El dato es de principios de abril hasta octubre. Sin embargo, vecinos de varios barrios se siguen quejando porque «no pueden descansar». También, ya iniciaron el trámite de habilitación 11 nuevos emprendimientos gastronómicos.
Con la llegada del calor, el uso de veredas en bares y pubs es la elección más recurrente. Pero el uso del espacio público, desde el 15 de noviembre, estará permitido sólo hasta la hora 1.30. Luego, todos dentro del local. Crédito: Manuel Fabatía
La «Ordenanza de Regulación del Esparcimiento» en la ciudad de Santa Fe, más conocida como la «nueva nocturnidad», comenzó a regir a fines de marzo y principios de abril. La norma, que pasó por las fases de una audiencia pública donde participaron todos los actores involucrados en la noche de santa fe, reuniones con expertos, etcétera- tiene un camino recorrido: ya pasaron siete meses y medio de su vigencia operativa.
En líneas generales, hay al menos cuatro grandes áreas que abarcó esta ordenanza que llegó con la intención de ser un resorte regulador de todas las actividades nocturnas, gastronómicas, recreativas y bailables: los horarios de apertura y, sobre todo, de cierre; las inspecciones suficientes para hacer cumplir esas horas; la cuestión acústica (insonorización de locales para evitar ruidos molestos) y los usos del espacio público.
Como toda nueva norma que intenta superar lo que dejó la emergencia nocturna (que hasta el año pasado seguía vigente desde su declaración, en 2009, y ahora quedó derogada), en los primeros meses de su aplicación hubo pros y contras. Faltaban detalles, información sobre quiénes se adaptaban a los alcances de la normativa y quiénes no, quizás por negligencia o desconocimiento.
Transcurrió un tiempo prudencial y ahora, algunos datos oficiales empiezan a conocerse: fuentes municipales confiaron a El Litoral que desde fines de marzo y principios de abril a octubre, las denuncias sobre ruidos molestos por parte de los vecinos al 0800 de la Municipalidad «tuvieron una reducción en torno al 15%».
Primer dato significativo, pero que al mismo tiempo va a contrapelo de la situación planteada por vecinos de barrios 7 Jefes, Candioti Norte y Sur, quizás el área más «saturada» de bares, pubs y restós de la ciudad. En un comunicado reciente emitido a los medios de comunicación, los vecinos de estos tres distritos cuestionaron los «altos decibeles» que padecen seguido, y que les prohíbe un descanso mínimamente digno.
Pero a su vez, cuestionaron el «caos en el tránsito», los «usos de garages privados como estacionamientos» (algo que está prohibido, como se sabe). También señalaron «los daños en veredas y su uso como baños, puestos ambulantes no regulados, inseguridad y vandalismo en casas particulares». Al tema del sonido seguramente será necesario seguramente reevaluarlo.
Controles y habilitaciones
Otro de los datos que ofreció la Municipalidad local a este diario fue que desde que se comenzó a implementar la normativa de control de la nocturnidad -siempre entre abril y octubre-, que realizó «un total de 21 visitas (controles de inspectores, se deduce), en 16 lugares nocturnos diferentes, que no sólo incluyeron bares si no también salones de eventos, clubes y vecinales», precisaron las fuentes oficiales.
Otro número: actualmente se encuentran funcionando 8 bares de categoría B y/o C. ¿Qué quieren decir estas tipologías? Son locales nocturnos categoría B los «bares, restaurantes y afines con posibilidad de actividad complementaria de música en vivo y/o baile del público asistente sin venta de entradas, con aforo permitido de hasta 80 personas». Y los de categoría C tienen las mismas características pero con aforo mayor, de hasta 200 personas.
Para el Municipio de Santa Fe, el debut de la nueva nocturnidad fue «positivo»
En ambos casos, para poder funcionar con el servicio de música en vivo y baile, consta en la ordenanza, estos locales (comúnmente pubs) debieron previamente haber presentado un «informe de impacto acústico», luego haberlo entregado al municipio y, de acuerdo a las conclusiones sobre dicho informe de acustización evaluado por el Ejecutivo, debieron «haber realizado las obras y tomar medidas de acondicionamiento acústico y/o vibratorio», justamente, para no emitir ruidos molestos al vecindario.
Pero además, también en ambos casos, debieron adquirir dispositivos o sistemas de monitoreo sonoro permanente tanto en el interior como en el exterior del establecimiento respectivo. Es decir, contar con un decibelímetro interno, que mida la emisión sonora dentro del local.
Ese dispositivo indica si los decibeles están dentro de los niveles permitidos o no. Y dicha información, en la teoría de la norma legislativa local, es recepcionada por el área nueva de control acústico que se creó en el marco de la ordenanza. Al respecto, el municipio informó a El Litoral que dicha área «está elaborando un ‘mapa de ruido’ sobre la base de la información acústica que se va recopilando».
Finalmente, han iniciado el trámite de habilitación correspondiente 11 nuevos establecimientos nocturnos», concluyeron las fuentes oficiales.
Nuevos horarios
Cabe recordar que para casi todos los locales alcanzados por la ordenanza, con el inicio de la temporada de verano comienzan a regir nuevos horarios de apertura y cierre. Así, en la Categoría A, que son los bares, restaurantes y afines con actividad de servicio de bar o restaurante (no de música en vivo y baile), desde esa fecha al 14 de marzo los horarios de funcionamiento -en patios abiertos y espacio público, como veredas- serán de domingos a miércoles hasta la 1.30 hora del día siguiente; y jueves, viernes, sábados y vísperas de feriados, hasta la hora 3 del día siguiente.
Los mismos horarios rigen para bares y afines con opción de música y baile (categorías B y C) en la temporada estival. Y finalmente, con respecto a los paradores de playas (ubicados en por ejemplo, Costanera Este) tienen como hora tope del sonido amplificado en el exterior hasta 2 horas antes del cierre (de domingos a jueves desde las 9 hasta la hora cero), más la obligatoriedad de contar con dispositivos, mecanismos o sistemas de monitoreo sonoro permanente.
Fuente El Litoral