El ataque a tiros se produjo a última hora de este jueves. La policía recogió al menos 12 vainas servidas.
La sede del Sindicato de Empleados de Comercio, ubicado en Corrientes al 450, fue baleada a última hora de este jueves y, según las primeras informaciones, la policía recogió al menos 12 vainas servidas.
Los impactos podrían apreciarse notoriamente en el centro médico mercantil donde se apreciaban al menos cuatro disparos en los vidrios y otros tantos en unos hierros. También se notaban impactos en las rejas de un laboratorio de análisis bioquímicos de la entidad.
Fuentes de la Unidad Regional II de Policía aseguraron que el ataque no arrojó lesionados y se espera el resultado de la observación de las cámaras de seguridad ubicadas en el frente del tradicional edificio.
La policía arribó al lugar luego de una denuncia realizada al 911. La Fiscalía está tomando medidas investigativas para determinar la la mecánica del hecho. Se pidió el relevamiento de las cámaras de vidovigilancia de la zona para idenetificar a los responsables del ataque y determinar su vía de escape.
El juicio por las balaceras contra el Poder Judicial
Hace varios meses que Rosario se ve afectada por las balaceras. Y esta, precisamente, se da en el marco del juicio a integrantes de la banda de Los Monos por ataques a balazos contra edificios del Poder judicial y contra domicilios donde vivían o viven personas relacionas a ese ámbito. Entre los juzgados figuran el sindicado como líder de la banda, Ariel Máximo «Guille» Cantero.
En este marco, la prosecretaria de la Asociación Empleados de Comercio, Silvana Crocci, destacó por LT8 que la balacera «o se trató de un error o tiene alguna connotación política. No sé si quieren perjudicar o favorecer a alguien, pero es una locura. Por este lugar pasan diariamente unas 5.000 personas. SI ewra en otro horario podría haber sido una tragedia».
Las balaceras se convirtieron en uno de los más graves problemas que padecen los rosarinos. Más allá de la ola que se registró en 2018 contra edificios oficiales, como forma de amedrentar a la Justicia que había sentado en el banquillo de los acusados a Los Monos, se convirtió en una práctica cotidiana que tiene fines delictivos, ya sea quedarse con viviendas para montar búnkers de venta de droga o colectar dinero a cambio de cesar con los ataques.