Vecinos, sacerdotes y políticos denuncian que la ciudad de Villa Gobernador Gálvez no cuenta con presencia policial, más allá de los controles de la Gendarmería, y que la banda de Los Monos sigue acribillando distintos puntos de la ciudad en busca de los Bassi
«La policía está ausente, escondida», relató al diario La Nación Raquel Gómez, una vecina de 58 años que vive a metros de la remisería Cinco Estrellas, donde el miércoles pasado una ráfaga de ametralladora de un sicario mató a Luis Bassi. Este hombre de 64 años era el padre de Luis Orlando, el «Pollo», que está preso en Federal, Entre Ríos, procesado por el asesinato de Claudio «Pájaro» Cantero, líder de la banda de Los Monos, acribillado el 26 de mayo de 2013 frente al boliche Infinity Night, en Villa Gobernador Gálvez. Máximo Ariel Cantero, alias «Guille», puso precio a la cabeza del Pollo. Y prometió «cortarles la cabeza» a los Bassi que quedan. «Nos están matando como a perros», dice Victoria Orellana, esposa del hombre acribillado. En la vereda de la remisería donde mataron a Bassi padre y a sus hijos, Leandro y Maximiliano, hay dos acoplados de camión acomodados como escudos. Dos jóvenes en moto se dividen la vigilancia por 20 de Junio y Chile, y en el acceso lateral hay media docena de hombres armados. Cerca de allí, la concesionaria de Perón y Sáenz Peña fue baleada el viernes. Bassi, que fundó Cinco Estrellas hace más de 15 años con la indemnización tras el desguace de los ferrocarriles en los 90, fue un hombre cercano al actual intendente, Pedro González, hasta que se distanciaron. También incursionó en el negocio de la noche con el boliche Brújula, que era manejado por el Pollo, mientras ascendía en los escalafones de la barra de Newell’s y se relacionaba con los Cantero, quienes luego se volvieron sus enemigos. «Quería quedarse con el manejo de la droga desde el barrio Tablada, en la zona sur de Rosario, hasta Arroyo Seco [32 kilómetros al Sur]», advierte un investigador. Un retén de gendarmes está apostado a cinco cuadras; paran a las motos en las que van dos personas. «Nadie está tranquilo, es un hervidero la ciudad», confiesa González, intendente que en dos períodos suma 15 años de gestión. El río está a unos pasos y ese borde de la ciudad fue el asentamiento histórico de los pescadores. Tras la construcción del Casino de Rosario, a unas 40 cuadras, más de 500 familias del barrio Las Flores, controlado por Los Monos, se instalaron junto al rancherío de los pescadores. «Esa zona, donde antes llevaba a los chicos a jugar al fútbol, es impenetrable», explica el cura Marcelo Franchini. José Cortes, vicepresidente de la Asociación de Comercio e Industria, considera que «la ciudad recibía antes migrantes de Chaco, Corrientes y Entre Ríos, gente que se instalaba porque quería trabajar en las industrias de la zona», pero ahora «Villa Gobernador Gálvez sirve de escondite para mucha gente que huye de la zona sur de Rosario por las peleas de las bandas ligadas al narcotráfico». El gobierno provincial implementa el plan Abre en los barrios El Eucaliptal, Coronel Aguirre, La Ribera y Complejo Fonavi. El déficit habitacional alcanza a 7000 familias. Según datos del Instituto Provincial de Estadísticas y Censos (Ipec) hay 1553 ranchos y 3693 casillas. Sólo 6573 hogares tienen cloacas. «Es una gota en el desierto», cree el ex intendente del Frente Progresista Jorge Murabito. Calcula que la droga maneja aquí 2000 millones de pesos al año, 15 veces el presupuesto de la ciudad. «No podemos competir. Y los jóvenes ya buscan trabajo en los búnkeres o en el delivery de drogas. Ni piensan en ir a pedir trabajo a un frigorífico o una carrocera», concluye.