Fernando Ezequiel Solanas, figura multifacética del arte y la política, falleció a los 84 años en París, adonde Alberto Fernández lo había enviado como embajador ante la Unesco.
Semanas atrás, el ex senador nacional, quien reside en París por su función en la Unesco, había utilizado las redes sociales para anunciar que se había contagiado de Covid-19 y que estaba internado en observación en un centro médico de la capital francesa.
El político argentino estaba en Francia con su pareja Ángela Correa, también internada por coronavirus.
La noticia fue confirmada por el Ministerio de Relaciones Exteriores a primera hora de la madrugada de este sábado. “Enorme dolor por Pino Solanas. Murió en cumplimiento de sus funciones como embajador de Argentina ante la UNESCO. Será recordado por su arte, por su compromiso político y por su ética puesta siempre al servicio de un país mejor. Un abrazo a su familia y sus amigos”, publicó Cancillería en sus redes sociales.
A sus 84 años el embajador argentino integraba el grupo etario de riesgo más expuesto ante esta enfermedad. Su mujer, Ángela Correa, que también había dado positivo, al principio permaneció aislada en su casa de París, pero luego también tuvo que ser internada.
Entre el cine y la política
El ex senador fue en el pasado un álgido cineasta, siempre con una mirada crítica y determinada de la realidad, que lo llevaría luego más firmemente a la política. Realizó La hora de los hornos junto a Octavio Getino entre 1965 y 1968, en medio de la dictadura de Onganía.
Ese fenómeno atrajo la atención de Juan Domingo Perón. El ex presidente convocó a ambos directores a Puerta de Hierro, donde residía durante su exilio en Madrid. Producto de extensas sesiones de entrevistas surgieron las piezas testimoniales La revolución justicialista y Actualización doctrinaria para la toma del poder, a través de las que el histórico líder impartía instrucciones tanto al ala derecha como al ala izquierda de su movimiento.
En ese período, Solanas recibe amenazas de muerte de la Triple A, y aunque en 1975 consigue completar su primera película de ficción, Los hijos de Fierro demoró nueve años en poder proyectarse. Tras el golpe del 76, al cineasta le avisan que un comando de la Marina lo intentaría secuestrar y escapa a España, para instalarse finalmente en Francia.
Con el regreso de la democracia cosecha sus mayores éxitos: en Venecia y La Habana recibe premios por El Exilio de Gardel (1985) y lo designan el mejor director en Cannes por Sur (1988), donde reunió a Fito Páez con Roberto Goyeneche.
El inicio de la carrera política de Solanas no fue para nada tranquilo. Tras la ola de privatizaciones, se convirtió en un furibundo antimenenemista, al punto de ganarse una querella del presidente por definir al gobierno como «una pandilla de estafadores, corruptos y traidores». El 20 mayo de 1991 ratificó su declaración ante el juez Martín Irurzun y al día siguiente dos desconocidos le acertaron cuatro de seis balazos en las piernas, cuando salía de sus oficinas. «Hijo de puta, callate», contaba que le gritaron.
Al año siguiente se unió a un sector del «Grupo de los Ocho» que había roto con el PJ y debutó con un tercer puesto para senador por la Capital, con el 7,5% de los votos. Sin embargo, en 1993 se presenta en provincia de Buenos Aires y gana la banca de diputado con lo justo: 4,25%. Nacía el Frente Grande, pero de arranque se sentiría incómodo con el liderazgo de Chacho Alvarez, de quien se alejaría en plena reforma constitucional de 1994. Solanas se retiró de la convención en Santa Fe detrás del obispo Jaime de Nevares, y le recriminaría a su socio avalar el pacto de Olivos con su permanencia.
Tras cumplir su mandato de diputado, en 1997, volvió a producir filmes. En 2004 estrena Memorias del Saqueo en Berlin (donde le otorgan el Oso de Oro a la trayectoria) y luego lo haría ante Fidel Castro y Hugo Chávez, de quien se declaró admirador.
Volvió al barro electoral en 2007. Se candidateó por única vez a presidente, al frente de Proyecto Sur, y se ubicó quinto con el 1,6%. Tampoco tendría suerte con su intento de ir por el gobierno porteño en 2011: quedó tercero con el 12,8%.
En 2009 quedó detrás de la lista de diputados del PRO en Capital, con el 24%, y en 2013 obtiene la banca de senador por la minoría, alcanzando el 32% de la mano de la tan eficaz como polémica alianza con Carrió. Era cuando, bajo el paraguas de UNEN, batallaban «por la república», en contra de Cristina Kirchner. Hasta compitió con Lilita en el ranking de denuncias: el cineasta en varias ocasiones a la ex presidenta y a su ministro de Economía, Axel Kicillof, además de enredarse en un furioso duelo verbal con Aníbal Fernández, entonces jefe de Gabinete.
Las primeras banderas que alzó Solanas en Parlamento apuntaron a la nacionalización del petróleo y la investigación de la deuda externa, dando en la última etapa un viraje hacia la defensa del medio ambiente.
En 2013 realiza La guerra del fracking y, en 2018, Viaje a los pueblos fugimagos (2018). «Otros se van a la playa, yo me entretengo haciendo rodajes», explicaría sobre la superposición de sus actividades políticas y artísticas.
Nacido en una familia de clase media de Vicente López, se casó a los 19 con una pianista y relataba que para iniciarse en el cine «comíamos arroz y fideos». Hizo estudios de teatro, música y derecho, pero nunca necesitó diplomas, más que los que le dio la Fundación Konex por sus películas. Supo tener un romance con la modelo del momento, Chunchuna Villafañe, y reincidió en el matrimonio cuando conoció a la actriz brasileña Angela Correa, 18 años menor, quien también contrajo Covid en París.