Dijo que el delito y el narcotráfico crecieron por la «ignominia y el desamparo estatal». También habló del deterioro fiscal.
«Vengo a ayudar a Omar porque es ayudar a todos los santafesinos». Las palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la Asamblea Legislativa santafesina inmediatamente después de que Omar Perotti prestara el juramento de rigor que lo convirtió en gobernador hasta 2023 («por Dios, la Patria, el pueblo de la provincia y mi honor») parecieron oficiar de acicate para el corto pero durísimo discurso que pronunció el rafaelino.
Con su antecesor Miguel Lifschitz a su lado acusó a las administraciones socialistas de complicidad con el delito por lo que anunció que declarará una emergencia en seguridad, de endeudar la provincia, les enrostró una minuciosa enumeración de índices negativos en economía, finanzas, salud, educación y pobreza tal cual hiciera un día antes Fernández con Mauricio Macri en el Congreso nacional.
También emulando la decisión presidencial pero criticando la decisión «de algo que no pasó nunca en ningún lado de que un gobierno saliente le elabore el presupuesto al entrante», pidió prórroga para enviar un nuevo presupuesto de su propia factura. Un señal que le marcó la cancha a Lifschitz, que ahora es presidente de la Cámara de Diputados y por eso estaba sentado en el mismo estrado y menos de una hora después debiera ponerle la banda tricolor y le entregarle el bastón de mando en el Salón Blanco de la Casa Gris (ver aparte).
Antes había jurado Alejandra Rodenas por la patria y el honor y como nueva vicegobernadora pasó a presidir la Asamblea por lo que fue ella quien le tomó el juramento a Perotti. Luego habló el presidente quien llamó «amigo» a Lifschitz e incluso antes lo había sumado a las fotos en la explanada del palacio cuando llegó. Todos gestos amistosos que no preanunciaron la paliza que luego le diera su sucesor.
Fernández se dijo feliz que nos estemos acostumbrando «a alternar y de modo no traumático porque esto es la democracia». Fue un corto saludo que tuvo también la finalidad de dar un mensaje a su propio partido. A la mañana había estado en la asunción de Axel Kichilof quien dijera que Cristina es única jefa. A la tarde vino a asegurar «ayuda» al santafesino y luego partió a hacer lo propio con Gustavo Bordet, el gobernador entrerriano que también asumió ayer. Dos gobernadores «más albertistas que cristinistas».
Perotti con su decisión de desconocer el presupuesto que le dejaron los socialistas y le aprobó la Legislatura con el concurso de seis senadores peronistas, también dio una señal a éstos.
«A las crisis no se las llora, se las enfrenta y se las resuelve», dijo un Perotti bien lejos de su proverbial moderación y aseveró que «a Santa Fe hay que ordenarla en todos sentido».
Aseguró que «el resultado fiscal de la provincia se deterioró un 316 por ciento» entre 2018 y 2019, y manifestó que «en ninguna provincia argentina hubo un deterioro de semejante magnitud», además de sostener que «la desidia y la ignominia estatal» permitió la expansión del narcotráfico.
«Sin orden no se pueden disfrutan las libertades, no se puede vivir en paz sin un sistema de seguridad pública eficiente», dijo al iniciar una dura crítica al sistema de seguridad de la administración socialista.
Divorcio
Aseguró que «el aumento y la expansión del delito en la provincia en los últimos tiempos han puesto en tela de juicio el sistema de seguridad pública santafesino» y manifestó que «la Policía provincial adolece de severas deficiencias institucionales en el cumplimiento de sus funciones de prevención delictiva e investigación criminal», además de aseverar: «La Policía se ha divorciado de la sociedad y ésta le ha perdido confianza».
Sostuvo además que el narcotráfico «se ha expandido al amparo de la desidia y la ignominia estatal».
Tras asegurar que existe «desdeño estatal», hay «vista gorda policial» y también «complicidad asentada en un pacto de gobernabilidad directo o indirecto con el delito», Perotti sentenció: «Esto se acabó. Hay que cortar los vínculos con el delito». También prometió la implementación de un programa de inclusión educativa para combatir «la brecha social», y reiteró su intención de lograr un boleto educativo gratuito para que «las familias más humildes» no tengan que resignar la educación de sus hijos «por el costo del transporte».