Este domingo se celebró el Segundo Encuentro Plurinacional del Activismo Gordo en el Galpón de las Juventudes
La patologización de las corporalidades gordas, el estereotipo de cuerpo ideal, los daños a la salud mental que provocan la discriminación y el hostigamiento a quienes no encajan en esos modelos dominantes fueron algunos de los temas que se pusieron en cuestión en Rosario, que este domingo fue sede del Segundo Encuentro Plurinacional del Activismo Gordo.
El documento inicial del Segundo Encuentro —el primero fue el año pasado en la localidad bonaerense de Morón— señala que “la discriminación, el estigma y la violencia que la sociedad ejerce sobre nosotres con la pretensión de normalizar nuestros cuerpos encuentran en las instituciones una legitimación que nos aleja del ejercicio pleno de nuestra ciudadanía”.
“Por eso, como aprendimos de las luchas de otros grupos oprimidos, reivindicamos nuestros derechos y exigimos acceso a la educación, a la salud, al hábitat, a la vestimenta, a la alimentación y al trabajo”, añadió.
Manuela Schuppisser, integrante del Colectivo de Gordes Activistas de Argentina y una de las organizadoras del encuentro, dijo: “Lo primero que vemos afectado nosotras con tanto hostigamiento y discriminación es nuestra salud mental, que no nos permite vivir en libertad”.
Por su parte, Luz Ferradas, activista gorda y concejala por Ciudad Futura, planteó que “la diversidad tiene que ser la norma”.
“Hay que correr cualquier otro tipo de discurso y pensar que todos los cuerpos son diversos, no hay una única forma de habitar este mundo, todas son válidas y estamos señalando la violencia específica que recae sobre nuestros cuerpos y de otras identidades también”, explicó.
El Encuentro se inició alrededor de las 10.30 en el Galpón de las Juventudes, donde la mayoría de las participantes fueron mujeres.
“El activismo gordo surgió en los 80 a través del feminismo afrodescendiente de los Estados Unidos, movimientos de mujeres lesbianas que empezaron a pensar que dentro del feminismo no se estaba pensando la corporalidad gorda”, explicó Schuppisser.
La activista precisó que se realizaron trabajos en “cuatro talleres” cuya cuestión transversal fue “qué demandas tenemos que hacerle al Estado en post de la construcción de políticas públicas que contemplen el acceso a nuestros derechos”.
Otros de los ejes del encuentro fue la equiparación del concepto de gordura a la noción de enfermedad.
“Lo primero que se nos cuestiona es la salud. «Te lo digo por tu bien, te lo digo por tu salud», teniendo en cuenta este mandato de que si sos gordo sos enfermo, aunque las personas delgadas también pueden tener patologías, pero a ellas no se las cuestiona tanto”, añadió Schuppisser.
Ferradas sostuvo que “uno de los estereotipos es que las personas gordas somos enfermas solamente por la cantidad de kilos que tenemos”.
“Eso —continuó— lo estamos discutiendo, porque no es así, no hay ninguna enfermedad que sea exclusiva de los cuerpos gordos, hay algunas que usualmente o culturalmente se asocian a nuestros cuerpos, pero que también las padecen los cuerpos flacos”.
Schuppisser señaló que “si sos gordo aparece el «¿por qué no te cuidás?» o el preconcepto de que si sos gordo sos una persona triste, sucia, solitaria”.
En tanto, una participante de la provincia de Buenos Aires resumió esa idea bajo el concepto de “esa mierda de la meritocracia” que lleva a “la culpabilización” de la persona gorda: «El gordo es gordo porque quiere”.
“Tenemos derecho a ser queridos como somos. Para un gorde no hay nada mejor que otro gorde”, afirmó.
El Encuentro propuso “politizar” la gordura, sacarla de un lugar individual, meramente personal, para compartir experiencias y demandas al sector público desde lo colectivo.