Hay más verdad de boxeo en el maravilloso cuento Un buen bistec, de Jack London, que en la orgía de los 300 millones de dólares que se repartieron Mayweather y Pacquiao en el congreso de VIPS presentes en Las Vegas. ¿Será por la enfermedad del dinero? Si lo mejor que el boxeo puede ofrecer en estos tiempos son más millones que emoción, mejor no ser nunca más el centro de atención del planeta.
Los aficionados que se hayan acercado a este mundo estarán cabreados y tendrán razón; les parecerá una estafa piramidal como la de Madoff, otra burbuja salvajemente especulativa. En vez de emoción y excitación, asistimos a otra sesión de espiritismo escapista y esgrima del sumo sacerdote Mayweather, que se acerca peligrosamente al arte de no pegar (casi nada) y que no te peguen. Involución -antiboxeo- para las grandes masas, evolución -boxeo científico- para los especialistas. Porque el Combate del siglo se quedó en otro sucedáneo, lo que el sumo sacerdote destila químicamente en decenas de millones de dólares. Victoria a los puntos. En las tarjetas de los jueces: 118-110 y doble 116-112.
Era Pacquiao, ningún otro, la última Gran Esperanza, y también fue hipnotizado por la supremacía rival en la esquiva, incapaz de presionar lo necesario, con el menor ratio de impactos de su vida en el día más importante. 81 golpes impactados de 429 (148/435 su adversario). Se escuda -aunque afirme que ganó la pelea- en su hombro derecho lesionado y en que la Comisión Atlética de Nevada le prohibió infiltrarse. Ya lo vimos demasiadas veces y cansa… Se confirmó al milímetro: la pelea de dos gigantes llegó cinco años tarde.
Está el pugilismo y existe Money Mayweather, al que hay que dar de comer cientos de millones aparte pese los pésimos espectáculos en sus cinco o seis últimos combates. No hay duda de que se trata del personaje más inteligente de la historia de este deporte.
Quien dice que Ali fue inteligente es que desconoce la intrahistoria de sus últimos combates, en los que Ferdie Pacheco -su médico- le vio vomitar sangre de tantos castigos, llegó a temer por su pierna derecha en aquella infame función de artes marciales en Tokio -que le organizó Bob Arum, padrino ahora de Pacquiao-… Los grandes como Ali, Sugar Ray, Joe Louis, Mike Tyson o Sonny Liston nunca supieron retirarse a tiempo. Más que de toreros, es propio también de leyendas del pugilismo. Sin embargo, Money sí que se está sabiendo jubilarse intacto y con toneladas de oro, como nadie. Su cara intacta y vendiendo humaradas de escapismo a precio de decenas de millones de dólares. Luce su etiqueta de gangsta rap, malo malísimo, despilfarrador y grosero fuera del ring, y dentro del ring no hace más que escurrir el bulto, esbozar de mala gana las tremendas potencialidades que aún tiene pese a sus 38 años. Y se proclama The Best Ever, y van y le creen. Como si la inmortalidad de este deporte se ganase sólo con millones…
Si ven algún día un documental de boxeo a un tipo de sonrisa mágica, con puro, sombrero, pantalones a rayas y un martini cerca, no hay duda, es el inconfundible Bert Sugar, probablemente el mejor historiador de boxeo americano. Llegó a escribir miles de artículos, participó en los mejores documentales, escribió unos 80 libros y murió de cancer en marzo 2012. Suya es una lista de los mejores boxeadores libra por libra publicada en Sport Illustrated y que levantó ampollas en el boxeo latino al desplazar a mitos como Durán (9º) y a Chavez (18º). Intocable Sugar Ray Robinson (1º), Henry Arsmstrong (2º), Willie Pep (3º), Joe Louis (4) , Muhammad Ali (7º) y Marciano (15º). Jamás se le hubiese pasado por la cabeza incluir a Mayweather entre los 10 mejores. Por favor, no insulten su memoria, y no se crean la propaganda que los altavoces repiten. Se lo diría un tipo cuya broma más aplaudida por sus amigos era decirles que había visto tantos combates en su vida, llevaba tanto tiempo en esto, que habría que remontarse al Caín vs Abel, el primer combate de la Humanidad.
Fuente: Diario El Mundo