Es la principal testigo de cargo contra los imputados, principalmente los ex jefes policiales que intervinieron en un procedimiento ilegal en Arroyo Leyes , en noviembre de 2014. Políticos señalados. El funcionamiento de la caja negra policial.
Stella Maris Olivera nunca pensó que un sábado lluvioso y frío iba a terminar en un incordio para su vida y en una cruz en su carrera. Pasadas las 0 horas del domingo 2 de noviembre de 2014 escuchó por la frecuencia policial que personal de la comisaría de Arroyo Leyes pedía auxilio en forma desesperada. Daba las coordenadas concretas del epicentro: calle 62 del kilómetro 14 de la ruta 1.
Hasta ahí llegó Olivera con su chofer Mauro Ruoppolo. Vio a personal ya en el lugar. Y a dos detenidos, el “Aguja” Alejandro Agüero, sargento de la policía, con dominio sobre un cargamento de drogas en un camión de gran porte con un contenedor adherido, y a Juan Carlos Villalba, chofer de otro camión más chico, marca Mercedes Benz, con la mitad de la capacidad repleta de bolsos grandes, “con olor fuerte a marihuana”. Pensó que la noche iba a ser larga y se fue hasta la comisaría de Arroyo Leyes a buscar un equipo de mate. Al regresar al lugar el panorama había cambiado, ya no estaban los demorados, ni el camión chico, ni una Peugeot Partner, propiedad del “Aguja”.
– ¿Qué pasó que se fueron todos?, le preguntó al jefe de zona de Inspección de la costa, Martín Díaz, a cargo del operativo entonces.
La respuesta fue silencio absoluto.
Todo el panorama había cambiado. Olivera se comió la bronca pero “no discutió porque con la superioridad no se discute, es como una ley no escrita”. La novela terminó más tarde, en jefatura, con la firma de un acta trucha que rubricaron varios policías.
Lo que siguió fue un vademécum de vergonzosas acciones de varios jefes. Y una investigación a fondo del fiscal federal Walter Rodríguez. La pesquisa del funcionario federal permitió reconstruir lo ocurrido esa noche del 2 de noviembre. En esa historia fue clave Olivera que este martes ratificó frente a los jueces del TOF santafesino Ivón Vella, José Escobar Cello y Luciano Lauría, en calidad de testigo clave.
Foto: Alejandro Agüero
“El Aguja manejaba todo la droga de la costa, de hecho cuando él me dijo en el lugar (Arroyo Leyes) que me quede tranquila, yo le dije que no me joda que él era el hijo de puta que le vendía veneno a los chicos (…) yo ya lo tenía en la mira, sabía que estaba en el negocio de la distribución en los kiosquitos de la zona, del pueblo (…) se lo dije al jefe de (la sección de Inteligencia Centro) de Drogas peligrosas de entonces, el comisario (Claudio) Prietto”, dijo la mujer, que no dejaba de lanzar acusaciones gravísimas en la sala.
“Por eso me enojé con Díaz, por haber dejado ir a los narcos, después lo llamé varias veces a su celular, pero nunca me atendió”, señaló. El chofer de Díaz, el suboficial José Murgia me dijo en el lugar de los hechos que “me quede tranquila, que esa droga era de Diego Poretti”, entonces funcionario del ministerio de Seguridad de la provincia. – Usted en la declaración anterior dijo que Murgia señaló a Odriozola como dueño de la droga, le dijo el Fiscal Martín Suárez Faisal. – Sí, Murgia habló de los dos, contestó Olivera.
“Tengo 26 años en la policía y he visto muchas irregularidades de este tipo en procedimientos, no me sorprende, pero si el jefe de uno die negro es negro, por más que crea que es blanco, y es por eso que me citó en su despacho el comisario Fabio Hang el lunes 3 de noviembre, quería saber con cuánto me había quedado yo, tuvimos una discusión fuerte que terminó luego en el despacho de Sergio Vergara y Sergio Fernández jefe y subjefe de la URI entonces. Es ahí que Vergara me dice que con las putas, las autopartes y el juego se negocia, pero con la droga no. Me estaban tomando el pelo, todo sabemos cómo funciona esto, com recaudaba el Aguja”.
Foto: Sergio Vergara y Sergio Fernández, ex jefes de la URI.
–¿Cómo recaudaba Agüero? se interesó el fiscal.
– Agüero recaudaba para el jefe de zona, y luego esa recaudación subía a la jefatura, estos rumores los escucho desde que estoy en la policía. Yo sé que si es así , que hay que recaudar, yo no voy a llegar a ningún lugar. Vivo con el sueldo de la policía en un casa de un Fonavi, soy una crota, pero yo solo quiero trabajar, no quiero recaudar.
Olivera aceptó contestar todas las preguntas. Luego de tres horas de recordar el episodio que marcó su carrera escuchó las palabras deseadas de la jueza Vella: “puede retirarse”. Y se fue sola, como había llegado. En la sala quedaron todos nerviosos. Todos tomaron dimensión de esas palabras.
Autor: HMG