El funcionario judicial a cargo de la investigación por el homicidio del comisario Guillermo Morgans despejó las dudas sobre cuál es la hipótesis más firme del móvil del crimen.
«La única hipótesis es la de homicidio en el marco de un robo y hasta el momento no se puede pensar en otra posibilidad», afirmó el fiscal Florentino Malaponte, a cargo de la investigación del crimen del comisario inspector Guillermo Morgans, el jefe de la Agrupación de Unidades Especiales de la policía rosarina asesinado de dos balazos en el interior de un minimarket con servicio de Pago Fácil propiedad de su hijo. Con esa afirmación, el responsable de la acusación desestimó otras teorías que circularon acerca de la motivación del asesinato que conmovió a la fuerza santafesina y al poder político provincial. Malaponte también señaló que en el marco de la pesquisa se realizaron cinco allanamientos y se demoró a algunas personas que fueron liberadas a raíz de que no tenían vinculación con el caso.
Para fundamentar su teoría, el fiscal dijo que «el robo de dinero se comprobó porque cuando llegó al lugar la Policía Científica encontró la caja abierta con algo de cambio en medio de un tremendo desorden», sostuvo Malaponte.
Los investigadores reconstruyeron el trágico hecho a partir de los dichos de Franco Morgans, el hijo de 23 años del comisario y único testigo directo de lo ocurrido. Además, recabaron testimonios de personas que vieron cuando los dos asaltantes se marchaban con unos mil pesos en efectivo y un teléfono celular.
Así pasó. Todo se desencadenó cerca de las 15.30 del martes en el local de Rodríguez 221, a metros de calle Salta. A esa hora Franco estaba «contando» el dinero de la recaudación y a su lado estaba su padre, que había pasado a «tomar unos mates», algo que no hacía habitualmente, por lo que se descarta que haya habido inteligencia previa por parte de los dos hombres que irrumpieron en el local.
«Uno de los asaltantes inmovilizó al hijo mientras recogía el dinero y el otro encañonó al padre y lo llevó a una pequeña cocina ubicada atrás con la intención de encerrarlo», explicó Malaponte. Franco también dijo que el maleante que tenía controlado a su papá le asestó algunos culatazos en la cabeza para reducirlo. Cuando Franco estaba en el suelo, a merced del otro malhechor, pudo ver a su padre asomarse al mostrador realizando «un movimiento» que no precisó. «En ese momento se identificó como policía y se desató el tiroteo», comentó el fiscal.
A partir de la reconstrucción del suceso, los pesquisas presumen que el ladrón que estaba frente al oficial fallecido pulsó el gatillo del arma que llevaba, al parecer un revólver calibre 32 o 38 . Pero Morgans alcanzó a forcejear con el maleante en un intento defensivo. «Por los restos de pólvora que se encontró en una de sus manos (de Morgans) intentó sostener el revólver que tenía el ladrón», señaló.
Sin embargo, el jefe policial no pudo evitar que el proyectil disparado por el maleante diera de lleno en su cuerpo. Aún así, Morgans alcanzó a disparar un tiro con su pistola 9 milímetros, pero el proyectil no impactó al ladrón. Uno de los tiros que recibió el oficial le ingresó por la zona intercostal, le atravesó el tórax, le perforó la aorta y los dos pulmones y salió por uno de los brazos. Otro proyectil le rozó una pierna. Malherido se derrumbó al suelo y el ladrón volvió a abrir fuego. Fue a unos cuatro centímetros y el proyectil le perforó la frente. El resultado de la autopsia también reveló que Morgans tenía dos cortes en el cuero cabelludo por los culatazos.
En la escena del crimen agentes de la Policía Científica encontraron tres vainas servidas calibre 9 milímetros, una de ellas correspondiente a la pistola de Morgans. También hallaron algunos plomos deformados de calibre aún desconocido. Finalmente, los malhechores escaparon corriendo hacia calle Catamarca y un testigo llamó al 911 y señaló que habían abordado un taxi.
A las 15.31 del martes, un llamado al 911 alertó sobre el episodio y el fiscal Malaponte acudió al local asaltado sin saber quien era la víctima. En el trayecto se topó con un muchacho que vio a los ladrones correr por calle Rodríguez hacia Catamarca. Uno de ellos con una mochila.
Otra de las evidencias ponderadas por los pesquisas es el registro captado por la cámara de video instalada en el colegio San Patricio, ubicado frente al local asaltado, para poder identificar a los autores del hecho. «Las imágenes que tenemos cierran la hipótesis del robo. Se puede ver que (los ladrones) ingresan y salen caminando del local. Y cuando escapan apuran el paso», comentó.
En tanto, a partir del martes a la noche los investigadores comenzaron a ordenar la información recabada por el 911 y en diferentes comisarías. Con esos datos realizaron cinco allanamientos y demoraron a algunas personas, pero ninguna quedó vinculada al trágico episodio. En los operativos fueron secuestrados celulares y una moto que será peritada, pero no se incautaron armas de fuego.