El exejecutivo de FIFA, Chuck Blazer, se convirtió en el enemigo número 1 de los 14 funcionarios de la entidad más importante del fútbol por “sobornos millonarios”.
Desde muy joven se destacó haciendo negocios en la liga de los Estados Unidos y, rápidamente, escaló hasta el vértice del poder de la Concacaf, entre 1990 y 2011. También integró en 1996 el Comité Ejecutivo de la FIFA.
Sin embargo, en 2013, sintió que el poder y los millones amasados no le alcanzaban para frenar la investigación del periodista Andrew Jennings de The Independent por presuntas coimas millonarias (USD $15 millones). El organismo lo suspendió durante 90 días mientras estuvo bajo sospecha.
“Chuck” Blazer, en una situación judicial complicada, ingresó en escena de la denuncia que puso en jaque a la FIFA. Fue así que se arrepintió y reconoció sus tropelías, devolvió u$s 1,9 millones y comenzó a colaborar en la investigación del FBI contra la FIFA para atenuar su pena.
Y, justamente, fue Blazer quien aportó los datos más firmes de la investigación: grabó miles de horas de conversaciones en reuniones del comité, de las que se despreden maniobras ilícitas.
Gastos increíbles. Según afirma el New York Daily News, los gastos excéntricos de Blazer se caracterizan por viajes en jets privados, escapadas a islas exóticas como las Bahamas y dos apartamentos en la torre Trump con vista al Central Park.
Blazer solía trabajar en dos apartamentos en el piso 49 del Trump de 18.000 dólares y “un refugio” contiguo por 6.000 dólares para sus gatos. Según apunta el mismo periódico, habría comprado una camioneta Hummer H2 con dinero de la Concacaf y gastó más de 21.000 dólares para mantenerla a resguardo en un estacionamiento.
En 2010, Blazer gastó $ 810,000 en la compra de dos apartamentos en el Mondrian South Beach Hotel Residences.
Blazer, sin embargo, no limitó sus influencias al mundo de la redonda sin que también se codeó con los hombres más poderosos del mundo: Vladimir Putin, Hillary Clinton, Pope Juan Pablo II y Nelson Mandela.