Jorge Castro es el único de los más de 130 mil damnificados por la inundación de 2003 que renunció al resarcimiento económico para poder presentarse como actor civil en la causa judicial contra los responsables. Lo perdió todo y nunca volvió a su casa de barrio Roma. Junto a su mujer, Milagros Demiryi, hoy siguen luchando por justicia.
“¡Andate, porque nos tapa!”. Eso fue lo que le advirtieron al Negro Castro cuando hombreaba bolsas de arena en el Hospital de Niños. Desde ese 29 de abril nunca más regresó a su hogar.
Eran las 13.30 del lluvioso martes 29 de abril de 2003 cuando “El Negro” Jorge Castro hombreaba bolsas de arena para levantar un muro de contención y defender de la amenaza de inundación al Hospital de Niños. Ese hombre era uno más entre cientos de vecinos que acudieron a defender el edificio público, ícono de la tragedia, que minutos más tarde estaría bajo el agua.
Por un momento El Negro levantó la vista y vio una horda de gente que surgía desde el otro lado del terraplén de la vía. Venía toda mojada.
Tiró la bolsa cargada de arena a un costado y caminó hasta el terraplén. Al otro lado Santa Rosa de Lima era todo agua. Se venía con furia. Entonces sintió una mano que le apretó el brazo con tenacidad, la siguió con su mirada hasta encontrar el rostro del Padre Axel Arguinchona, que había bajado de una canoa, y le dijo: “¡Andate, porque nos tapa!”.
El Negro fue junto a su mujer, Milagros Demiryi, hasta su casa de calle Primera Junta 4051 —a la vuelta del hospital— donde lo esperaban los cuatro más pequeños de sus siete hijos. Les dijo: “Junten todo que nos vamos”. El agua avanzaba como la muerte misma y ya estaba en el cordón de la vereda. “No me hagás esa joda”, le contestó Milagros. “No es joda, vamos porque nos tapa”, le respondió El Negro, y les hizo preparar a cada uno de los chicos una mochila con una muda de ropa, el DNI y los útiles escolares. Eso sería a la postre todo lo que salvaron.
El agua que ya estaba a la altura del cordón de la vereda llegó en una hora a 0,80 m. y luego lo taparía todo. El Negro cargó a su familia en su camioneta de trabajo que tenía el agua a la altura de la puerta y escapó de la inundación con lo puesto. Antes tuvo que convencer a Milagros que suba, porque ella no sabe nadar.
La tragedia
Lo que vino después fue la peor tragedia de la historia de Santa Fe. El río Salado desbordó la inconclusa defensa del oeste y más de un tercio de la ciudad quedó bajo el agua. Una superficie de 3 millones 264 mil 947 metros cuadrados. Más de 40 barrios, 1.296 manzanas, 30.788 casas, 4.618 departamentos, 642 ranchos y 707 casillas (cifras de Catastro y el Ipec). 23 muertos en forma directa (datos oficiales) y 158 en total, con los muertos colaterales, de acuerdo a los registros de Derechos Humanos. Además de las pérdidas más valiosas, las irrecuperables memorias familiares, hubo vecinos que se quedaron sin nada. El Estado debió invertir unos 1500 millones de dólares para la reconstrucción (cuando un dólar costaba un peso).
—Castro, ¿cómo fue volver a su casa luego del agua?
—No volví nunca más a mi casa de barrio Roma. El alma de esa casa estaba en la planta baja, arriba había sólo habitaciones. Nuestro gran tesoro era una biblioteca de 3,40 metros por 2,40. Allí atesorábamos libros hoy inaccesibles, publicaciones de ONU y la OMS, y algo de un valor incalculable: los cuadernos que les habíamos escrito a nuestros hijos en la cárcel. Tengo una llaga que se va a mantener abierta de por vida.
Injusticia
El Negro y Milagros “la saben lunga” de comenzar de nuevo. Ambos fueron presos políticos durante la última dictadura militar y son militantes por los derechos humanos. Para ellos cada día es una oportunidad de hacer algo por el otro. Sin embargo nada recibieron del Estado tras la inundación. Porque la letra chica del resarcimiento económico que recibieron los inundados obligaba a los beneficiarios a iniciar acciones legales contra el Estado. Así fue que rechazaron el beneficio y se transformaron en actores civiles en la Causa Inundación para llevar a los estrados a los responsables. “Ese artículo fue injusto, anticonstitucional y la justicia no dijo nada, ello demuestra la connivencia”, reflexiona Castro, y aprovecha para agradecer la infinita solidaridad que recibieron de gente que ni conocían.
—A 14 años de la inundación, ¿cuál es el matiz de este nuevo aniversario?
—Más allá del dolor y la indignación que uno renueva cada aniversario, este año la principal preocupación es la actitud de la Superma Corte de Justicia, que le dio lugar al recurso de queja del ex intendente (Marcelo) Álvarez. Las declaraciones del presidente, (Daniel) Erbetta, son sospechosas, porque adelantó un veredicto que provocará mucha controversia (ver nota relacionada sobre el estado de la causa judicial). Esta justicia santafesina está muy comprometida con el poder político. De los 22 fiscales que tuvo la causa, sólo uno acusó. Así se construye la impunidad.
—¿Hubo acompañamiento del poder político durante los últimos años?
—Si tengo que juzgar por el gobierno de (Hermes) Binner, no. Hubo una actitud de sectores del Frente (Progresista) de ocultar información. Nos dieron los planos de la obra (de defensa del oeste) sin firmas y no tuvieron valor jurídico. Alguien se encargó de borrarlas.
Como miembro del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, en los últimos años Jorge Castro acompañó a los inundados de La Plata y de otras ciudades en su lucha por conseguir justicia. Estudió el fenómeno de las inundaciones, sus causas y consecuencias, y escribió su verdad en un libro que publicó en 2011, “Verdades locas contra impunes mentiras”, en el que relata las implicancias y consecuencias humanas, económicas, políticas e ideológicas de la inundación de Santa Fe. Y advierte que si no se invierte en obras y se toman decisiones medioambientales, las inundaciones en cascos urbanos se repetirán con mayor frecuencia y los gastos serán millonarios.
Como lo hace desde el retorno de la democracia, cada 24 de marzo El Negro y Milagros están en la Plaza de Mayo. Desde 2004, también lo hacen cada 29 de abril. Y este aniversario no es la excepción. Sólo piden justicia.
“A esta Corte, el intendente José Corral debería llevarla a recorrer la ruta del agua, para que aprendan, porque son brutos a propósito”.