La manifestación fue por calle San Martín hasta Plaza de Mayo. Contundente mensaje contra la violencia de género.
La columna humana avanzaba y se iban agigantando en cada una de las esquinas: ya llevaba al menos seis cuadras repletas. El color negro, que es el luto en términos simbólicos, predominaba desde lejos, en la mayoría de las prendas y en los rostros, con los maquillajes. Eran mujeres, integrantes de la comunidad LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales), pero también hombres que acompañaban la causa, familias enteras. Los vecinos salían de sus casas a mirar, señala la crónica del diario El Litoral.
La tormenta amenazaba desde arriba, pero lo gris del cielo no iba a frenar la marcha convocada en la ciudad por el Día Internacional de la Mujer. El mensaje en su literalidad era claro: basta de violencia machista, basta de femicidios, vivas nos queremos. La fuerza semiótica del lenguaje estaba en la visibilización de la marcha, el grito casi gutural, el negro del luto, la multitud. Hay preocupantes estadísticas a nivel nacional que indican que cada 30 horas, una mujer es asesinada a manos de un hombre.
La concentración arrancó en bulevar y San Martín y por esta calle siguió hasta Plaza de Mayo, frente a Casa de Gobierno. Flameaban banderas de distintas agrupaciones políticas y gremiales. En los carteles, además de las expresiones propias de la causa del #8M, habían otras que no tenían relación con ésta: la movilización de momentos se “contaminaba” con banderas de otras luchas populares.
Mucha participación
“La concentración ha sido excelente. Hay mucha participación de distintos espacios. Y todas las actividades que se dieron en la ciudad durante la jornada nos deja muy satisfechas. Creo que logramos el grado de sensibilización y visibilización que pretendíamos”, evaluó en diálogo con El Litoral Stella Vallejos, una de las integrantes de la Mesa Ni Una Menos Santa Fe.
Para tres chicas jóvenes vestidas que esperaban ansiosas que la columna humana arranque su camino, la marcha es “muy emocionante. Y están nuestros padres, nuestros amigos. Ver que esto tiene repercusión en otros países es muy significativo. Esta marcha da energías, y una siente que se pueden cambiar las cosas”, coincidieron Paula Barbero, Daniela Molinero y Victoria Carvallo.
“Sabemos que estamos viviendo un momento histórico muy importante y que tenemos que movilizarnos por todas las mujeres. Creemos que se necesita mucha más gente. Un cambio cultural debe ocurrir desde la familia y la escuela, hasta los espacios laborales”, resaltaron las jóvenes.
¿Qué cambió de la marcha del año pasado a ésta? Para la referente de la Mesa Ni Una Menos, hubo tres hitos en el movimiento de mujeres: “Uno fue el 3 de junio, que se produjo tras el femicidio de Chiara Páez. Aquel entonces hubo una gran manifestación nacional que repudió y rechazó la violencia machista. Luego vino el 19 de octubre, hubo un paro de mujeres de todo el país. Fueron dos momentos clave”, consideró.
“Que cada vez más gente se vaya sumando a la marcha contra la violencia de género es una señal de cambio. Es un sólo grito, una sola voz. Es clave que la sociedad tome conciencia de que lo que se ocultó durante tantas décadas, hoy pueda ser escuchado. Además, el Estado tiene que ser el primer garante de la seguridad y los derechos de las mujeres”, fue la opinión de otras tres mujeres que transcurrían el curso de la movilización, Fiorella Martelo, Milagros Centurión y Melina Prendes.
La marcha siguió su curso indetenible, y la tormenta fue sólo una anécdota. Casi llegando a la plaza, el sol asomó en lontananza y volvió a brillar por un rato. El mensaje semiótico tuvo así su cierre: la luz era la esperanza de un cambio, del giro de 180 grados por la igualdad de género.
“Todavía nos falta un cambio cultural. Hubo avances, pero aún falta mucho contra la violencia machista”, dijo Vallejos.