Una pareja de ciudadanos bolivianos fue detenida ayer acusada de someter a explotación laboral, trata de personas y vivir en condiciones infrahumanas a once personas de esa misma nacionalidad, entre ellas dos mujeres embarazadas y cinco menores, en un taller textil clandestino ubicado en Dean Funes 62 bis. A los explotados se les pagaban siete pesos por prenda, del que se descontaba el alquiler, pero el local facturaba unos 200 mil pesos mensuales. Se sospecha que los niños
podrían haber trabajado junto a los adultos. Todos eran de origen boliviano y confeccionaban ropa de marcas muy conocidas. En el lugar, allanado por la justicia federal tras una investigación realizada durante más de un año, secuestraron más de 30 máquinas de coser, tres armas de fuego, teléfonos celulares, y documentos de identidad. Fuentes del Ministerio de Seguridad nacional indicaron que en el taller confeccionaban ropa para las marcas Laundry y Tannery.
El procedimiento, realizado por la Delegación Rosario de la Policía Federal Argentina junto a la Oficina de Rescate y Acompañamiento de Víctimas de Trata de Personas de la Nación, que había recibido una denuncia anónima, se realizó ayer alrededor de las 6 en un taller textil clandestino que funcionaba en una casa de dos plantas situada en Dean Funes 62 bis, en la zona sureste de la ciudad.
«La familia boliviana sometida a esclavitud, trata de personas y a vivir en condiciones infrahumanas está integrada por un matrimonio y tres hijos pequeños, que trabajaban extensas jornadas en el taller clandestino situado en la misma vivienda donde vivían sin siquiera lámparas, al extremo que solamente se iluminaban con la luz de un televisor», informó un vocero de la investigación.
«La pareja detenida vivía en la planta superior de la vivienda, en buenas condiciones, pero la forma en la que trabajaban y vivían los integrantes de la familia explotada son propias de la Edad Media, con explotación laboral, trata de personas y condiciones infrahumanas, y ahora se investiga si también existían trabajo infantil y reducción a la servidumbre», agregó el vocero.
Según trascendió, por las extensas jornadas de trabajo las personas rescatadas cobraban alrededor de tres pesos por prenda. En realidad, esa cantidad era la que les quedaba ya que les descontaban 10 pesos por el alquiler y por utilizar las máquinas de coser. Además de telas, hilos y etiquetas con las marcas de las ropas que confeccionaban, los agentes secuestraron dinero, teléfonos móviles y tres armas de fuego. También había documentos de identidad y tarjetas de crédito.
El sitio web Laundryjeans refiere que la marca de ropa cuenta con once puntos de venta en Rosario, uno en San Lorenzo y otro en Capitán Bermúdez. En la página de Tannery refieren que la empresa cuenta con una experiencia de más de cincuenta años en el rubro y posee plantas propias en Rosario (Santa Fe) y Villa Mercedes (San Luis). Todas las líneas de productos Tannery se desarrollan y manufacturan en nuestras fábricas. «por eso podemos garantizar la calidad de las prendas que se comercializan en nuestros locales exclusivos y en todo el país».
Los investigadores indicaron que los empleados del taller «tenían salidas restringidas y vigiladas» y no tenían acceso directo a la calle. En este sentido, desde la justicia recordaron que para denunciar situaciones de trata de personas se puede llamar al 145, número nacional, gratuito y anónimo.
«No teníamos información de que haya tantos talleres clandestinos en Rosario, pero es lógico que los haya por el crimen organizado que hay en la ciudad», analizó Ezequiel Conte, referente de la Unión de Trabajadores Costureros (UTC), la agrupación gremial de la ONG La Alameda, que denuncia a marcas líderes del mercado textil que hacen uso del trabajo esclavo.