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La inesperada puerta “poli narco” que se abrió en la «Causa Oldani»

Policías mezclados con narcos barriales. El extraño rol de una agente en la detención de una prófuga. Extrañas coincidencias que ya están en manos de fiscales locales.

En su día de franco, Mara R., una mujer policía que tiene destino en el departamento La Capital, observó con magnifica buena suerte, cómo la chica que formó parte de la banda que asesinó a Hugo Oldani el pasado 11 de febrero, abandonaba una casa en el norte de la ciudad. La chica, menor de edad, se subió a un Toyota Corolla que manejaba otra joven, Priscila P.

La mujer policía, que no estaba de servicio, advirtió sobre la situación al 911. Eran las 15. 43 del martes de la semana pasada, cuando entró la llamada de la mujer al servicio de emergencias. Pocos minutos después, el Comando Radioeléctrico detuvo a la mujer en el norte de la ciudad. Insólitamente, su compinche,  que conducía a la prófuga, no quedó detenida. Los policías del Comando, de igual modo lo consultaron con el fiscal de la unidad especial que estaba de turno, pero Martín Torres les dijo que hablen con el juzgado de menores, por la situación de A.C.G, la menor involucrada en el crimen del empresario.

Hoy, la justicia santafesina intenta develar la incógnita de por qué estuvo allí la policía, observando, como los leones esperan la presa, sigilosa, escondida, en un coche, ésa casa desde donde, a la postre, partiría la cuarta detenida de la banda que mató al empresario. La versión de Mara fue muy precaria. Dijo- en los primeros momentos de la detención  y en off –  haber seguido la pista de un ex narco del barrio La Tablada, que estuvo preso en la seccional Décima hasta el 12 de abril, cuando escapó junto a otros cuatro del lugar, provocando el pase a disponibilidad del jefe de la unidad de orden público, Alcides Lescano. Según fuentes del ministerio de Seguridad, la mujer que dio aviso al 911 sobre la chica prófuga del caso Oldani tiene un ligamen afectivo con el ex titular de la Décima. Y, según la versión de la oportuna vigilante, “estaba allí siguiendo la pista del evadido, al que se conoce con el apodo de ‘Sojai’”, un hombre muy violento que en su momento estuvo bajo la mirada de la Brigada de Drogas por tener un búnker detrás del Polideportivo de La Tablada. Estuvo vinculado al clan de Los Calderón en Nuevo Horizonte y La Ranita, y a Lorena Melgarejo y su pareja, Claudio “Pulga” Casco, ambos prófugos de la justicia federal que les atribuye haber tenido el dominio de la carga de drogas que trajo una avioneta desde Paraguay en febrero pasado y que aterrizó forzosamente en un campo de Naré, San Justo.

En esa misma casa, en donde tiene domicilio Priscila P., la mujer que llevaba a la evadida, tiene el suyo Bruno Figueroa, detenido el 18 de abril en esa vivienda, de calle Gorostiaga al 3.700. Figueroa, creen los investigadores, es el autor material del crimen de Oldani.

El Toyota Corolla en el que se trasladaban la evadida, la mujer que conducía, y dos menores de edad, el pasado 2 de junio, está a nombre de una mujer, pero tiene dos tarjetas azules que habilitan a conducirlo a Marcelo Antonio Manchado y Gabriela M. Ambos fueron condenados el 3 de mayo del año pasado por tenencia simple de drogas para la comercialización. La Brigada departamental los investigó y los detuvo en 2017, cuando los allanaron en dos domicilios de Villa las Flores con estupefacientes. La sentencia fue a dos años, en suspenso, pero Manchado estaba cumpliendo una pena a cinco años por una tentativa de homicidio del año 2015, por lo que el TOF local le unificó en 6 años el cómputo final. Manchado cumplió la pena el 14 de mayo pasado, pero salió de la cárcel unos días antes. La libertad duró poco: el Comando Radioeléctrico lo detuvo en 12 de Infanteria y Azopardo la semana pasada, junto a una mujer de 38 años y dos menores de edad. Manchado tenía una pistola calibre 45 marca Ballester Molina (de guerra) y la mujer una 22 Bersa Thunder. Los dos quedaron detenidos por no tener permisos para portar.

Un mundo de relaciones

Mara R., la mujer que avisó al 911 sobre la individualización de la chica que participó del crimen de Oldani, cumple funciones en la comisaría de Candioti. Tiene una hermana,  llamada Leila, también policía, que hasta el 20 de abril trabajó en la Sección Trámites y Libertades de la URI, para luego ser movida a la Seccional Novena. Según los datos que los investigadores ya aportaron a los fiscales de la Unidad Especial de Delitos Complejos y de Homicidios del MPA, Mara R. habría tenido una relación afectiva con Miguel Ángel “Pacotillo” Fernández, quien se encuentra preso por el crimen de Carlos Farías, ocurrido el 16 de noviembre de 2016 en la zona de la Casa Bomba 5 de la Avenida de Circunvalación. Por ese hecho también fue condenado Miguel Bergallo, a 22 años de cárcel. Bergallo es hermano de Luis “Coco” Bergallo, el histórico puntero del PJ en la zona norte que incursionó en la venta de drogas “cuando Vicente Pignata  (el más grande narco regional, actualmente prófugo) desreguló el negocio en regiones”, aporta un investigador. Coco y Miguel cumplen penas en la cárcel de Las Flores.

Hasta el juicio oral “Pacotillo” estuvo defendido por el abogado Iván Leguiza, que ahora es el defensor de la menor involucrada en el crimen de Oldani. La semana pasada se llevó adelante la audiencia de apelación de la condena impuesta a Bergallo y Fernández. Bergallo ta no apeló a los servicios de Mauricio Frois para la apelación como sí ocurrió en el juicio. Esta vez lo defendió Hilda Hnablein, abogada de Melgarejo y Casco. Mientras que a “Pacotillo” lo asisitió en la apelación el doctor Jose Mohamadd –quien cuestionó fuertemente el rol de Leguiza en la defensa en juicio de su pupilo) que, a su vez, es el abogado de la familia Oldani, y representante de la querella por parte de la hija del infortunado empresario.

Autor: Héctor M. Galiano

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