La investigación comenzó en marzo cuando se detectó gente que vendía armas de boca en boca y se infiltró un agente que simuló ser un cliente
El ministro de Seguridad Jorge Lagna se paró detrás de una mesa repleta de armas; a su lado dos funcionarios del Ministerio Público de la Acusación (MPA) y a pocos metros, la primera línea de la Agencia de Investigaciones Criminales (AIC) y efectivos de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE). En la mesa 3.500 municiones, 30 armas de todo tipo y un negocio desbaratado: la venta de armas y municiones por parte de particulares a bandas delictivas. Gran cantidad de las armas secuestradas en trece allanamientos tienen dueños legales con carnés y un cupo de compra de municiones, mil por mes. Y eso es lo que vendían puntualmente: las balas.
En una investigación de dos meses para desbaratar la banda se usaron policías infiltrados bajo la denominación técnica de “agente revelador”. Estos policías compraron fusiles, armas y balas. Lo llamativo es que la banda estaba formada, entre otros, por tres policías rosarinos en actividad que ofrecían el arsenal al mejor postor.
Lagna agradeció, destacó la labor de los fiscales y dio paso a la fiscal regional María Eugenia Iribarren y al fiscal Pablo Socca, que trabajó en la investigación junto a su par Valeria Haurigot. “Muchas armas provienen del circuito legal. Se secuestraron autorizaciones legales y es en el origen lícito donde se debe ahondar en los controles. Las más de 3.500 balas secuestradas son seguramente 3.500 tiros menos disparados en Rosario”, señaló Iribarren.
Sobre el origen de la investigación Socca contó que un hombre vendía fusiles de caza, fue contactado y en marzo se le compraron cinco. “Como también vendían balas, muchas del calibre que se encuentran en las balaceras, se decidió profundizar la investigación. Así se llegó a la banda que proveía armas pero sobre todo municiones, y se capturó a tres policías: dos del Comando Radioeléctrico y un chofer de la AIC”.
La investigación demandó una inversión importante para adquirir artículos que permitieran ganar la confianza de los investigados. Entre lo comprado por los agentes encubiertos se destacaron cuatro cajas de 50 municiones de fusil a 22 mil pesos cada caja y una de 50 balas 9 milímetros a 7 mil pesos. “Un negocio millonario”, acotó Lagna.
Parte de los fusiles comprados por los investigadores resultaron robados en enero a un empresario agropecuario de Córdoba. “Cuando se pactó la primera compra con el infiltrado la cosa estaba muy fría, los vendedores no nos tenían confianza. Se podría haber cerrado la investigación ahí, pero seguimos y ganamos la confianza de los tipos. No fue sencillo, ni conseguir la plata para comprar ni que creyeran en el agente, pero se logró”, dijo una fuente de la investigación.
El total de lo incautado desde marzo a la organización fue de 20 armas largas, once pistolas de distinto calibre, 800 municiones para los fusiles y 2.500 para armas de puño de las usadas en balaceras.
Compra y venta
La investigación comenzó en marzo cuando la AIC supo que en Victoria había gente vendiendo fusiles de boca en boca. Se decidió infiltrar a un policía, un “agente revelador”, que fingió ser un hombre del campo. El vendedor de armas se llama César González, quien puso a su hermano Sergio en contacto con el infiltrado y pactaron la compra de siete fusiles por 350 mil pesos.
Los fiscales sospecharon de que detrás de los fusiles de caza había otro negocio con armas para ser usadas en ilícitos. De una línea de celular interceptada surge una primera evidencia de que había más armas. En intercambios de whatsapp se ofrecen armas de diferentes calibres y municiones en una armería del barrio Bella Vista que con carnés auténticos de legítimo usuario vendía armas y balas por debajo del mostrador.
Así se llegó a la casa de un sodero de barrio las Flores que tenía 14 carnés de legítimo usuario y otras tantas tarjetas de consumo de municiones. Se descuenta que esa documentación se usaba para comprar legalmente armas y balas para insertarlas después en el mercado negro.
Sergio González resultó ser un policía Criminalística en disponibilidad y quedó en la mira como gestor del negocio ilícito, al igual que su esposa, también empleada de la fuerza, y Alan Juárez, del Comando. Escuchas telefónicas a González revelan que éste tiene una armería de confianza en Presidente Perón al 4100 que vendía municiones con una tarjeta de consumo.
Inventario
Entre los allanamientos y las entregas controladas se secuestraron 22 armas largas entre fusiles FAL, Máuser, escopetas y carabinas, así como 17 armas cortas como pistolas de calibres 9 milímetros, 45, 33, 32 y 38. Asimismo, el total de municiones incautadas llegó a 3.429. De éstas, 584 eran de FAL o Máuser, 1.312 para carabinas o escopetas y 1.533 para armas de puño.
Las entregas controladas se realizaron secuestros en cinco citas programadas los días 5, 11, 18, 23 y 26 de marzo. En esos operativos se secuestraron siete armas. Seis eran fusiles: un Winchester Magnun calibre 300, un Winchester 70 XTR 308 Win, un Winchester Trade Mark modelo 70 305, un máuser Argentino 1909, un Weatherby TM Paso Robles K japonés y un Ruger 77/17 17 HMR. También se secuestró un arma larga tipo carabina de origen checo con mira telescópica Nikon.
El 3 de abril se allanó la casa de César González en López al 400 de Villa Gobernador Gálvez. Ahí se secuestraron una escopeta 2070, una carabina 22, una escopeta calibre 16, otra semidesarmada y una carabina desarmada. Además había cuatro revólveres. También había municiones: 200 eran de calibre de caza, 70 de FAL y 20 municiones calibre de caza y 20 para armas de puño.
En el allanamiento a la casa de Sergio González en Carrasco al 2200 secuestraron dos pistolas Bersa Thunder 9 milímetros, un revólver 32 largo y una escopeta Hanzan 12.70. Además había varias municiones de todo tipo, por ejemplo 30 cartuchos de 9 milímetros, cuatro de win 25, tres cargadores con 16 cartuchos de nueve milímetros cada uno, veinte cartuchos 9X19, seis cartuchos 357, tres cartuchos calibre 300 y otros.
En este allanamiento además se hallaron accesorios de explosivos, una mira telescópica, una picana, un silenciador, un iniciador, cables, mechas, chaleco antibalas y tarjetas legítimo usuario vencidas.
En Roca al 300 de Villa Gobernador Gálvez se allanó la casa de Héctor González y encontraron una pistola 45, un revólver 22 y municiones.
En la casa de José Luis Andino, “El Sodero”, en Bermúdez al 6600 de Rosario, había ocho armas cortas y nueve largas. Entre las primeras había una pistola calibre 40, un revólver 32, un pistolón de 12, una pistola 6.35, otra 9 milímetros, un revólver Magnum 357. De las largas se detallaron dos carabinas 32, otra calibre 17 y seis escopetas calibre 12, 1276, 28 y 20. También había 1.037 cartuchos para escopeta y 1.109 balas calibre 40, 45, 635, 22 largo, 32, 9 milímetros, 38 y 357.
Allí se secuestraron seis celulares, una camioneta Toyota Hilux, una Kia y una moto de 110 centímetros cúbicos. Además había 16 carnés de legítimo usuario, todos excepto uno a nombre de Andino.
En el allanamiento a la armería Carmona de Presidente Perón 4164 se secuestraron tarjetas de consumo a nombre de terceros, lo que constituye una irregularidad, el libro de Anmac con el registro de ventas y facturación para cotejar. El comercio, según fuentes de la pesquisa, fue clausurado preventivamente ya que tiene habilitación municipal pero no de la Anmac.
Los sospechosos detenidos serán imputados, en principio el jueves, por “asociación ilícita y comercialización ilegal de armas”.