María Milla conducía un auto por las calles de su barrio, junto a su madre y su hija, cuando se cruzó con uno de los sospechosos por el crimen de su marido. Su vehículo se detuvo. El joven sacó un arma de fuego, le apuntó, amagó con apretar el gatillo y finalmente siguió su camino con total tranquilidad, consignó hoy el diario El Litoral.
“Todos los días me levanto pensando en tratar de salir adelante. Me cuesta un montón, porque es mucho el dolor y la injusticia. Ayer fue peor, porque era una jornada hermosa y siempre los domingos hacíamos algo juntos con mi hija y mi marido. Igualmente me esforcé, puse todo de mí y nos pasó esto. No lo puedo creer, es todo muy injusto”, se lamentó esta mañana María Milla, esposa de Adrián Escobar, el joven empleado de Prosegur que fue asesinado de un tiro por delincuentes que le robaron la moto y el teléfono celular, el pasado 24 de abril.
“Eran aproximadamente las 20 de anoche. Yo manejaba mi auto. En la butaca del acompañante iba mi mamá y detrás estaba sentadita mi hija, de 4 años. Salíamos del barrio Los Cipreses por calle French, en la parte de ripio, rumbo a avenida Aristóbulo del Valle, porque teníamos que hacer unas compras. Iba en segunda, muy despacio, como Adrián me pedía siempre al transitar un lugar no asfaltado.
Cuando estaba por llegar al pavimento me llamó la atención un chico que llevaba puesto un buzo rosado. Manejaba una moto que venía en dirección contraria, también a baja velocidad con una mujer rubia detrás. Al acercarme al pavimento, cuando ya lo tenía encima, lo reconocí como uno de los que habría participado del asalto a mi marido. Me puse nerviosa y el auto se me apagó”, recordó la mujer.
Encañonadas
“Entonces él también detuvo la marcha -agregó-, miró hacia adelante, después hacia atrás. Y cuando vio que no había nadie más, sacó un arma de fuego que llevaba oculta en la cintura y me apuntó a la cabeza, haciendo un gesto como para abrir fuego. Estaba a un par de metros de distancia. Mi mamá tomó a mi hija, que afortunadamente no se percató de lo que pasaba, la sentó en su falda y la cubrió.
Yo atiné a cubrirme la cara y una sensación helada me corrió por la espalda. Pensé que me iba a matar, pero me lanzó una mirada burlona, arrancó nuevamente y se marchó despacio, con mucha tranquilidad”.
Como pudo, María volvió a su domicilio y trató de comunicarse -sin éxito- con los fiscales. Luego, las autoridades de la subcomisaría 8ª le tomaron la denuncia por “amenaza calificada”. “Es mucha la indignación que tengo. Mirá si empezaba a disparar para matarme o darme un susto y le pegaba a mi hija. Pero no le tengo miedo. Esto no me hará bajar los brazos, sino todo lo contrario. Por mi ‘Flaco’ nunca me voy a rendir. Yo creo que si este delincuente hizo esto es porque está sucio. Increíblemente, no tenía ninguna denuncia en su contra. La mía es la primera. Él y sus amigos hacen desastres en el barrio, pero los vecinos no dicen nada porque les tienen miedo”, aseguró la viuda.
“Tengo que buscar yo las pruebas”
“Algunos testimonios indican que él estuvo esa noche que mataron a Adrián. Declaró ante la Justicia, pero dijo que era inocente y lo largaron. Tiene 19 años y sería familiar del menor que está detenido por el caso. La jueza de Menores Susana Giordano de Bilich me dijo que yo tenía que conseguir pruebas contra el arrestado, porque si no, lo iba a dejar libre. Es increíble que pasen esas cosas.
Ahora, la magistrada se jubiló. Me siento totalmente decepcionada por la Justicia. Al principio, me dijeron que se iban a comprometer, que se iban a esforzar, pero no hacen nada. Sólo se mueven un poco cuando sale alguna nota en un medio”, disparó María Milla.