Diego Pablo C., de 25 años, declaró ayer por primera vez ante la Justicia y tras ello un juez ordenó que siga el proceso fuera de prisión
Dos semanas después de quedar detenido por atropellar y causar la muerte de dos ladrones en moto y luego de tres marchas multitudinarias reclamando su libertad, Diego Pablo C. salió de prisión. En una audiencia penal por zoom que se hizo al cerrar la tarde el muchacho dio su versión del robo que lo sorprendió cuando llegaba a su casa de Fisherton y de la persecución que emprendió en su camioneta contra los asaltantes, arrollados a unas seis cuadras. Luego de esa declaración breve el juez Román Lanzón hizo lugar a un acuerdo previo entre el fiscal y la defensa para que recupere la libertad con una serie de restricciones. La medida anticipa un posible cambio de calificación del actual enfoque de homicidio simple al de homicidio con exceso en la legítima defensa, con menor pena.
“Los seguí para frenarlos, nunca para matarlos”, dijo el joven de 25 años que por el momento seguirá acusado de homicidio simple pero en libertad. El fiscal Patricio Saldutti planteó que el relato del imputado no contiene fisuras con las nuevas pruebas reunidas en la investigación, a la que considera avanzada. Aunque aún quedan medidas pendientes como los informes finales de las autopsias y de una pericia accidentológica vial. Con 21 cámaras de vigilancia relevadas y la declaración de doce testigos que captaron alguna parte del hecho, el fiscal consideró que “se divisa objetivamente la posibilidad de un futuro encuadre legal menos gravoso”.
Esto, sumado al hecho de que el propio imputado ofreciera declarar, llevó al juez a concluir que se redujeron los criterios de peligrosidad procesal por los que el domingo 11 de abril le había dictado 60 días de prisión preventiva. Lanzón fijó reglas de conducta como la obligación de someterse al cuidado de dos familiares como garantes de su sujeción al proceso, fijar un domicilio, la obligación de presentarse una vez por semana en la Oficina de Gestión Judicial para estampar su firma, la prohibición de salir de la provincia y de mantener cualquier tipo de acercamiento o contacto con los familiares de las víctimas.
A esto se suman cláusulas de rutina como la prohibición de portar armas de fuego y consumir estupefacientes. No se fijó fianza ni restricción económica aunque de todos modos la camioneta y el dinero sustraído a Diego —recuperado en la escena fatal— permanecen secuestrados en la causa. “En su declaración contó la secuencia del robo, coincidente con los testigos que pudimos obtener luego de la audiencia imputativa”, explicó el fiscal en una conferencia de prensa tras la audiencia, que al ser por zoom fue oral pero sin el acceso de la prensa.
Así, el testimonio en primera persona del protagonista de un caso de enorme sensibilidad pública fue escuchado solo por las partes. Según contaron, fue un relato breve de unos diez minutos que brindó sereno y con cierta «congoja», conectado desde el Order de 27 de Febrero al 7800 donde estaba detenido. El joven refirió circunstancias del hecho sin dar demasiados detalles sobre el momento en que arrolló a Luciano Escudero y Diego Quiroga García y no respondió preguntas.
El episodio se desencadenó la tarde del jueves 8 de abril alrededor de las 16.30 en Amuchástegui al 600. Una seis cuadras al oeste de la Circunvalación, en un sector de Fisherton caracterizado como una barriada de clase media, Diego llegó en su camioneta Chevrolet S10 a la casa de su padre cuando fue interceptado por dos hombres que iban en una moto Honda Titán roja.
Al menos uno se bajó, le rompió una ventanilla del vehículo y lo obligó a descender. Un vecino lo vio en cuclillas —otro testigo de rodillas— mientras era amenazado con un arma de fuego y obligado a entregar una mochila con 2 mil dólares. Al parecer los ladrones le pidieron más y el joven entregó una billetera con 2.400 pesos y su celular. Con el botín en su poder los asaltantes huyeron en contramano por Amuchástegui hacia el norte.
Diego C. decidió perseguir a los asaltantes y según declaró ayer hubo un tramo en el que los perdió de vista. Pero los ubicó unas cuadras más adelante. Dijo que los últimos 500 metros los ocupantes de la moto iban exhibiendo un arma, sin disparar, mientras él tocaba bocina. Los dos vehículos terminaron circulando por Juez Zuviría y subieron a la vereda este apenas cruzaron la calle Navarro. Primero lo hizo la moto seguida de cerca por la camioneta.
La cámara de una casa de esa misma vereda captó cuando el vehículo de Diego pasó por arriba a la moto y se estampó contra un árbol. Quiroga García, de 25 años, murió en el momento. Y Escudero, de 29, fue rescatado con golpes tan graves que murió al día siguiente. La detención de Diego C. como autor de la muerte de los dos jóvenes oriundos de barrio Ludueña provocó tres manifestaciones multitudinarias reclamando la libertad que finalmente obtuvo anoche.
De acuerdo con el fiscal, el joven imputado dijo que “al llegar a su domicilio lo abordan dos sujetos armados que efectuaron tres disparos al aire y le sustrajeron el bolso con dinero. El los persiguió y los encontró unas cuadras después”. Esto, según Saldutti, es coincidente con lo detectado por las cámaras. A partir de ese momento “se da una persecución que transcurrió por unos 500 metros donde los ocupantes de la moto iban exhibiendo el arma de fuego sin llegar a disparar. Dijo que su intención era encontrar policías para que los detuvieran y recuperar lo que le habían robado. Él dice que no tuvo intención de matar. Igual hay que diferenciar la intención en materia penal y en materia coloquial”, observó el fiscal.
Sobre el instante final sólo dijo que subió con la camioneta por la vereda detrás de la moto y terminó chocando contra el árbol. “El dijo que los siguió para frenarlos, nunca para matarlos. Perdió el control de la camioneta. No pudo frenar, solamente frenó cuando chocó contra el árbol, no sintió ningún impacto contra la motocicleta”, indicó el abogado defensor Pablo Rajmil. Sobre ese preciso y crucial instante el fiscal no pudo ahondar porque el joven se negó a responder preguntas.
Lo que cambió en sólo quince días para que Diego C. pasara de estar en prisión preventiva a recuperar la libertad es el acopio de nueva evidencia, coincidente con su relato. Esto ubica a la acusación ante la perspectiva de una rebaja en la calificación de homicidio simple (con pena de 8 a 25 años) a homicidio con exceso en la legítima defensa (1 a 5 años). La menor expectativa de pena “vuelve innecesaria una medida cautelar tan gravosa como la prisión preventiva”, dijo el fiscal.
En tanto, si bien Diego C. describió un robo cometido por sólo dos personas, el fiscal indicó que continuará abierta la investigación del robo ante la hipótesis de la participación de una tercera persona en otra moto.
“Estuvimos trabajando fuerte todos estos días con un equipo interdisciplinario de psicólogos, peritos especialistas de accidentología y de tiro”, rescató tras la audiencia el defensor Rajmil y consideró que “va a ser difícil que Diego haga una vida normal por las amenazas que recibió”, según dijo, en la escena del hecho y por redes sociales. Por este motivo solicitó custodia policial para el muchacho, que sobre las 21 de anoche fue retirado del Order mientras las cámaras de televisión registraban su salida en un Renault Clio negro con vidrios polarizados y con escolta policial.