«Fueron diez días muy duros», confiesa el bioquímico Alfredo Manuel Sadonio, a quien detuvieron el 29 de diciembre del año pasado y luego acusaron de haber tomado parte en la planificación del atraco en el que perdió la vida el agenciero de turismo, Hugo Oldani, el 11 de febrero último. «Accedí a esta entrevista porque tengo que limpiar mi imagen. La gente que no me conoce pensará: ‘algo habrá hecho’; bueno, yo tengo la necesidad de limpiar mi imagen y darle las gracias a tanta gente que se ha preocupado».
«La verdad que nunca pensé en pasar una situación semejante. Mi vida cambió ese día, a partir de las 20, cuando nos sorprenden con todo ese megaoperativo», montado en la esquina de Diagonal España y calle Junín, donde funciona la farmacia de su esposa y además tiene su casa.
«No entendíamos nada, nos llevó tiempo entender qué era lo que estaba pasando. Nos decías ‘ya le vamos a explicar’ y toda la familia estaba al borde del ataque de nervios, mientras los vecinos miraban», recuerda el profesional de 59 años en diálogo con el diario El Litoral
«Mi esposa estaba atendiendo la farmacia, y en la casa estaban dos de mis hijos. Yo había salido, porque ese día se presentaban las obras sociales, así que salí con la bolsa (con las órdenes), la dejé en el Colegio de Farmacéuticos y volví a mi casa. En el momento que subo el auto para ingresar al garaje, veo que del lado izquierdo se me arrima la trompa de un auto claro y lo primero que pensé fue que había hecho una mala maniobra para entrar, pero evidentemente eso no era. Me bajaron del auto, me pidieron los datos, me esposaron y me metieron adentro de la farmacia», resumió el entrevistado.
Aislado y en un calabozo
Como si fuera un monólogo, Sadonio repasa con detalles cada acto de su detención y posterior traslado a la cárcel de Las Flores, donde permaneció aislado en un calabozo hasta que recuperó su libertad bajo alternativas, el viernes de la semana pasada. Esa mañana se realizó un reconocimiento en rueda de personas, donde el mismo sujeto que lo apuntó hace cinco meses, no pudo reconocerlo detrás de un vidrio.
Tras la primera noche de insomnio dentro de una celda, se presentó en Las Flores su abogado, Martín Durando, «y ahí me desayuné cuál era el caso» por el que estaba detenido. «La verdad que lo vi con una cara de tanta preocupación que me asusté. Es un caso sensible y verme involucrado en esto que, honestamente no tuve, no tengo y no voy a tener nada que ver» le generó a Sadonio una gran inquietud. «Nada me vincula, o sea, los datos que se toman para vincularme al caso parten de una interpretación tan arbitraria de un declaración tan ambigua, que realmente es increíble creer de qué forma llegaron a mí».
-¿A usted se lo involucra a partir de la declaración de un arrepentido que hace una descripción del lugar donde vive?
-Sí. Dice que (el día del crimen de Oldani) van a una farmacia en calle Belgrano tres cuadras al norte de bulevar, pero nosotros estaríamos al sur de bulevar. Y después dice que al lado de la farmacia sale un «muchacho» petiso y morrudo, que supuestamente le da datos, indicaciones o instrucciones y se van.
«En primer lugar, no sé por qué arbitrariamente localizan puntualmente esta farmacia, cuando a la redonda hay unas cuantas», se pregunta el protagonista de la historia, que deja constancia que «yo ese día había estado en Ataliva» donde «atendí, saqué sangre y puse firma y sello en los resultados de los análisis» y agrega que «nadie puede hacer eso, porque no tengo personal, el laboratorio es unipersonal».
En tal sentido, agregó que «ha venido gente de Ataliva, que está a 130 km, e incluso la comuna puso a disposición una tráfic para que viniera la gente a testificar» que fueron atendidos por el bioquímico. «Es decir que yo ni siquiera estaba en el lugar», contrastó.
Los anteojos
A propósito de su descripción fisonómica «yo mido 1.77, peso 75 kilos, pero hay un elemento que me distingue que son los lentes, yo tengo astigmatismo y presbicia avanzados, de manera que me levanto y me acuesto con los lentes, es decir que yo en ningún momento pude salir a la puerta sin anteojos y el testigo se debería acordar que tenía lentes, eso no está en el identikit».
Finalmente consideró como «una situación muy preocupante, en lo personal y para el ciudadano común, por el grado de indefensión y de autoritarismo» y porque «no se me ha respetado la presunción de inocencia, con los pocos datos incriminatorios» que tenían.
Ligado a la causa
«Tengo 33 años de profesional, 32 de docente, 30 de matrimonio, no he tenido nunca una causa judicial, me animaría a decirte que en los últimos diez años no he tenido multas de tránsito», afirma Sadonio que rescató «las muestras de cariño sembrado en todos esos años». No obstante, se lamenta porque «sigo vinculado a la causa, porque a mí se me ha dado una libertad con alternativas» mientras continúa el proceso.
«Creo que hay un ensañamiento o una especie de amor propio para no reconocer los errores», dijo Sadonio sobre sus acusadores. «Todos nos podemos equivocar y vamos a crecer y mejorar reconociendo los errores, y asumiendo la responsabilidad».
Y se pregunta por qué, si tenían dudas, no lo citaron. «Me hubiesen tomado declaración» y de esa forma «hubiesen evitado todo esto que ha sido una perdida de tiempo y de recursos. Porque en vez de distraerse investigándome, hay otras pistas que se podrían haber seguido y hoy estaríamos en el conocimiento de la verdad que es lo único que nos libera».
La intimidad del hogar
«Todo lo que vivimos es cinematográfico. De por sí hubo una exhibición de armamento y un movimiento que me pareció un abuso de autoridad, porque honestamente el procedimiento parece como cuando van a detener al jefe de una banda. Aparentemente nos estaban investigando desde agosto, o sea que tuvieron tiempo más que suficiente para saber que somos personas mansas y de bien. Creo que no hacía falta la teatralización», criticó el bioquímico Sadonio, quien aseguró que en un momento se creyó «un personaje de novela».
Pero más allá del despliegue policial -«una situación que no le deseo a nadie», dijo-, lo que más lamentó fue que «irrumpieron en nuestro domicilio, recorrieron, filmaron, violaron toda la intimidad del hogar, que es lo que uno tanto preserva. Filmaron hasta el último rincón de mi casa, dieron vuelta todo buscando evidencias. Retiraron efectos personales y ahorros que teníamos de toda la vida».
Computadoras y teléfonos
«Nosotros vivimos del trabajo y del esfuerzo y en este momento nos sentimos inútiles porque no podemos recuperar nuestros elementos de trabajo, entonces hago hincapié en que nos devuelvan las computadoras y teléfonos», pide el bioquímico en nombre de su familia.
Durante el allanamiento los uniformados secuestraron computadoras y celulares de su esposa farmacéutica, de su hijo que es ingeniero Civil, y de su hija menor que es médica y está haciendo la residencia en el hospital Iturraspe. También su defensa ofreció su computadora, con la cual trabaja en el laboratorio de Ataliva. «La ofrecimos porque yo tenía que probar que ese día no estaba, ni lunes, ni martes (10 y 11 de febrero) estuve en Santa Fe», cerró.
Fuente: El Litoral
Foto: Facebook