La obra está basada en el relato “Juan Darién”, donde está presente, según el dramaturgo, «ese fenómeno horroroso que hoy llamaríamos bullying», provocado por el miedo a lo desconocido.
Hace dos años se generó en redes un intenso debate después de que alguien propusiera “cancelar” la obra de Horacio Quiroga por el carácter “traumático” de sus cuentos. Parte de su producción figura en la currícula escolar y muchos usuarios aseguraban que había madres escandalizadas porque sus hijos leían esos textos en la escuela. El ejemplo más citado fue “El almohadón de plumas”, pero hay muchos otros con el mismo nivel de truculencia. La cancelación no duró demasiado: la comunidad literaria intervino y logró desactivar una iniciativa ridícula pero bastante naturalizada en la era de lo políticamente correcto.
En 1924 el uruguayo publicó El desierto, que incluía el cuento “Juan Darién” en el que Mauricio Kartun se basó para escribir su versión teatral, Salvajada: la historia de un tigre pequeño que se pierde en la selva y es criado por una humana, pero luego es rechazado con violencia por la comunidad cuando se descubre su condición salvaje. El texto surgió por un encargo de la Universidad Nacional de San Martín y la obra se estrenó en 2015 con dirección de Tito Loréfice. Este jueves llega al Teatro Nacional Cervantes dirigida por Luis Rivera López y un elenco compuesto por Valentina Bassi, Carlos Belloso, Mónica Felippa, Diego Ferrari, Carolina Guevara, Pablo Mariuzzi, Gustavo Masó, Julieta Rivera López, Carolina Tejeda y Blanca Vega.
En diálogo con Página/12, Mauricio Kartun explica que los encargos profesionales son «la única alternativa de contrato previo para los dramaturgos, todo lo demás es a suerte o verdad”. El autor suele hacer adaptaciones para teatros oficiales y, en este caso, se trataba del elenco de la UNSAM. “Estos trabajos forman parte del mecanismo profesional del dramaturgo. Por supuesto, te tiene que gustar o no hay manera”, aclara. El caso de Salvajada fue particular: Kartun recuerda que al presentarle la propuesta, Loréfice le narró el argumento de “Juan Darién”. “Fue muy sorprendente. Mientras me lo contaba yo hacía una especie de conversión de norma al formato teatral. Al final mi comentario fue: ‘parece una obra de Kartun’. Me lo apropié de manera natural, sentí que hablaba de mis propias preocupaciones”.
La segunda sorpresa fue la rapidez con la que pudo concretar ese pedido: había agendado un mes para trabajar en el texto, pero tres días antes de la fecha pautada se sentó en su escritorio y cinco días después ya la tenía terminada. «Indudablemente había algo que resonaba, algo que estaba medio armado adentro mío y salió incluso con las letras de las canciones”. Cuando se le consulta por los elementos afines a su propia poética, señala un eje que atraviesa ambas versiones: “La segregación del diferente como generación de violencia. Toda la sociedad se pone alerta frente al riesgo de lo diferente y el otro es empujado al abismo de la violencia por esa mirada que lo deja afuera del círculo de afectos y lo manda al borde, a la periferia”. Kartun dice que sería un pecado explicar la metáfora e invita a que cada espectador pueda encontrarla: “En el cuento de Quiroga está presente ese fenómeno horroroso que hoy llamaríamos bullying, la marcación de lo diferente. Sentí que ese era un tema afín. Creo que las ideas-teatro están adentro nuestro: lo que hacen ciertos mitos o metáforas es corporalizarlas, darles consistencia narrativa, pero las ideas siempre están ahí, esperando que aparezca el soporte para expresarlas”.
Luis Rivera López, director de la puesta, asegura que Quiroga es “un extraordinario cuentista” y lo ubica en el top ten de los mejores escritores rioplatenses. Célebre por sus Cuentos de amor, de locura y de muerte, muchos relatos estaban dirigidos a sus hijos y coqueteó bastante con la literatura infantil, aunque la mayor parte de su producción está destinada a lectores adultos. Rivera López señala que “Juan Darién” forma parte de «un libro lleno de cuentos truculentos” y define la pieza como “una fábula negra” que aborda temas como “la aceptación de las diferencias y la posibilidad de relacionarnos sin atacarnos”. Por otra parte, aclara que no se trata de un espectáculo infantil, pero aspira a ser “de audiencias amplias y popular, lo cual no significa simple”.
En esta versión Kartun echó mano del recurso de la polifonía. En esa multiplicidad de voces Rivera López tiene mucho para aportar: su carrera se sustenta en lo grupal y desde hace más de 40 años dirige la cooperativa teatral independiente Libertablas. “Abordo la puesta desde ese punto de vista: el grupo, un conjunto de voluntades artísticas y creativas aunándose para transmitir un contenido, una porción de vida. Eso es el teatro”, afirma. Además, señala que el protagonista central es el pueblo y que para eso fue indispensable construir “un grupo, una dinámica, un acercamiento común desde lo artístico y lo humano. Nuestra misión es decir desde el escenario esto que queremos decir. Juntos personificamos a este pueblo que se enfrenta con la naturaleza. Y en ese enfrentamiento a muerte aflora lo más jodido que tenemos los humanos: la violencia que produce el miedo a lo desconocido”.
El Tigre es interpretado por Pablo Mariuzzi, quien define a su personaje como “un desafío extraordinario desde la actuación” y asocia su arte a las ideas de pulsión, deseo e instinto, cuestiones muy ligadas a lo animal. Mariuzzi subraya que al inicio no sabía por dónde iba a encarar su trabajo y ese fue uno de los mayores estímulos: “En algún momento del recorrido está buenísimo que pase eso, no saber cómo. Me trajo de nuevo el deseo de actuar que tenía a los 13 o 14 años, esa entrega al juego, la confianza en la mirada del director y lo que se genera con los compañeros”. El actor destaca el trabajo de Kartun y dice que el pasaje de la literatura al teatro no siempre es tan feliz: “Acá se arma algo muy teatral porque hay una dramaturgia muy bien pensada a partir del cuento, y Quiroga es un autor que te plantea mundos como lo hacía Arlt”.
Por otra parte, alude a la tradición de los cuentos infantiles para hablar de esa fusión entre “lo oscuro, lo salvaje, lo esotérico, los límites entre lo real y lo ficticio, lo natural y lo sobrenatural, lo humano y lo animal”. También celebra que el único teatro nacional del país genere este tipo de propuestas porque “Salvajada habla de cómo se construye a partir de la diferencia”. “El teatro siempre ayuda a reflexionar sobre el momento social o político que atravesamos y está bueno poner el ojo en cuestiones que están pasando hoy –dice–. El lenguaje artístico permite distanciarse un poco para pensar desde otros lugares como lo bello, lo poético, lo metafórico”. En su opinión, esta es una de las funciones más importantes de las entidades públicas que generan cultura: “Estoy absolutamente de acuerdo con lo que comunicamos en esta obra y, en lo personal, actuar en la María Guerrero es el sueño del pibe: hay una cuestión ritual, mítica y de profundo respeto por nuestra tradición teatral”.
Valentina Bassi, quien encarna a la Madre, cuenta que «es un personaje hermosísimo» y explica: «Ella quiere a su hijo tal cual es, lo adora así, todo entero. Eso es hermoso. Lo ve salvaje y lo adora; lo ve niño y lo adora. A la vez, sabe que no puede mostrar al tigre en el pueblo, entonces lo educa para que reprima eso que tiene adentro por pánico a que lo maten: ella lo adora así, tigre o niño”. En este cuento, Quiroga hace algo muy interesante porque invierte el mito del hombre salvaje: no se trata de cómo los animales reciben a un humano en su manada sino de cómo la sociedad humana acepta –o repele– al diferente. En relación a esto, Bassi dice que “gracias a leyes, educación, concientización y acceso a la información nos vamos convirtiendo en una sociedad un poco más tolerante, amplia, amable y empática”, pero aclara que eso se da en algunos ámbitos mientras que “en otros todavía estamos en el siglo pasado”.
La actriz menciona problemáticas como los ataques por el color de piel, la condición social o la orientación sexual de las personas y el bullying en las escuelas. “este mundo es para quienes logran adaptarse; cualquiera que se sale un poco de la norma, queda afuera. Es triste. El teatro es un lugar de resistencia porque alberga a muchos que se salen de la norma. Me da placer hacer Salvajada porque es un tema que me preocupa y me duele mucho, pero actuar es como una catarsis y estoy acompañada por colegas que sienten lo mismo. No estoy de acuerdo con cómo es el mundo hoy”.
* Salvajada puede verse de jueves a domingos a las 20 en la sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815) y las entradas se pueden adquirir por Alternativa Teatral.
Fuente: Pagina12