La ex secretaria de Medio Ambiente y ex interventora de Entel había pasado dos años presa y desde 2016 cumplía detención domiciliaria, condenada por corrupción. Falleció víctima de un cáncer de páncreas.
María Julia Alsogaray colgó el tapado de pieles. La ex secretaria de Medio Ambiente de Carlos Saúl Menem, acusada de múltiples delitos de corrupción, murió ayer. Ya no tenía su Petit Hotel, que fue vendido. A los 74 años, estaba en libertad, pese a haber pasado un período tras las rejas. La hija del fundador de la Ucedé, Alvaro Alsogaray, estuvo internada en el Sanatorio Los Arcos por un cáncer de páncreas y terminó sus días en su casa. Ya había atravesado siete juicios por su paso por el gobierno menemista. No llegó a ver el octavo.
Hubiera cumplido 75 años en octubre, pero una hemorragia digestiva agravó un cuadro de por sí ya complicado. María Julia Alsogaray –o, como llegaron a llamarla, “Marie Julie”– era hija del ex ministro de Industria y de Economía que llegó a ser máximo defensor del liberalismo ortodoxo en el país durante buena parte del siglo XX, conocido entre otras cosas por su frase “hay que pasar el invierno”. El padre había fallecido en 2005.
Ella había nacido el 8 de octubre de 1942. Fue criada en una de las familias patricias y militares de Buenos Aires: su tatarabuelo peleó junto al almirante Guillermo Brown, su bisabuelo participó del golpe de Estado a Hipólito Yrigoyen. Su padre, antes de estudiar ingeniería en Córdoba, había sido militar. Ella estaba acostumbrada, por lo tanto, a moverse en un auto con chofer, aún mientras estudiaba para ser ingeniera industrial (la carrera de su padre) en la Universidad Católica Argentina.
Padre e hija habían tenido su primer paso por las elecciones en 1973, cuando sacaron el 2 por ciento de los votos con su partido Nueva Fuerza. En 1985 llegó a ser diputada nacional. Como parte de la incorporación de la UCeDé al gobierno de Menem, María Julia Alsogaray fue su ministra de Medio Ambiente durante ocho años. Todavía se recuerda cómo prometió “limpiar el Riachuelo en mil días” y, luego de ese plazo, aseguró que pensaba tirarse a nadar en el río. Fue también interventora de Entel y de Somisa, a las cuales llevó a la privatización. Tuvo su momento de gloria en plena época de las privatizaciones, mientras Adelina D’Alessio de Viola lanzaba su “socialismo, las pelotas”, y llegó a posar semidesnuda con un tapado de pieles en la portada de la revista Noticias, mientras las cifras de desocupación se disparaban. Frivolidad menemista en estado puro.
Luego, tuvo un extenso periplo judicial. Hace poco, el Tribunal Oral Federal 6 había suspendido –por razones médicas– el juicio que llevaba contra la ex funcionaria cuando fue interventora de la telefónica estatal Entel, a raíz del presunto pago ilegítimo de una deuda a la empresa Meller S.A durante la liquidación de la firma.
María Julia Alsogaray llegó a estar presa dos años en un destacamento policial de Palermo (en donde no dejó de ponerse sus cremas de 200 dólares el pote) y se encontraba en libertad condicional desde fines de 2016 cuando cumplió dos tercios de la condena unificada por las causas en las que fue hallada culpable. Enfrentó durante sus últimos años siete procesos judiciales por distintos delitos de corrupción. Tuvo cuatro condenas. En otras causas fue sobreseída por prescripción.
En uno de los juicios admitió que todos los ministros de Menem cobraban sobresueldos. Entre los fallos que más le dolieron estuvo el que la obligó a devolver 3 millones de pesos. Otro tribunal ordenó decomisarle 341 mil pesos de intereses de una multa por enriquecimiento ilícito, que debía desde 2004. El petit hotel de Recoleta donde vivía fue subastado años más tarde. Ayer entre los pocos que la recordaron estuvo la macrista Laura Alonso, quien rememoró que fue “un ícono de la corrupción”. Le faltó agregar: de la corrupción de un gobierno liberal que el actual Presidente defendió sin dudar.