«Hay dirigentes que están muy interesados en generar fricciones en las relaciones entre el radicalismo y el socialismo, las declaraciones del Presidente apuntan en ese sentido», señaló el gobernador al analizar las críticas de Macri a su gestión.
El día después que el presidente Mauricio Macri acusara al gobernador Miguel Lifschitz de «falta de vocación para coordinar» políticas con la Nación, el gobernador de Santa Fe decidió contestarle en el programa «Los días contados», que conduce Pablo Feldman por Canal 5. «Me sorprendieron las declaraciones del Presidente, a mí me toca ser crítico
en muchas cosas no sólo por razones ideológicas, el régimen de importaciones está afectando a las industrias de la provincia, está dejando gente sin laburo», remarcó el mandatario. «Somos críticos con moderación», precisó y se pronunció por «pensar algún camino distinto para la Argentina, distinto a lo que fue el pasado reciente, también distinto a lo que hoy se propone desde el gobierno nacional». En una extensa entrevista, Lifschitz abordó otros temas como la relación con los radicales, la anulación de los concursos que habían ganado Juan Murray y Enrique Font, la baja de la tasa de homicidios, la policía municipal en el marco de la reforma constitucional. Con resdpecto a la tarifa de luz fue contundente sobre una posible quita: «No podríamos hacerla porque ya entra en colapso la ecuación económica de la empresa».
A continuación se reproduce el diálogo completo con el gobernador:
–Al mediodía estuvimos en un almuerzo con varios gobernadores donde Macri estaba con la Corporación Andina de Fomento. Se acercó a la mesa, saludó a todos, no hizo allí ninguna diferencia, y posteriormente me enteré a la tarde de esta nota, que tal vez había grabado antes, no sé en qué momento. Me sorprendió porque no tiene que ver con la realidad. Yo lo rescato permanentemente, tenemos un muy buen diálogo…– recordó cuando se le preguntó por las declaraciones del Presidente.
–Ustedes fueron a todas las reuniones, fueron más veces a reunirse en estos siete meses que en los últimos siete años…
–Creo que he sido el gobernador que ha tenido asistencia perfecta. Hubo reuniones que algunos van y otros no van. He ido todas las veces que me han convocado, reuniones con gobernadores, presentaciones. Nuestros ministros están permanentemente en contacto. Yo mismo tengo casi todas las semanas con algunos de los ministros, y objetivamente tenemos buen diálogo, lo rescato y venimos avanzando. Habrá lugares donde se avanza más que en otros, en la Ciudad de Buenos Aires, en la provincia de Buenos Aires…
–Son del palo además.
–Claro, no pretendo que me traten de la misma forma, pero la verdad no hay ningún argumento que amerite esa (declaración).
–Aparte dijo que la intendenta Mónica Fein no es así.
–Además me llama poderosamente la atención que con gobernadores como Alicia Kirchner, Guido Insfrán, Juan Manzur, por no nombrar a varios más, pueda establecer una relación más de cooperación, que con un gobierno como el nuestro, que es un gobierno honesto, comprometido, con planes, con iniciativas, con proyectos, con buen diálogo, porque si somos críticos es porque nos toca ser críticos. A mí me toca serlo en muchas cosas, pero no sólo por razones ideológicas, si no en defensa de mi función, de la gente que represento. Yo tengo que cuestionar el régimen de importaciones porque está afectando a las industrias de la provincia, está dejando gente sin laburo. Tengo que decir que la respuesta que se les ha dado a los sectores productivos afectados por las inundaciones… pero 55 millones al lado de 30 mil millones de pérdida que ha tenido la provincia, es como poco, podría haber habido algo más. De la misma forma que hemos acompañado otros proyectos, porque no somos una oposición destructiva, al contrario. Creo que lo valioso de la democracia es que nos podamos respetar en nuestras diferencias, y a pesar de eso podamos trabajar en conjunto.
–Ahí puede haber una cuestión de política partidaria, en tanto y en cuanto no hay manera de que los socialistas o el Frente Progresista se sumen a Cambiemos, más allá de Corral y de actitudes personales.
–Ese es el problema. Me da la sensación que el gobierno trabaja sobre un sistema binario, de alguna manera reproduciendo el modelo anterior. De un lado están los malos, que es el kirchnerismo, y acá estamos los buenos que somos Cambiemos. Y en el medio no hay nada. Es funcional, pero no es la realidad. Porque en el medio hay millones de argentinos, montones de dirigentes políticos de distintos partidos, entre los que me cuento, que somos muy críticos del pasado, si bien podemos rescatar muchas cosas, pero también somos críticos ahora, con moderación, con prudencia. Tenemos cosas con las que no estamos de acuerdo. De la misma forma como el PRO, que es opositor aquí en Santa Fe y son críticos muchas veces, son las reglas de juego.
–El asunto es cuando lo propio se complica. Días pasados entró en ese pequeño corto las declaraciones de Corral en un acto donde el intendente radical dijo: «Somos honestos, estamos en 450 comunas de todos el país, no tenemos cuenta en Panamá». Ahí se encendieron las luces, y dijeron «el radicalismo se queda en el Frente Progresista». Es una discusión que en algún momento se va a plantear.
–Es una discusión, y creo que hay dirigentes de la provincia de Santa Fe que están muy interesados en generar fricciones, en hacer ruido en las relaciones entre el radicalismo y el socialismo, en plantear dudas sobre la continuidad del Frente Progresista. Las declaraciones del Presidente apuntan en ese sentido, pero me parece que esto tampoco es bueno. Cada uno debe ser respetuoso de las definiciones políticas de los otros partidos, la realidad de esa articulación que tenemos con el radicalismo desde hace muchos años es muy sólida, mucho más de lo que algunos creen, está fundada no solamente en coincidencias de trabajo, si no también en una gestión compartida, en relaciones humanas que se han ido construyendo a lo largo años. No quiere decir que esto sea eterno, se puede romper como todas las cosas. Pero trabajamos todos los días para sostener este proyecto porque es válido, que justamente está en el medio de esta grieta, que apunta a pensar algún camino distinto para la Argentina, distinto a lo que fue el pasado reciente, también distinto a lo que hoy se propone desde el gobierno nacional. Distinto no quiere decir que sea contrapuesto, quiere decir que tiene otro camino, otros objetivos, otra línea de pensamiento.
–La semana pasada se publicó en la portada de Rosario/12 el decreto 1597 que dejaba sin efecto los concursos para cargos semejantes a los de fiscales de Juan Murray y Enrique Font que habían ganado en 2012. Por un lado, parece una intervención del Poder Ejecutivo que no tiene precedentes en otro poder como el Judicial, y el otro el contenido de la resolución porque «influían negativamente sobre el proceso de transformación de la justicia penal», un criterio opinable y en este caso lo puede usar el ministro Silberstein.
–El hecho de que las designaciones las haga el gobernador es una atribución que le da la Constitución a tomar esas decisiones, que pueden ser favorables o no según los casos. Este es un concurso que llevaba ya muchos años, que por razones que desconozco no se definió, que nos parecía inadecuado definirlo en este momento porque ya llevaba mucho tiempo, porque el doctor Font ya había sido contratado de manera directa por el Defensor, una contratación que también tuvo algunos cuestionamientos, y estando ya próxima la caducidad de los plazos de renovación, tanto del Fiscal General como el Defensor General, nos parecía adecuado… Además, porque fue un concurso muy cuestionado en su momento, y bueno, es una de las decisiones que toma un gobernador, que pueden ser opinables, cuestionables…
–¿Pero no influye un poder sobre el otro? En el caso de Diego Porreti, por ejemplo, tiene el mismo lapso de vencimiento los alcances del concurso y fue designado.
–Porreti ganó un concurso que fue aprobado por la Legislatura. En el caso de Font y de Murray son cargos administrativos.
–¿Y la objeción desde que punto de vista es tomada? Es interesante despejar las dudas que efectivamente no hay una cuestión discrecional.
–Creo que son cargos o funciones que iban a colaborar de manera directa con el actual Defensor. En este momento los dos están trabajando, entendimos que por lo tanto no tenía actualidad esa designación.
–En el área de Seguridad, van doce días sin que se registren crímenes, es un dato estadístico pero un hecho significativo.
–Es un buen dato pero no es relevante porque es un tiempo breve y hay que lograr que se convierta en tendencia. El comportamiento del fenómeno de los homicidios es bastante arbitrario, es difícil sostener una tendencia. De todas formas, desde el pico que se produjo en 2013 venimos descendiendo, un lento descenso año tras año. Esperemos que el que está en curso sea más pronunciado que el anterior, sabemos que en esto no hay cambios bruscos. Tengo la confianza de que no hemos dejado nada librado al azar. Estamos trabajando en todas las línea de abordaje de la problemática, desde la policía, desde el control policial, desde la justicia penal, desde las políticas de inclusión de jóvenes en conflicto con la ley, desde el trabajo coordinado con la Nación, con la justicia federal. En todos los campos de trabajo estamos interviniendo de manera orgánica. Tengo una reunión semanal en donde personalmente voy verificando los avances, las dificultades. Diría que estamos haciendo todo lo que podemos hacer. Es más, sobre un presupuesto que ya era muy importante, le he dado instrucciones al ministro de que no repare en gastos, por supuesto racionales, pero que el presupuesto no sea una limitación para los cambios que tenemos que hacer. Se está invirtiendo mucho en tecnología y se está implementando. Apuesto a que este descenso, no sólo en los homicidios que es el dato más visible, más impactante, pero hay datos positivos en muchos otros delitos que vienen en descenso. Son datos relativamente precarios hasta tanto se conviertan en una tendencia.
–En este marco generó expectativa la creación de las policías municipales en estos últimos días. ¿Está de acuerdo?
–El ministro de Gobierno, Pablo Farías, lo planteó como uno de los temas posibles de la reforma constitucional y la autonomía. Creo que para el caso de Rosario, particularmente, y tal vez Santa Fe, puede ser una idea viable en la medida que sea compatible, complementaria. Que sea básicamente de prevención, más dedicada al control del espacio público, a determinadas faltas, me parece que puede ser una buena iniciativa. No es inmediata porque requiere una modificación de la Constitución. Recuerdo como anécdota que cuando creé la Guardia Urbana Municipal, primero quería que estuviera armada, pero rápidamente llegamos a la conclusión que era imposible. Después quería que por lo menos tuviera un bastoncito, pero el ex ministro Roberto Rosúa me convenció que ni siquiera eso podían tener, obviamente hay que cambiar la Constitución.
–¿Qué es lo que limita la posibilidad de que esto se lleve adelante? ¿El tema de la reelección del gobernador? Santa Fe y Mendoza desde el retorno de la democracia no han modificado sus constituciones.
–En los 80, cuando hubo una oleada reformista, Santa Fe no participó. En la Reforma de la Constitución del 94, tampoco lo hizo Santa Fe. Nos hemos quedado muy retrasados, y ahora tenemos la oportunidad de retomar lo que ha sido históricamente la impronta santafesina de ser una provincia con constituciones de avanzada, y volvernos a plantear una Constitución moderna, con derechos, que incorporen las nuevas temáticas, como la ambiental, y que remuevan muchas de las cosas más cuestionables que tenemos hoy en Santa Fe. En ese punto creo que hay un amplio consenso. Creo que por primera vez nadie dijo que no estaba de acuerdo, así que estamos lanzando la semana próxima una agenda de actividades, un cronograma de trabajo. Vamos a hacer una convocatoria muy amplia, porque además queremos que esto no sea un acuerdo entre partidos, con las cúpulas políticas, si no que haya una fuerte participación de la sociedad civil.
–¿Desde el gobierno no se va a proceder a rajatabla a que con dos facturas impagas van y sacan el medidor?
–No, eso lo planteamos de entrada. Hoy (por ayer) me preguntaban qué hemos hecho. Hicimos lo que estaba dentro de nuestras posibilidades. Aquí lo que ha pasado, igual que lo que pasó con el gas, es que el gobierno nacional de un día para otro, sin previo aviso, sin que nadie se pudiera preparar para acomodarse a la nueva situación, aumentó las tarifas. De un día para otro, la energía que recibe la EPE pasó a costar cinco veces más. Este año teníamos que pagar mil millones de pesos, ahora tenemos que pagar casi cinco mil millones de pesos. Esa es la realidad pura y dura. Esos cuatro mil millones de diferencia, de alguna manera (hay que pagarlos) porque si no la empresa no tiene viabilidad y quiebra en pocos meses. Ese monto había que acomodarlo de alguna manera en las tarifas de los usuarios. Por eso ampliamos la tarifa social, si el gobierno nos cubrió 140 mil usuarios, nosotros los extendimos a 340 mil usuarios con aportes de la provincia, para que más familias de escasos recursos puedan acceder a la tarifa social. Generamos planes de financiamiento para distintos sectores industriales y comerciales, tamberos, heladerías, empresas de fundición, a los que les ofrecimos planes de amortización con cuotas muy bajas, con tasas subsidiadas para que pudieran ir acomodándose a esa nueva realidad. Estamos analizando situaciones puntuales, como puede ser la de esta señora que tenía una pequeña industria, con 15 trabajadores (Laminación Litoral), que estaba en crisis desde hace tiempo por otros motivos, a la que tenemos posibilidades de buscarle una solución. Hasta ahí es lo que podemos hacer. Una solución más de fondo tiene que venir necesariamente del gobierno nacional.
–Lo que está al alcance de ustedes, en términos más prácticos, es un plan de pagos, pero no se habla de quitas.
–No podríamos hacerlas porque tendríamos que hacerlo generalizado. En ese caso más que la tarifa social, que esa sí es una quita del valor de la tarifa, en el resto de los usuarios no podríamos hacerlo porque ya entra en colapso la ecuación económica de la empresa. Le habíamos planteado al ministro Aranguren la conveniencia de hacerlo gradual y con previo aviso para que las personas y las empresas se fueran preparando, pero lo hicieron de manera imprevista y sobre consumos que ya se habían efectuado, esto es muy difícil de asimilar por la gente y nosotros lo asumimos de esa manera. Por eso tuvieron que volver atrás con el tema del gas que fue todavía más brutal porque hubo aumentos del 1.200 por ciento.
–En el rubro importaciones, para la provincia de Santa Fe, hay un escenario de altísima complejidad.
–Es un gran problema. El gobierno anterior tenía un esquema, una estrategia de control muy estricto de las importaciones para proteger la industria nacional y promover sustitución de importaciones. Una política correcta, quizás tal vez a veces un tanto caprichosa, exagerada en algunas cuestiones, pero tenía su sentido. Este gobierno, cuando llega el nuevo secretario de Comercio, libera rápidamente la mayoría de las importaciones. En algunos casos tenía algún sentido, pero en muchos otros compite directamente con producciones que son muy fuertes, los muebles, la línea blanca, la más importante del país está en Rosario. La carne de cerdo, Santa Fe es una gran productora, tenemos muy buenos productores, frigoríficos. Si entra a precios muy bajo de otros países… El problema no es del empresario, son los puestos de trabajo, la gente que se queda sin laburo. Esas cosas hay que protegerlas, más en un momento de reajuste de la economía, hay que proteger a los sectores más débiles. Es una concepción de salir todos para adelante, no es cuestión de que salgan algunos para adelante y otros se tienen que quedar al costado de la ruta. En el gobierno hay distintas tendencias. Ahora se aprobó una ley Pyme, es una buena ley, pero está en contradicción con esto que hablábamos antes, con dejar que entren importaciones y afecten a nuestras pequeñas empresas, que necesitan crédito pero que también necesitan determinada protección, al menos por un tiempo.