Lo dice un exdiplomático iraní. Acusa a la justicia de haber desviado el caso para volverlo una cuestión de política exterior. Galería de imágenes.
En 2002 se designó a Mohsen Baharvand como encargado de negocios de la Embajada de la República Islámica de Irán en Argentina.
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Ochenta y cinco víctimas, más de 300 heridos, un fiscal muerto y ningún culpable. A 21 años del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el hecho sigue vigente en las agendas políticas por la ausencia de justicia. El caso AMIA Argentina. Iraníes: ¿victimarios o víctimas? es un libro de Mohsen Baharvand que pretende desmontar las acusaciones contra los ciudadanos iraníes que han estado en la mira de la Justicia argentina desde el 18 de julio de 1994.
En 2002 se designó a Mohsen Baharvand como encargado de negocios de la Embajada de la República Islámica de Irán en Argentina. El publicó su versión en una editorial venezolana en 2014. “A las editoriales argentinas no les interesa ver otra versión de los hechos. En Venezuela hay una gran amistad con la República Islámica de Irán y les dan lugar para mostrar otras cosas. Acá se impuso a Irán como responsable de algo que no cometió”, dijo Galeb Moussa, presidente de la Federación de Entidades Argentino Arabes (Fearab), a PERFIL.
En el libro hay una victimización de los ciudadanos iraníes. “El gobierno argentino y el Poder Judicial acusaron sin investigaciones previas y sólo basándose en conjeturas inconexas e hipótesis políticas simplistas a unos cuantos inocentes de tener parte en el atentado (…) Sólo pasadas unas horas del hecho fueron acusados de participar el gobierno iraní, diplomáticos iraníes, hombres de negocios iraníes. Lo que ocurrió no fue otra cosa que una flagrante y sistemática violación de los derechos humanos y del derecho internacional en contra de los seguidores de una religión y los nacionales de una nación determinada”, argumenta Baharvand, quien insiste en el hostigamiento de musulmanes e iraníes en Argentina a través de persecuciones y escuchas ilegales.
El autor sugiere que la inteligencia norteamericana y la israelí serían las organizadoras de un complot provisto de propaganda negativa contra el gobierno iraní. Escribe que el deseo de Estados Unidos e Israel era aislar a Irán, ya que estaban preocupados por la presencia en América Latina.
Para Baharvand, el caso AMIA se desvió del camino de la Justicia y se convirtió en una cuestión de política exterior. En el libro se muestra al gobierno de Menem sin autonomía, ya que se sugiere que se seguían directamente las políticas de Estados Unidos y de Israel. Por este motivo, el ex presidente habría acusado al gobierno iraní hasta el final de su vida política. Luego, Néstor Kirchner y Cristina Fernández acusaron a Menem de intromisión en el proceso de investigación del caso AMIA, encubrimiento y pago de sobornos. Baharvand agrega: “Lo ridículo es que el juez Galeano y Menem fueron acusados de desviar la investigación a favor de Irán”.
Manipulación. También el kirchnerismo buscó convertir el caso AMIA en una cuestión de política exterior. El autor dice que durante esta etapa se buscó alguna vía para acceder al gobierno norteamericano por medio de las organizaciones judías, y fue esta idea la que motivó al gobierno argentino para continuar con la acusación a Irán. Esta visión remite a la idea de un “lobby judío” que influye en la política exterior norteamericana. Ven a los judíos como personas todopoderosas que mueven los hilos de la política mundial. Todo esto recuerda a las acusaciones que surgieron con los Protocolos de Sion.
Baharvand detalla un encuentro en 2006 con el vicecanciller argentino Roberto García Moritán. “Me convocó a la Cancillería para decirme con un comportamiento poco diplomático que durante las conversaciones en la Interpol la delegación iraní había despreciado a Alberto Nisman por ser judío y lo había amenazado de muerte. Le expliqué que el jefe de la delegación iraní era un diplomático profesional y que por el conocimiento de muchos años que tengo sobre sus modales considero casi imposible que hubiera ofendido a otra persona. Moritán también criticó la resistencia de Irán para defender su programa de actividades nucleares pacíficas, lo que me enfadó, y abandoné la reunión. Posteriormente, supe que algunos funcionarios de la Cancillería argentina fueron acusados de importar del exterior autos de lujo con documentación falsa usando los descuentos a diplomáticos para revenderlos en el mercado interno. Moritán fue apartado de la Cancillería por esta razón y desde entonces no lo vi más”, describe Baharvand. Consultado por PERFIL, García Moritán respondió: “No recuerdo ni haber conversado con él. Un diplomático no tendría esa actitud de abandonar una reunión. Nosotros hicimos una protesta muy fuerte contra Irán por la forma agresiva que tuvo la delegación contra el fiscal Nisman en las reuniones de la Interpol en Lyon”. Si bien él no escuchó las amenazas, dice que había testigos que aseguran que la delegación iraní tuvo una actitud amenazante.