En una movilización masiva, la ciudad capital se plantó frente al discurso discriminatorio del presidente Javier Milei, contra sus políticas de ajuste y su atentado constante hacia las vidas de las personas racializadas, LGBT y las mujeres. En una marcha de más de siete cuadras, flamearon banderas del orgullo, pañuelos verdes y mensajes contra el fascismo
El presidente Javier Milei habla solo, detrás de un atril. Balbucea cifras incomprobables. El experto en economía asiste a un foro económico —el de Davos— pero no habla de política económica. Insulta a la comunidad LGBT y discute con la teoría de la esfericidad de la Tierra. La respuesta no se hace esperar: es masiva, histórica, visceral. Reúne tanto a niñeces trans como a mujeres trans que llevan años de tacos y de lucha. En todo el país la tarde del sábado tiene los colores del arcoíris. En Santa Fe, al calor de febrero se suma el fuego de una marcha que dice basta.
En una ronda multitudinaria, frente a El Molino —espacio cultural de la ciudad de Santa Fe— culmina la Marcha del Orgullo Antifascista y Antirracista. Más de siete cuadras de movilización y una asamblea multitudinaria; los abanicos de colores van de mano en mano. El céntrico bulevar Gálvez se puebla de banderas, de carteles y de expresiones políticas de todo tipo: partidos, agrupaciones estudiantiles, organismos de derechos humanos, la Asamblea Ni Una Menos, la Marcha del Orgullo y las personas trans sobrevivientes de la persecución por los códigos de falta en democracia (derogados en 2010 en Santa Fe).
A ver quién se anima, ahora, a decir que toda esa gente movilizada no tiene derecho a tener derechos.
La marcha en Santa Fe fue histórica por su masividad, pero también por su claro mensaje político: “Venimos a convocar al orgullo antifacho”, dice Leandro Wolkovicz, uno de los organizadores, en el micrófono abierto que cerró la jornada. Los posicionamientos contra el gobierno de Javier Milei, contra sus mensajes pero también contra sus políticas, se replican a lo largo de la marcha y en la asamblea final, donde cualquiera que lo desee puede tomar la palabra. Se denuncia, una vez más, cómo el ajuste y la réplica de discursos de odio afectan específicamente a quienes —todavía hoy— pelean por el pleno reconocimiento de sus derechos humanos.
“Siempre estuvimos en una desigualdad histórica, propia de un sistema heterocispatriarcal. En algunos momentos fuimos más escuchades debido a la lucha colectiva, pero siempre estuvimos en una batalla continua. Milei encontró un nicho en este colectivo, en un contexto mundial que nos está atacando. El discurso de Davos le sirvió para no hablar de cosas de las que sí tiene que hablar, como de la economía. Él hizo su campaña presidencial como economista pero ahora no se está abocando a ese tema, sino a una batalla moral”, dice Josefina Zweifel, militante lésbica y también organizadora de la marcha.
Facundo Santos, también integrante de la Mesa del Orgullo, añade: “La potencia que tiene la trayectoria histórica del movimiento feminista, junto con la potencia arrasadora y rebelde del movimiento LGBT y la histórica lucha de los movimientos racializados y antirracistas, comprendiéndose como parte de ese todo al que atacan hace que nuestra fuerza crezca. Somos sujetos que estamos hartos de la represión y de la violencia que sufrimos por nuestras identidades. Queremos ser parte y protagonistas de aquello que venga como alternativa a esta realidad”.
En la asamblea se cuestionó la falta de políticas públicas específicas para las mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis, trans, intersexuales y no binaries. Se denunció el reciente despido del 40% del personal del Ministerio de Salud de la Nación abocado a dar respuestas a las personas que viven con VIH, hepatitis, infecciones de transmisión sexual y tuberculosis. Se reclamó por la implementación de la educación sexual integral. Se denunciaron los femicidios, lesbicidios y transfemicidios que ocurren, pese a la política negacionista del gobierno nacional, que disolvió el Inadi y el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación.
Zweifel agrega: “Si bien (el ministerio) no era la panacea de las políticas públicas, tenía ciertos lineamientos que promovían la igualdad y la diversidad. Otras personas con decisión política también se escudaron en el discurso presidencial para tomar decisiones similares. Sin ir más lejos, los gobernadores cuyas provincias también tenían ministerios de las mujeres y diversidades los eliminaron o los redujeron a secretarías, como ocurrió en Santa Fe”.
En la asamblea se escuchan cantos, aplausos. Hay comunidad, hay escucha. Y un mensaje que interpela a las conducciones sindicales: “Qué organizados que se les ve, que las maricas conduzcan la CGT”.
Noly Trujillo está sentada cerca del micrófono. Es una militante histórica por los derechos de las personas trans, un colectivo cuya esperanza de vida ronda entre los 35 y los 40 años. “Soy de las pocas viejitas que quedan y no puedo dejar de apoyar y de luchar contra los dichos del presidente. Le vamos a dar pelea y no vamos a permitir retroceder nunca más. Es mucho odio contra todo y hay que frenarlo”.
Fabiana González también es una histórica del colectivo trans de la ciudad de Santa Fe. Fue parte de la lucha por el reconocimiento de las violaciones a los derechos humanos que las mujeres trans sufrieron en democracia, debido a los códigos de faltas: “Conocemos de sobra lo que puede hacer la derecha porque lo experimentamos en la década del 90, cuando no había marchas del orgullo, éramos encarceladas y lo vivíamos en soledad. Hoy le va a ser muy difícil a este gobierno de fachos y racistas poder cambiar las leyes que conquistamos porque tenemos a nuestras familias, a nuestros amigos y no estamos solas”.
“Hoy la voz la tomamos nosotros, la palabra la tenemos nosotros y eso es lo más importante de esta movilización”, dice Santos. Eric Oviedo, de Varones Trans, asegura: “Ahora el desafío que tiene la comunidad LGBT es dejar de lado las diferencias, plantarnos más que nunca, unirnos y decir: estamos acá, resistimos y existimos».
Violencias, precarización y la decisión política de dejar morir
Lanna Rivera, actriz y militante trans de la ciudad de Santa Fe, se para frente al micrófono. Deja toda su voz en una denuncia: “Hace sólo dos días, Mario Lugones despidió al 40% de la Dirección de Respuesta al VIH, la Hepatitis, las Infecciones de Transmisión Sexual y la Tuberculosis. La salud pública está siendo desmantelada. Las personas con VIH, las que vivimos con VIH, con tuberculosis, con hepatitis, estamos muriendo. Nos están dejando sin medicación, sin preservativos, sin tiras reactivas. ¿Cómo vamos a saber cómo está nuestra salud?”.
La decisión de Lugones incumple la ley 27.675, que establece que la tuberculosis (TBC) es de interés público nacional, junto con el VIH, las hepatitis virales y otras infecciones de transmisión sexual (ITS). Esa normativa, conseguida a instancias de la movilización social, fue sancionada en 2022 y votada en contra por Milei y Victoria Villarruel cuando eran diputados.
En la denuncia está también la resistencia. Ante las políticas de muerte, emerge el deseo de vivir dignamente: “Muchos no lo quieren decir y está muy bien. Pero hay algunas que ponemos la cara y decimos a viva voz: vivo con VIH. ¿Por qué? Porque quiero vivir”, afirma Lanna.
En relación con las políticas públicas para varones gays, Santos apunta que “la falta de ellas hace que se vuelva a tiempos donde había más infecciones de transmisión sexual, por la falta sobre todo de concientización y de facilitar el acceso a las herramientas que hoy existen en el Estado”.
Describe el militante: “Si no se labura en acercar esas políticas públicas, si incluso se recorta y se atenta contra nuestras identidades, eso repercute no sólo en la violencia que recibimos, sino también en retroceder en la conciencia que se había logrado generar en cuanto al acceso a la salud pública”.
En el acto resonó el nombre de Alejandra Ironici, víctima de transfemicidio en 2022. No hay palabras que puedan resumir todo lo que Ale significó para el movimiento transfeminista y LGTBIQ+, para las militantes feministas (travas y cisgénero) de Santa Fe. Pero su memoria vive cada vez que las banderas del orgullo y de la identidad trans flamean en un encuentro.
También se recordó a Andrea Amarante, Pamela Cobbas y Roxana Figueroa, víctimas del triple lesbicidio ocurrido en junio pasado en la ciudad de Buenos Aires. Asevera Zweifel: “Eso fue un golpe durísimo. Las lesbianas no somos lo que se espera de una mujer, lo enfrentamos en la sociedad todos los días y en este contexto de discursos tan machistas, tan misóginos y deshumanizantes todo recrudece mucho más. A partir de ese hecho, empezamos a hablar más de la soledad que atravesamos, de la pobreza que atravesamos. Pero nuestra respuesta será la lucha, la calle y la visibilidad siempre”.
El jueves pasado, en Cañuelas, un hombre incendió la casa de una pareja de lesbianas. “La sociedad está empezando a ver las acciones que generan los discursos de odio. Y el silencio que reina cada vez que Milei habla, entre quienes están rosqueando una lista o están en un sindicato, es muy preocupante. No nos da igual que se pronuncien o no, porque se nos va la vida en esto”, completa la militante.
Hace 15 años el derecho al matrimonio igualitario se convirtió en ley en una fría madrugada de julio. En 2010 se derogaron en Santa Fe los códigos de faltas que condenaban el travestismo y la prostitución. En 2012 se sancionó una ley de Identidad de Género que es pionera a nivel mundial, por no requerir —por ejemplo— intervenciones de cambio de sexo para el reconocimiento del derecho a la identidad. A fines de ese año, se incorporó la figura del femicidio como un agravante en el Código Penal. En 2020, la marea verde conquistó el reconocimiento por ley del derecho al aborto. Un año después, se votó positivamente la ley de Cupo Laboral Trans.
Nada de eso fue magia: fue el resultado de la movilización popular. Contra todas esas leyes, que implicaron debates democráticos dentro y fuera del Congreso, quiere avanzar el gobierno.
Al respecto, valora Wolkovicz: “La sociedad argentina ya dio un salto adelante. Todas esas leyes demuestran que el país está a la cabeza de los derechos de las personas LGBTI y esta movilización lo demuestra. Estamos cansados de defender nuestra humanidad, estamos cansados de defender nuestra dignidad. Queremos hablar de todos los temas: de un gobierno que nos empobrece y nos quita la salud, la educación, de las empresas nacionales que están cerrando”.
Y concluye: “Queremos estar ocupando los lugares de decisión, de representación, para que cuando se les ocurra decir estas cosas nos las tengan que decir en la cara”.
Educación sexual integral para vivir
Vanesa Escobar integra el Frente de Docentes por la ESI. En la asamblea, reclamó la implementación de educación sexual integral —también reconocida por ley en nuestro país— y apuntó que es la herramienta necesaria para contrarrestar la desinformación que genera el gobierno en materia de género y diversidad sexual.
“La ESI sabe dar respuesta a estos flagelos. Pero debemos volver a defenderla, bregando por su transversalización en las escuelas, en los clubes, en las organizaciones, en las vecinales, en los partidos políticos y en todos los espacios donde se requiera. Debemos dejar de pensar que los únicos implicados en la efectivización de la ESI son les docentes y les educandos. Las familias, todos nosotros como comunidad, somos parte de la ESI y para eso debemos exigirla a las instituciones en las que nuestres hijes habitan”, propuso.
Para ella, es necesario confrontar los discursos de odio con información clarificadora y también: “No tener miedo a dar debates profundos respecto a la defensa irrestricta de nuestros derechos”.
“El Congreso está paralizado”
En la marcha también estuvo presente la diputada provincial Lucila De Ponti (Movimiento Evita). En diálogo con El Ciudadano, afirmó: “Hay que ponerle un límite a la intolerancia y al odio que se legitima y se performa desde el discurso presidencial. No es la primera vez, pero sí creo que una gran mayoría sentimos que esta vez se pasó un límite, porque se intentó asociar delitos como el abuso infantil con cuestiones que nada tienen que ver con eso, y que hacen a la identidad de las personas”.
También consideró: “Hemos construido una sociedad con valores democráticos, que tienen que ver con la diversidad y con el respeto y no queremos retroceder en eso. Que alguien sea el presidente no le da el derecho ni la libertad de promover el odio y violencia”. La próxima semana comenzarán las sesiones extraordinarias en la Legislatura santafesina y la legisladora vaticinó que “este será un tema de discusión”.
Consultada sobre el posicionamiento del Congreso respecto de estos temas, la diputada nacional mandato cumplido aseveró: “El Congreso está bastante paralizado en este tema y en otros, porque hay un fuerte componente de especulación política en una parte de la oposición, que piensa que por la legitimidad de los votos que tuvo el presidente no se lo puede contradecir o no se puede discutir ninguna de sus ideas. Eso daña mucho la convivencia democrática, porque se puede o no estar de acuerdo con las políticas económicas, pero cuando estamos hablando de la vida, la libertad y la igualdad de las personas todos los que nos asumimos como parte de la democracia tenemos que poner un límite. La oposición tiene que empezar a hacerse cargo de eso y eso se tiene que expresar en iniciativas concretas en el Poder Legislativo”.
De cara a las elecciones de medio término de este año, valoró: “Son una buena oportunidad para la sociedad, para marcar cuáles quiere que sean los valores y sobre todo cuál quiere que sea la ética de sus representantes, de quienes ocupan lugares institucionales. En 2023 los argentinos eligieron un gobierno, pero también tienen hoy la posibilidad de ponerle un límite a partir del voto”.
Fuente: Diario El Ciudadano