en vez de irme con el corazón orgulloso de una hija que pensaba con tanta profundidad, la secuestro y la saco del país. Y la salvo. Me importa mucho más la vida de ella. Cuando me dicen a qué momento de tu vida quisieras volver, yo digo: a la mesa donde éramos seis.
-Dejamos acá