Y un día el sueño se cumplió. Treinta y seis años de deseos, esperanzas, broncas, enojos. Pero Lionel Messi, no se bajó de esa lucha y en la última estación de su notable recorrido futbolístico logró lo que tanto ansiaban él, el pueblo argentino y millones de personas repartidas en distintas partes del mundo que ansiaban gritar “campeón”.
Ni el “cuco” del Mundial Qatar 2022, Francia, pudo frenar a la Scaloneta entonada y empujada por miles de argentinos que coparon como siempre el estadio Lusail. Y Argentina arrasó a su rival con ganas, entrega, fútbol y show para llegar a destino, eso sí, con mucho sufrimiento. El lugar destinado para que el capitán Messi levante la Copa del Mundo. Una imagen deseada por largos años y que un 18 de diciembre de 2022 se hizo realidad. Pero, primero hay que saber sufrir, como reza el tango de los hermanos Expósito cantado por Roberto Goyeneche. ¡Y vaya que valió la pena!
Siete letras, pero tan difícil de escribir con hechos. Y la selección nacional, con Messi como capitán, Ángel Di María intratable y con Lionel Scaloni como líder absoluto, logró lo que durante más de tres décadas no se pudo. Claro que estuvo cerca de conseguirlo, pero parecía que la historia se revelaba e indicaba que no era el momento indicado. La Pulga parecía cargar con ese estigma y muchos le “tiraban” que le faltaba a su carrera levantar la Copa del Mundo como Diego Maradona en esa absurda comparación instalada desde hace tiempo.
La Pulga, ese que se vistió de líder y rebelde, llevó de la mano a sus muchachos a conquistar el Mundial Qatar 2022. Y esos pibes que lo rodearon lucharon como admiradores de su figura a que en su etapa final de su vida de selección se retire con el objetivo cumplido. Como si se tratara de una película hollywoodense, con un desarrollo de alegrías, pero también tristezas e injusticias. Pero con un final feliz que despertó aplausos por doquier. A tal punto que el mundo se rinda a sus pies.
En este camino de siete estaciones la selección no hizo otra cosa que elevar aún más la admiración por Argentina. Contagió como nunca y como hacía mucho tiempo no se lograba. A pesar de todas las desconfianzas iniciales con las que acarreó Scaloni por sobre todas las cosas. Pero claro, contó con un Messi –con sus hijos en el palco alentando a su papá- jugando quizás su mejor mundial. No solo aportando su magia, sino siendo peleador, contestatario, insurrecto. Y con la cabeza bien levantada, como muchas veces se le pedía.
Argentina sumó su tercera estrella, tan deseada y esperada por décadas -dándole a Francia, en gran parte del juego, una paliza táctica y futbolística, sí al equipo europeo-. Diego había conseguido la de México 86 y logró el subcampeonato en Italia. Messi fue subcampeón en Brasil y levantó la Copa del Mundo en Qatar 2022. Como para que la misión esté cumplida en esa comparación odiosa e innecesaria.
Messi, Scaloni y sus muchachos –por algo nos volvimos a ilusionar, como reza el himno nacional del hincha- lograron lo tan deseado: gritar campeón -con Diego Maradona alentando desde el cielo- y sin dejar dudas. Y con sentimiento, pasión, ganas, ilusiones, esperanza y cuando adjetivo calificativo pueda agregarse. Y no por dinero –ganan millones en sus clubes-, sino por la gente y por el honor. Ese honor que quedará grabado a fuego por los siglos de los siglos y es algo que no se compra. Los muchachos bravos de Argentina hicieron historia, gritaron campeón y levantaron la Copa del Mundo en un injusto momento de sufrimiento por penales.
Sí, el sueño se hizo realidad. Argentina campeón del mundo. Un grito eterno que durará por siempre. Gracias Messi, Scaloni, Di María, Dibu Martínez y el resto de los muchachos que disputaron una final brillante, jugado como solo lo hace esta Argentina. ¡Gracias, campeones!