El papa Francisco condenó hoy en Naciones Unidas el “flagelo” de la guerra, llamó a luchar contra la “cultura del descarte” y advirtió sobre las consecuencias del narcotráfico, que mata “silenciosamente” a millones de personas en el mundo.
El pontífice dedicó su discurso ante los representantes de los líderes mundiales a subrayar las luces y sombras que ha tenido la ONU a lo largo de sus 70 años de existencia, a la que instó a respetar su carta constitutiva “sin segundas intenciones” para alcanzar la paz.
“Hay otro tipo de conflictividad no siempre tan explicitada pero que silenciosamente viene cobrando la muerte de millones de personas. Otra clase de guerra viven muchas de nuestras sociedades con el fenómeno del narcotráfico. Una guerra asumida y pobremente combatida”, aseveró.
“El narcotráfico por su propia dinámica va acompañado de la trata de personas, del lavado de activos, del tráfico de armas, de la explotación infantil y de otras formas de corrupción. Corrupción que ha penetrado los distintos niveles de la vida social, política, militar, artística y religiosa, generando, en muchos casos, una estructura paralela que pone en riesgo la credibilidad de nuestras instituciones”, alertó en su discurso en español.
Francisco citó su encíclica Laudato si’ para afirmar que hay un “verdadero derecho ambiental” que no es respetado, y sostener que el abuso y la destrucción del medio ambiente “van acompañados por un imparable proceso de exclusión”.
En este sentido, el pontífice detalló un sinnúmero de situaciones que conforman la hoy “tan difundida e inconscientemente consolidada ‘cultura del descarte’”, por lo reclamó “soluciones urgentes y efectivas”.
“La adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en la Cumbre mundial que iniciará hoy mismo, es una importante señal de esperanza. Confío también que la Conferencia de París sobre cambio climático logre acuerdos fundamentales y eficaces”, añadió.
Francisco exhortó a los gobernantes a “garantizar el mínimo absoluto de dignidad que tiene en lo material tres nombres: techo, trabajo y tierra” e insistió en advertir que “la guerra es la negación de todos los derechos y una dramática agresión al ambiente”.
Francisco condenó la persecución de los cristianos y otras minorías cristianas que a raíz del “odio y la locura” fueron puestos en la disyuntiva de “huir o de pagar su adhesión al bien y a la paz con la propia vida o con la esclavitud”.
El pontífice citó el Martín Fierro, un clásico de la literatura argentina, para llamar a la unidad: “Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera”.