El máximo tribunal del país dejó firmes las condenas para los presos Ariel Rojas y Rodrigo Romero, cabecillas de la revuelta que terminó con 14 rosarinos muertos.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación dejó firmes las condenas a prisión perpetua contra dos acusados por la denominada “Masacre de Coronda”, el asesinato de 14 presos de esa cárcel santafesina ocurridos el 11 de abril de 2005.
El máximo tribunal, con las firmas de los jueces Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco y Carlos Fayt, tuvo por “no presentado” el último recurso intentado por la defensa oficial de Ariel José Rojas y Rodrigo Sebastián Romero. Así, quedaron firmes las condenas a prisión perpetua por los delitos de “privación de la libertad coaccionante, agravada por haberse logrado el propósito y homicidio calificado por alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas (reiterado en 14 oportunidades)”.
“Tanto Rojas como Romero tuvieron un papel determinante en los hechos, contribuyendo a un plan común, avanzando en grupo y armados, sobre personas indefensas y encerradas (sin la más mínima posibilidad de huir o defenderse) para de esa forma abrir las celdas de a una por vez y darles muerte de acuerdo a una minuciosa selección de los presos rosarinos, actuando sobre seguro y aprovechando el estado de indefensión de las víctimas”, sostiene la condena que pesa sobre ambos.
Con el nombre de “Masacre de Coronda” se conoce al episodio que ocurrió, según la versión oficial, como consecuencia de la enemistad entre presos santafesinos y rosarinos en los distintos pabellones de la cárcel más grande de Santa Fe. Pero el fallo judicial que originalmente dispuso las condenas especuló con que no se trató de un enfrentamiento entre rosarinos y santafesinos, sino un plan para vengar “las actitudes de los internos que atacaban a las visitas”.
Los detenidos santafesinos acusaban a los rosarinos de hostigar a las visitas y robarles sus pertenencias, violando así un código carcelario no escrito pero de cumplimiento obligatorio en los penales. Varios presos fueron quemados vivos, otros degollados y los más, acuchillados con facas.