El procesamiento del juez federal Miño no revela una estructura compleja pero sí refleja una aceitada organización entre un grupo de personas que lideraba Villarroel. Contactos con empresarios dedicados a la compra venta de autos.
El juez federal Francisco Miño procesó el pasado 26 de diciembre a Sergio Norberto Villarroel, de 56 años, oriundo de la localidad de Del Viso en la provincia de Buenos Aires, pero residente en el barrio de Alto Verde desde hace más de una década. El magistrado lo encontró responsable de diversos delitos: organizador de una banda dedicada a vender drogas, transportista del estupefaciente y , finalmente vendedor de marihuana y cocaína. A su pareja, Débora Vanina Flores y a dos de sus aliados principales en la organización, Cristian Gamarra y Luis Alberto González, como responsables de los delitos de comercialización de drogas. Todos quedaron en prisión preventiva. Habían sido detenidos el 10 de diciembre del año pasado en Alto Verde y en otros barrios del norte de la ciudad.
La investigación sobre el accionar del “Zurdo” comenzó en los primeros meses de 2014 con un llamado al 0800 de Gendarmería Nacional que daba cuenta sobre la posible vinculación de tres santafesinos con la venta de drogas en la región, cuyo proveedor real era Villarroel. En mayo del mismo año la Fiscalía toma la dirección técnica de la investigación y avanza en las pesquisas con personal de Gendarmería. La intervención de personal de inteligencia de Prefectura en la causa profundizó la pesquisa, sobre todo a partir de la intervención telefónica de varios celulares. Así se pudo establecer que Cristian Gamarra era el principal vendedor que tenía Villarroel e, incluso, estaba autorizado a comprar drogas en ocasiones que no pudiese hacerlo el “Zurdo”, siempre con la supervisión del principal investigado. Los investigadores también detectaron en la primera parte del proceso que Villarroel tenía una estructura reducida, de confianza, familiar. Por eso su pareja, Débora Vanina Flores, quedó detenida con él. También revelan las escuchas que hay otros integrantes el entorno familiar de Villarroel dedicados a la venta, como así también un grupo de personas de “carácter fungible” e intervención esporádica, dedicados al trabajo de comercialización. En el primer grupo, el más cercano, aparece Luis Alberto González. Un joven que vendía la droga que le proveía Gamarra. Este último simulaba sus ingresos desmedidos con la actividad de dos pollerías en la zona norte de la ciudad, una en Castelli al 3.600 y otra en Avenida General Paz al 5.700. Para el juez Miño “Gamarra cumple el rol de comprar, almacenar, estirar, fraccionar, distribuir y vender la droga de Villarroel. Par el juez, está demostrado que los detenidos venden drogas desde – al menos – abril de 2014 y que el organizador del grupo es el “Zurdo”. Cuando allanaron la casa que el jefe de la banda compartía con Flores, en el acceso a Alto Verde, encontraron innumerables elementos informáticos de comunicación: varios teléfonos celulares, notebooks, tablets, un Handy y equipos GPS.
El “Zurdo” también disponía de una vivienda en la ciudad de Rincón, ubicada en calle Del Sol. En esa casa, al momento de los allanamientos simultáneos, tenía en su interior una bolsa con cocaína – presumiblemente estirada- tarjetas de bancos locales, y dos células de autorización para conducir un BMW. Una de ellas a nombre de Diego Tibaldi, un ex barra de Unión que, según dijo el principal investigado en su indagatoria, “le cambia cheques o le preste plata. O viceversa”. También en esa instancia el “Zurdo” declaró que a Gamarra lo conocer porque “vendía pollos en Alto Verde y yo le compraba y le pedía una mano para asarlos en oportunidad de alguna actividad en el club Defensores de Alto Verde” (que lideraba Villarroel hace unos años). En el caso de González dijo que se lo habían presentado porque era –González- del barrio La loma, donde quería ‘tirar cables y cobrar el abono’”, actividad económica que ya desarrollaba en Alto Verde a la vista de todos. Incluso con una oficina que tenía una inscripción que decía “Alto Verde Cable”, también allanado.
Línea Directa
De las escuchas telefónicas realizadas sobre varias líneas de celulares que usaba Villarroel (alrededor de 10) surgen varios datos de interés para los argumentos del procesamiento del juez Miño. Pudo establecerse que uno de los proveedores fuerte de Villarroel es un tal “Pelado” o “Toti”, de 42 años, con antecedentes en el mundo del tráfico de drogas trasnacional y con una condena reciente por contrabando de drogas en el norte argentino. Las conversaciones intentaban ser codificadas pero más de una vez eran relajadas y literales. Por ejemplo, en una Villarroel encarga “carbón” o “soda cáustica” cuando se refería a precursores químicos. Flores también tiene varias horas de intervención telefónica. Habla sin vueltas, “necesito 100 gms ya”. El que intentaba ser más prolijo era Gamarra, tal vez sospechando que lo estaban siguiendo los investigadores. “Se rompió el arrollado, lo ataron mal… tenga cuidado que si vende uno le van a zapatear”, le dice en una conversación al “Zurdo”, haciendo referencia al envoltorio en el que llegó droga prensada supuestamente en mal estado.
“El tipo vende drogas, es pesado y maneja mucha guita”
Una de las puntas investigativas aún no exploradas en profundidad, pero que serán relevadas en adelante para probar el levado de dinero, da cuenta de una relación del “Zurdo” con un vendedor de autos local bastante fluida. Jorge L, dueño de una concesionaria de autos en la ciudad intercambió varios llamados directamente con el “Zurdo”. Además, en otros – y con otras personas- da cuenta del conocimiento de la actividad de Villarroel. El 8 de noviembre pasado, a las 16.41, se comunicó con un tal “Alejandro”, presumiblemente también vendedor de autos en Paraná. En esa conversación Alejandro le dice que un auto, que sería del “Zurdo”, no se puede vender porque debe muchos impuestos en patente. Jorge L .le pide que se relaje y espere una moratoria para venderlo. Alejandro le dice que nadie compra un auto con tanta deuda y menos espera a la moratoria para que el vendedor regularice. J.L lo tranquiliza: “quedáte tranquilo, el tipo pagar, paga”, en relación a la posibilidad de pedirle unos cheques para cancelar la deuda.
– ¿Y éste vago a qué se dedica?, le pregunta Alejandro a Jorge
-Vende drogas, te lo digo directamente. Para que no me rompas las bolas…el tipo es muy pesado, maneja mucha guita. Hay que saberlos manejar, son negros.
-Qué cagada meterte con un tipo así. – le dice Alejandro-.
Autor: H.M.G