El fiscal Rodríguez dio por clausurada la investigación y la elevó a juicio. Es la causa derivada del tiroteo en la autovía Rosario – Buenos Aires del año pasado. A los ex jefes se los acusa de formar una sociedad dedicada a transportar droga.
Mariano Valdéz e Higinio Bellagio, ex jefe y subjefe de la delegación local de la PFA, irán a juicio por la causa abierta tras el tiroteo en la autovía Rosario – Buenos Aires, ocurrido en septiembre pasado, en donde hubo un intercambio de disparos en medio de la noche, que se quiso «vender» como un ataque a Valdéz -quien venía hacia Santa Fe desde el gran Buenos Aires junto con la suboficial Roxana González-, pero resulto ser un montaje para ocultar las verdaderas razones del evento.
Valdéz, para la Fiscalía, montó un relato para hacer pasar el tiroteo por un ataque mafioso, cuando en realidad obedecía, de acuerdo a la hipótesis judicial, a un desacuerdo con un grupo de personas, los agresores, aún no identificados. El fiscal Rodríguez entiende que los dos jefes de la delegación se pusieron de acuerdo con la versión falsa para ocultar que , en realidad, trabajaban en tándem en el tráfico de metanfetaminas. Ese razonamiento surge de haber hallado en el bolso de Valdéz vestigios de esa droga, muy adictiva y de gran valor en el mercado ilegal. El encuadre de Rodriguez, que tuvo delegada la investigación, fue refrendado por el juez de primera instancia y por la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario.
El fiscal pidió además investigar el rol que tuvo en toda la historia el comisario Osvaldo de Cunto, que era entonces el jefe de Valdés y Bellagio, además de controlar gran parte de la super estructura de la PFA en la región, incluyendo Rosario. En octubre del año pasado Zona Crítica hizo público una serie de documentos que daban cuenta de la participación de De Cunto en los sucesos que fueron desde el día del tiroteo hasta el 19 de de septiembre. Durante esos diez días tuvo un accionar central, ya sea para garantizar y sostener la versión oficial de Valdéz, como para presionar a su subordinada, Roxana González, quien sabía «la verdad» de los ocurrido en la ruta.