Diputados dio media sanción sobre tablas a la ley de paridad y la pasó al Senado. El proyecto se aprobó por 35 votos a favor. Hubo ocho abstenciones de radicales y macristas, que en la previa no habían dado quórum en comisión
La ley de paridad salió ayer de la Cámara de Diputados por la fuerza de las mujeres. Temprano, una multipartidaria femenina que siguió el debate adentro y afuera de la Legislatura se anotició de la primera resistencia: la comisión de Asuntos Constitucionales que debía despachar el proyecto fracasó por falta de quórum y el faltazo de radicales y sus colegas del PRO. Ya sin dictamen, quedaba la alternativa de tratar el proyecto sobre tablas: la sesión arrancó con 41 diputados y cuando el presidente de la Cámara, Antonio Bonfatti, contó 31 votos uno más de los necesarios para habilitar el debate la barra cambió las dudas por festejos y cantos. A media tarde, después de diecinueve discursos y las excusas del bloque radical y dos diputados del PRO, Bonfatti cerró la lista de oradores y anunció el resultado de la votación: 35 a favor (cuatro más de los que habilitaron el tratamiento sobre tablas) y ocho abstenciones. La media sanción pasó al Senado y, si se aprueba, desde el próximo turno electoral las bancas se repartirán por mitades entre varones y mujeres: en la Legislatura, los concejos municipales, las comisiones comunales, asambleas constituyentes y en la conducción de los partidos políticos.
Eran las 17.26, cuando se aprobó la ley y el pase al Senado. Una lluvia de papelitos cayó desde la barra repleta de mujeres, que en dos horas de debate pasó del murmullo, a la indignación o el aplauso, según el tono de los discursos. Uno de los oradores, el peronista Julio Eggimann, comparó las reacciones de ayer con las del ’91 cuando se sancionó la ley de cupo. «Aquellas mujeres tuvieron el coraje de venir acá a luchar por el 30 por ciento de los cargos, que era revolucionario en una cultura machista. Muchos no se acuerdan, pero tuvimos hasta un embate físico, así que diría que estas mujeres de hoy están más tranquilas que aquellas. Hoy escuchamos tonos altos, pero las otras repartían cachetazos», ironizó. «Aquel momento fue histórico y este también», sintetizó Eggimann.
La mala noticia de la mañana había sido la falta de quórum en la comisión de Asuntos Constitucionales que debía dictaminar el proyecto. Faltaron los radicales Santiago Mascheroni, Jorge Henn y Alejandro Boscarol, y los macristas Raúl Fernández y Norberto Nicotra.
A la tarde, en el arranque de la sesión, otro radical, Héctor Gregoret, metió la segunda resistencia: un pedido para que se convoque a una consulta popular en la provincia antes de sancionar la ley de paridad. La ocurrencia enojó a la barra. «¡Queremos paridad!», se burlaron desde arriba. Bonfatti pidió silencio. Y Gregoret dijo que no se oponía a la ley, pero que le molestaba que la sacaran de «prepo». Le respondieron varias diputadas, incluso una del Frente Progresista, Alicia Gutiérrez, quien criticó la «chicana» del radical.
Una de las autoras de la ley, Verónica Benas, pidió el tratamiento sobre tablas. Había 41 diputados presentes y votaron 31 a favor, uno más de los necesarios, lo que garantizaba la mayoría. El dictamen que se aprobó ayer con algunas reformas era el de la comisión de Derechos y Garantías, donde se acumularon todos los proyectos: el de Benas y Gutiérrez, el de Silvia Augsburger y Rubén Giustiniani, un tercero de Inés Bertero y otros de legisladores que terminaron su mandato: Marcela Aeberhard, Aliza Damiani, Patricia Gazcué, Gerardo Rico y Eduardo Toniolli.
Mascheroni anunció la abstención de él y de otros siete miembros de su bloque: Henn, Boscarol, Gregoret, Julián Galdeano, Fabián Palo Oliver, Edgardo Martino y Victoria Tejeda, quien fue la única mujer que no votó la ley. Y lo mismo hizo Nicotra en el PRO, cuando pidió su abstención y la de Federico Angelini. Sin embargo, no todos los radicales se excusaron tres diputadas votaron a favor y en el PRO, ocurrió lo mismo con Alejandra Vucasovich y Rodrigo López Molina, entre otros.
«Es una jornada histórica», dijo Benas, en una síntesis con la que coincidieron Augsburger y otras legisladoras. «La ley es un avance que tiene que ver con una lucha de las mujeres» y «los derechos negados durante décadas por una cultura machista». «A la sociedad la componemos en partes iguales mujeres y varones, esto no se respeta. Por lo tanto, lo que hacemos es reconocer una realidad construida por miles de mujeres en la vida cotidiana para que la norma refleje esa realidad.
La peronista Silvia Simoncini recordó que en la sanción de la ley de voto femenino, Eva Perón estaba en la barra del Congreso. Un diputado conservador explicó que el cerebro de las mujeres era más chico y por lo tanto no podían votar. «Pasaron muchos años, pero muchas cosas se reflejan culturalmente en el rol que la sociedad nos otorga a las mujeres. Esa cosa que parece aberrante y antigua de un legislador que era médico, hoy se refleja en muchas cuestiones de desigualdad», dijo Simoncini. «Hay que ser comprensivos con las resistencias que se originan».