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La caída de “La Pola”, el narco fuerte de los barrios del norte

Entretelones de un procedimiento policial que capturó al cabecilla de una banda que operaba en los barrios Yapeyú y La Tablada. Su rol organizador, la estructura de soldaditos y sus costosos bienes.

Víctor Esteban Almirón, alias “La Pola”, no imaginaba que en la previa del partido de Argentina – Paraguay por las semifinales de la Copa América iba a irrumpir un grupo de policías antidrogas de la provincia en su casa de Hugo Wast al 6.700 (cuyo frente se observa en la foto), en el norte de la ciudad. Displicente preparaba junto a su mujer envoltorios de marihuana para la venta sobre la mesa del comedor, a la vista de niños que habitan allí. Debajo del tablón, un balde de “faso” triturado y más allá un Handy con frecuencia policial, dos ladrillos más de drogas, una notebook y un secador.

“Pola” estaba relajado. Sus buenas relaciones con los jefes de la Seccional Séptima y la Zona de Inspección lo tenían confiado. Su abogado lo había tranquilizado en febrero, cuando evadió un procedimiento antidrogas ordenado por la justicia federal de Reconquista. “Quedate tranquilo, ya pedí un hábeas corpus por vos y ‘Puchinga’-su hijo que se llama de la misma manera y es parte del negocio- y no tienen pedido de captura”, le dijo por teléfono su asesor letrado en una conversación que la justicia grabó.

“Puchinga” alcanzó a evadirse del operativo del pasado martes en el barrio Yapeyú. Su físico menudo le permitió escabullirse  por los fondos de una casa del barrio. En su vivienda la policía encontró marihuana y un “capuchón” con restos de cocaína.

En total fueron 9 allanamientos, 8 de los cuales se realizaron en casas de los Almirón, algunas de las cuales las usaban para almacenar estupefacientes. El restante operativo se desarrollo en Paraná, en la finca donde habita Héctor Rodolfo “El Gordo Plástico” Martínez, hermano de la mujer de “Puchinga”. En esa vivienda no se encontró droga, pero sí una suma de dinero importante. Sin embargo, el juez federal Francisco Miño, que ordenó los allanamientos ése mismo día, no dispuso la detención del paranaense.

Una compleja investigación

“Pola” y “Puchinga” estaban siendo observados desde hace tiempo, pero fue el fiscal federal Walter Rodríguez el que reavivó la investigación. En febrero los Almirón estuvieron cerca de quedar detenidos, pero no estaban en sus viviendas cuando fueron los policías a allanarlos con una orden de la justicia federal de Reconquista, que les seguía los pasos, sospechados de proveer de drogas a dealers del norte provincial. Rodríguez entendió que había conexidad comprobable entre los Almirón y un vendedor de drogas – apodado “Tuerto Pirincho” que había sido detenido,  también  en febrero, en una casa de la calle Hugo Wast al 6.700. Para el funcionario, la casa y la droga eran de los Almirón y por eso debía profundizarse la investigación por ser los proveedores.

Así, la Fiscalía fue enhebrando distintos episodios con iguales protagonistas. Por ejemplo, en febrero, pero de 2014, un testigo de identidad reservada declaró que “en las cercanías de los barrios Loyola y Yapeyú, existen dos puntos de venta de material estupefaciente. Se encuentran enfrentados, ambos sobre calle Hugo Wast. Allí, a la comercialización la realizan varias personas cuyos nombres desconozco, una de apodo “Puchinga” y el padre de éste de apodo “La Pola”, quienes venden grandes cantidad de sustancias estupefacientes desde hace años. En lo que respecta al aspecto físico de Puchinga, mide cerca de 1.65 m., ojos achinados, tez blanca, de unos 70 kilos de peso aproximadamente, color de pelo castaño oscuro. La modalidad de venta es como kiosko, además de hacer distribución como proveedores a otros puntos de venta”

Este año, en el marco de una investigación por un homicidio ocurrido en Yapeyú, un joven declaró en la justicia provincial que “es una guerra de soldaditos narcos, donde el control del barrio lo tienen “Pola” y “Puchinga”. Otra conexión que halló la Fiscalía fue la declaración indagatoria de un detenido con drogas que tuvo un enfrentamiento armado con efectivos del Comando Radioeléctrico. Le dijo al juez que “hay una banda que es la de “Puchinga” y la “Pola”, también el “Chavo” , que para ellos quedar bien me envagayaron a mí, para que no sepan que venden droga y que tienen arreglo con la policía, y a eso lo saben todos. Para poder seguir vendiendo tranquilos y justificarse me metieron la droga a mi. Yo hace 12 años que estoy preso y hace 3 meses que salí, yo en realidad no tengo dinero para comprarme ni una maquinita de afeitar y mucho menos conozco el dinero extranjero que usted dice que me incautaron. Yo quiero que esto se aclare, porque todos saben que esta banda siempre comercializó droga ahí y que arregla con la policía. Esa banda comercializa material estupefaciente en calle Hugo Wast yendo para el camino viejo de Esperanza (…) Uno era “Puchinga”, y portaba una ametralladora y el otro era “La Pola”, que portaba una escopeta a repetición y también estaba el  “Chavo” con dos pistolas 9 milímetros”.

“Pola” y “Puchinga” habían ingresado en la mira de la Sección de Inteligencia de la Dirección de Drogas en octubre pasado. Los pesquisas presentaron varios partes informativos que impulsaron la acción penal que derivó en medidas tendientes a establecer la estructura del grupo. Así, en las escuchas aparecen personajes como “El Tuerto Pirincho” o “Cebolla” que tienen distintos roles en la red, donde se destacaba “Pola” como organizador. A esa altura varios de los investigados tenían los celulares pinchados. Y de allí surgieron inmejorables fundamentos para para ratificar vínculos.

Los Almirón usaban, según la investigación judicial, una serie de casas ubicadas en un radio de no más de 5 manzanas en barrio Yapeyú y, cuando se veían cercados por fuerzas federales como Gendarmería, migraban hacia el barrio La Tablada, también en el norte de la ciudad. Padre e hijo ya habían zafado de ser detenidos el 20 de febrero pasado cuando llegaron hasta sus casas efectivos policiales con una orden del juez federal de Reconquista. “Pola” no estaba en su vivienda, donde si había 642 gramos de marihuana. “Puchinga” tampoco fue hallado en su finca, pero sí estaban su mujer y dos niños, además de un Handy encendido con frecuencia policial y poco más de medio kilo de marihuana. Más allá de los 25 allanamientos que realizó la Secretaría de Delitos Complejos en varias ciudades como Vera, San Justo, Videla, Santo Tomé y San Javier y los más de 25 kilos de drogas secuestrados, no lograron dar con los proveedores. O por azar,  o por una gestión de la propia policía del barrio, los Almirón se evadieron de sus hogares en ese entonces. Y en el momento justo.

De las escuchas telefónicas agregadas al expediente surge que “Pola” abastecía al “Tuerto Pirincho”, de apellido Fernández, quien fuera detenido en febrero pasado con poco menos de 300 gramos de marihuana, cuyo dominio real – para la Fiscalía – era de los Almirón. En una conversación se escucha decir “-Dice Pirincho que se quedó sin pollos, que necesita más”, en clara alusión a la falta de drogas en el kiosco. En otra escucha se demuestra la relación de “Pola” con “Pirincho”. Luego de la detención de éste último habla con un hombre y le dice “me lo me metieron preso, me lo hizo declarar mal al pibe boludo”, en alusión a su abogado Claudio Torres del Sel, quien asesora a los Almirón y que, para el fiscal Walter Rodríguez, “lo hace al límite de los parámetros éticos que permite su actividad como profesional”. Son varias las conversaciones adjuntadas en el expediente entre “Pola” o “Puchinga” y su abogado. En una puntualmente, el profesional le gestiona dos hábeas corpus para saber si están siendo investigados por la justicia o tienen pedido de captura. “No hay nada, ni en la provincia, ni en la federal”, le dice el abogado.

Una de las escuchas al teléfono de “Pola” tiene de fondo el sonido de una radio con la frecuencia policial y puede advertirse la expresión “Río 11, Eco 7” en referencia a la Seccional Séptima, que tiene jurisdicción en la zona donde la banda pisaba fuerte. Almirón –padre- no reparaba en ostentar. Según el Registro de la Propiedad Automotor posee una camioneta Amarok 4×4 blanca a su nombre y registrada en el mismo domicilio que fue allanado. En esa “chata” era frecuente verlo en el predio del barrio La Tablada –para la justicia federal, también de su dominio- donde se cree montó una pista para carreras de caballos, denominado “Hípico a Orillas del Salado”. El juez federal santafesino Francisco Miño ordenó el secuestro de la Amarok y de tres vehículos más, presumiblemente propiedad de los investigados: una camioneta Toyota Hilux, un Renault Sandero y un Renault Kangoo.

“Pola” declaró el jueves pasado y fue trasladado al penal de Coronda. Se lo acusa de integrar una banda dedicada a la venta de drogas agravado por participar en ella varias personas. “Puchinga”, en tanto, tiene pedido de captura.

La conexión Tognoli

En la causa federal donde se investiga la presunta extorsión del ex jefe de la Policia, Hugo Tognoli a Norma Castaño (integrante de una ONG dedicada presuntamente a la rehabilitación de jóvenes adictos) se incorporó la declaración de un testigo de identidad reservada que menciona una serie de relaciones entre narcos y policías santafesinos. Su exposición está fechada el 14 de marzo de 2013 y fue realizada en el marco de una propuesta para morigerar su condena. De hecho, fue sentenciado por tráfico de drogas en 2014. Allí, menciona las relaciones entre Daniel Francisco Mendoza “alias el Tuerto” y de Raúl “Beto” Basimiani con el entonces jefe de Policía y un subordinado llamado José Baella, todos imputados en causas conexas y a la espera del juicio oral. El testigo relata: “(…) uno de los lugares que recuerdo (donde se vendía droga)  es en la zona de (las calles) 12 de Octubre y Hugo Wast, ahí hay una serie de seis casitas iguales, que son de “la Pola” y “Puchinga” que tienen arreglo con la comisaría de la zona, creo que es la Séptima”. 

“El barrio está copado por los narcos”

Hace una semana, un nene de 11 años compartía con sus abuelos una tarde de mates y charlas de vereda bajo el inusual sol caliente de la capital. De repente, un ardor en la panza y estruendos por doquier. Una balacera entre grupos enfrentados en el Barrio San Agustín lo puso en una cama de hospital con una herida de bala. Su mamá, Rocío Ríos, policía con tres años de antigüedad en la fuerza, señaló en los medios que los disparos se deben a una “guerra entre soldaditos narcos. El barrio está ganado por ellos”. La comisaría Séptima tiene competencia en la zona, donde los Almirón desarrollaban sus negocios hasta hace una semana. Ni el Gobierno ni el Jefe de la Policía –por ahora –  ordenaron cambios ni sumarios, pese a la gravedad de los hechos.

Héctor M. Galiano 

 

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