Los delincuentes golpearon al guardia que los llevaba esposados a la escuela ubicada dentro de la cárcel, saltaron un cerco perimetral y se subieron a una camioneta que los esperaba afuera.
Dos internos de la cárcel de Piñero protagonizaron ayer una espectacular fuga luego de golpear a un custodio, correr unos cien metros y lograr saltar un cerco perimetral. El éxito del escape, evidentemente muy bien planificado, radicó en la presencia de una camioneta donde los esperaban dos hombres que dispararon contra los penitenciarios que intentaban evitar la huida y en la que huyeron por un camino rural.
Los evadidos fueron identificados como Joel David Puchetta, de 30 años, y Gastón Ezequiel Medina, de 26, quienes purgaban penas por robos y homicidios. Si bien al principio trascendió que los evadidos habían sido tres, el Servicio Penitenciario santafesino confirmó que fueron sólo dos.
A partir de la fuga se dio un alerta general a la policía de toda la provincia con el fin de recapturar a los prófugos, lo cual no había ocurrido hasta anoche. El hecho originó una investigación interna del Servicio Penitenciario de la provincia y otra a cargo del fiscal de Flagrancia Alvaro Campos, para determinar posibles negligencias o facilitamiento de fuga por parte de la guardia.
Golpes y tiros. La evasión se perpetró ayer, alrededor de las 11 de la mañana, cuando Puchetta y Medina eran trasladados esposados entre sí por un custodio desde el pabellón 6 hasta la escuela de la cárcel, ubicada en otro módulo. Según explicó el director del Servicio Penitenciario santafesino, Pablo Cococcioni, ya habían salido del módulo del pabellón cuando uno de los internos logró zafarse de las esposas y ambos comenzaron a golpear con fuerza al guardia en la cabeza.
Luego de reducir a ese guardia, comentó el funcionario consultado, Puchetta y Medina corrieron por el playón interno los casi cien metros que los separaban del cerco perimetral de la unidad penitenciaria, un tejido metálico de unos cinco o seis metros de altura coronado por una concertina de alambre de púas.
Mientras los presos se acercaban al tejido apareció en escena una camioneta Volkswagen Amarok gris con los vidrios polarizados y dos ocupantes que cumplió un papel fundamental en la fuga.
«Desde la camioneta comenzaron a disparar —comentó Cococcioni— hacia el interior del penal y así cubrieron la fuga de los internos, porque el empleado que estaba en la garita tuvo que responder a los disparos y cubrirse. Eso posibilitó que los evadidos pudieran saltar los cercos de seguridad, lo cual no les debe haber resultado fácil, pero lo lograron».
Por la información con la que contaba ayer a la tarde, el escape se concretó en cuestión de segundos. «Fue algo instantáneo. Golpearon al guardia, salieron corriendo y en ese momento apareció la camioneta», sostuvo Cococcioni, y agregó que al lograr zafarse de las esposas uno de los reclusos quedó con las manos libres y el otro con las esposas puestas en una de sus muñecas.
Una vez que los evadidos saltaron el cerco, subieron a la Amarok y huyeron por el camino rural lindante con el penal. En ese sentido, el funcionario penitenciario sostuvo que esa calle conecta con algunos campos de la zona en los que suele haber actividad, por lo tanto la presencia de la camioneta pudo no haber llamado la atención ya que es usual que circulen vehículos como ese por la zona.
Responsabilidades. A partir de la evasión se irradió un alerta a la policía de toda la provincia para intentar dar con los fugitivos. Pero además se originó una investigación interna del Servicio Penitenciario para deslindar responsabilidades.
«Preventivamente se tomó declaración informativa a todo el personal que estaba de turno y se hicieron pericias. Si bien los reclusos se llevaron las esposas que tenían puestas, se revisaron las otras para ver si presentan fallas. Y por otra parte, la Fiscalía de Flagrancia investiga lo sucedido, específicamente en lo referido a determinar si hubo alguna actitud negligente o dolosa que pueda encuadrarse dentro del delito de facilitamiento de fuga», sostuvo Cococcioni. Y añadió que «hay varias hipótesis sobre lo sucedido pero hay que esperar los resultados de algunas pruebas para ver qué pasó».
Asimismo, sostuvo que ambos reclusos estaban alojados en el pabellón 6 y que siempre iban a la escuela del penal de la misma manera, esposados entre sí, como se acostumbra a movilizar a los detenidos de un sitio a otro dentro de los muros de la cárcel.
Dos veces prófugo. Medina y Puchetta tenían por delante varios años en prisión. El primero estaba cumpliendo desde 2011 una pena de 17 años surgida de dos condenas unificadas: una de dos años por un robo calificado a mano armada ocurrido en 2009 y la otra a 15 años por el homicidio del policía Eliseo Ramón Mansilla, asesinado en abril de 2010 cuando intentó impedir un asalto a un supermercado de Virasoro al 2100. Según fuentes allegadas a la investigación, le quedaban al menos seis años tras las rejas antes de comenzar a gozar de salidas transitorias.
También Puchetta estaba preso por varios hechos, uno de ellos el crimen de Elvira Aronna de Mangiapane, una mujer de 85 años salvajemente golpeada por quienes la asaltaron el 15 de agosto de 2002 en su departamento de Córdoba 1589, en el Paseo del Siglo.
Si bien Puchetta había sido absuelto por el beneficio de la duda, la Cámara de Apelaciones revirtió ese fallo por considerar que la anciana había muerto de un cuadro hemorrágico digestivo provocado por la traumática situación vivida a raíz de la golpiza que le propinaron sus asaltantes, quienes le sustrajeron 2.800 pesos y fueron captados por las cámaras de vigilancia del edificio.
Al revertirse esa sentencia Puchetta no se presentó a cumplir la pena sino que se mantuvo prófugo hasta 2005, cuando lo detuvieron en un boliche céntrico. Condenado por el crimen de Mangiapane y también acusado de un robo calificado y una tentativa de evasión, estuvo casi siete años recluido en la cárcel de Riccheri y Zeballos hasta que en 2012 no regresó de una salida transitoria.
En octubre del año pasado Puchetta volvió a caer, en este caso acusado de liderar una banda de ladrones especializados en escruches y entraderas que fue desbaratada tras una investigación de tres meses con allanamientos en diversos domicilios de Rosario y otras localidades del sur provincial.
Según estableció entonces la pesquisa de la Policía de Investigaciones, en la banda —conformada por al menos siete personas— tenía una participación importante la pareja de Puchetta, Jimena V.