Los vejámenes incluyen picana eléctrica, submarino seco, golpes y patadas, hasta un empalamiento. Ocurrieron luego de la balacera al colectivo que trasladaba penitenciarios el pasado 2 de marzo.
El Servicio Público de la Defensa Penal denunció el jueves de la semana pasada, ante la Fiscalía de Violencia Institucional del MPA de Rosario, una serie de hechos relatados por los internos de tres pabellones de la unidad penal XI y de la XVI. Los escritos llevan la firma de dos funcionarios del Servicio Público de la Defensa encargados de auditar este tipo de violencia institucional en los institutos penitenciarios.
Según pudo reconstruir Zona Crítica, recién el 11 de marzo pasado, 9 días después de sucedido los hechos denunciados por los internos, los abogados pudieron entrar a los penales y constatar una serie de hechos aberrantes, que se dan de bruces con los estándares mínimos del tratamiento digno a los detenidos. Según lo relatado, el 2 de marzo hubo requisas en el pabellón 7 de Piñero en donde hubo abuso por parte del personal de la cárcel, como por ejemplo las torturas de todos los presos del pabellón en sus celdas, el robo de bienes y la quita de medicamentos para atender sus enfermedades. Muchos de ellos fueron “engomados” por cinco días sin medicamentos, pese a que muchos sufren de asma, de hipertensión, diabetes y otras enfermedades crónicas. Uno de los internos relató que fue golpeado en sus miembros donde tiene prótesis un día que cursaba un estado febril, además de tener una fisura en el cráneo. Ese día los del pabellón 8 también fueron requisados y denunciaron idéntica actitud que la que tuvieron con el 7. Sumado a que afirmaron que estaba e Director de Piñero, a quien identificaron como un señor colorado de apellido Mécoli. “Se reía y tenía una cadena en la mano”, destacaron. Tanto en los pabellones 7 y 8 hay presos de alto perfil nivel 2 y 3, es decir los que no son cabecillas de organizaciones criminales.
Entre las vejaciones denuncias se destacan: picana eléctrica, submarino seco, ahogamiento mediante el uso de una toalla puesta en la cara para luego tirar agua encima, quemaduras con gas pimienta y lavandina y un empalamiento. Según la denuncia, a un interno le robaron una cadena de oro, a otro le tiraron los remedios para la hipertensión. Varios sufrieron lesiones en pies y rodillas, además de infecciones por haber sido heridos en el patio en medio del agua cloacal. El 11 de marzo los revisó un médico legista que corroboró las lesiones.
Los denunciantes solicitaron la aplicación del Protocolo de Estambul para la investigación de la tortura en Naciones Unidas. Los hechos ocurrieron como represalia a la balacera que sufrió un colectivo de la empresa Laguna Paiva que estaba al servicio del Ministerio para trasladar personas penitenciario. El corolario de la zaga de violencia tuvo un cierre comunicacional aberrante: una foto de una de las requisas realizadas en Piñero al “estilo Bukele” y un posteo del ministro de Seguridad en la que advertía: “La van a pasar peor”.
Varias fuentes consultada del ámbito judicial no dudan en que éstos hechos motivaron una respuesta criminal en las calles en contra de inocentes, como los dos choferes de taxi, un colectivero y un playero. «No justifica la violencia y la respuesta criminal, pero la explica, le da un contexto», coincidieron.
Una práctica, una conducta
Anteriormente hubo denuncias de los internos del pabellón 23 (donde se ubican los ofensores sexuales) de Piñero, que relataron que los días 20 y 24 de febrero sufrieron golpes, “verdugueadas” y hurtos de pertenencias por parte del GOEP. El equipo de intervención que tiene el Servicio Penitenciario. Un interno denunció que le quebraron dos vértebras victimas de “las piñas recibidas que son frecuentes en cada requisa, como las patadas y la picana. Muchos de ellos relataron además que sufrieron lesiones en el tórax, en las costillas, en los tobillos y en las columnas.
H.M.G