Pone a Santa Fe como ejemplo de lo que el progresismo debería construir en el país. Y más que a su gobierno, señala a la convivencia social y política de los santafesinos.
Acaso porque confía en el contacto interpersonal -más allá de lo que le recomiendan expertos en comunicación-, Luis Contigiani ha optado por llevar adelante una campaña agotadora, en la que abundan los viajes por toda la Provincia. Además, no se desentiende de su cargo de ministro de la Producción y no pocas veces ambas actividades se confunden.
Su proximidad con el gobernador Miguel Lifschitz lo identifica en los actos oficiales y también en el espectro político. Es el precandidato a diputado nacional opositor al macrismo que también critica al kirchnerismo, y que reclama para el progresismo, a nivel nacional, la construcción de una opción de poder. El modelo es Santa Fe.
La lista que encabeza se completa en los primeros tres lugares con el radical Fabián Bastida y la socialista Alicia Ciciliani. Lleva el mismo nombre que la nómina que le permitió a Lifschitz ganar las elecciones en 2015: Adelante.
– ¿Cómo marcha la campaña?
– Tengo una ventaja: cuento con el entusiasmo del principiante, soy por primera vez candidato. Ahora le hablo al universo de los santafesinos, más allá de lo que me toca como ministro, que es hablarle a los sectores de la Producción. Trato de hacerme conocer.
– Faltan apenas dos semanas para las Paso.
– Además de una preselección de candidatos, van a ser una verdadera encuesta en la que vamos a ver realmente, todos los candidatos, dónde estamos parados. Además, los integrantes de la lista enfrentamos una elección interna que asumimos muy seriamente.
Imagino que a todos nos pasará lo mismo… Hubo poco tiempo para acercar a la gente al proceso electoral, y eso reduce nuestras discusiones, nuestros debates al microclima político. Trato de superar ese círculo, porque pienso que nuestro gran desafío es octubre.
– ¿En qué confía más? ¿En el marketing político, los asesores, los medios o en el contacto interpersonal?
– La verdad moderna, que se reclama casi como verdad única en estos tiempos, nos dice que son las redes sociales las que tienen una preponderancia profunda y estratégica. Pero mi verdad, humana, concreta, intuitiva, en la que todavía confío, es que prefiero estar mano a mano, cara a cara. Creo que compartir de manera directa las vivencias sigue siendo un hecho muy poderoso. El estar cerca me resulta insustituible.
No sé medirlo, no puedo cuantificarlo, no sé si se ganan elecciones conociendo gente, pero lo me da estar con personas no me lo dan las redes. Ese otro aspecto no se descuida, pero confío mucho, en estar presentes.
– Qué otra “verdad moderna” viene a relativizar
– Sí. Es un tema profundo. Pero vamos a lo más coyuntural: la derecha argentina tiene una agenda que le es propia y que es distinta de la que se discutía hasta su llegada al poder.
Y la derecha argentina que gobierna tiene derecho a tener su propia agenda, porque este, nos guste o no, es un gobierno democrático. Lo que le reprocho es que sea una derecha que no le proponga un proyecto al país. Tanto se siente esa ausencia, tan evidente resulta la ausencia de un proyecto de país, que el macrismo me hace extrañar a las derechas del Siglo XX.
Uno podía tener diferencias con Pellegrini, con Pinedo, con Raúl Prébisch, por citar a algunos, pero está claro que ellos tenían un proyecto de país. Lo tenían, de la A a la Z. Hoy no lo veo. Esta gestión, hablando de las verdades modernas a discutir, no le está proponiendo un proyecto al país.
– Pero el macrismo, poco a poco, impone su discurso: ya se habla -por ejemplo- con toda naturalidad de derogar derechos laborales.
– El gobierno nacional persiste en repetir errores, muestra ideas desactualizadas, ya superadas, como la teoría del derrame económico, desmentida por la realidad y por los teóricos más notables.
No funcionó en Estados Unidos, ni en Inglaterra, ni en otros países: suponer que bajando costos laborales, flexibilizando las leyes laborales se iba a generar ganancias extraordinarias en las empresas y que éstas así aumentarían su inversión productiva es falso, completamente falso. No hubo más inversión, no se expandió el capital productivo. Hubo -en cambio- mucha más timba financiera.
– Como acá.
– Es que la historia argentina también lo demuestra. ¿Dónde terminó la ganancia extraordinaria que en los ‘90 permitieron la baja del costo laboral, aquellos salarios congelados, sin paritarias, y la caída de los impuestos? Sólo alentó la fuga de capitales. ¿Y qué hicimos? Nos endeudamos para cubrir esa fuga, haciendo un círculo vicioso y contrario al desarrollo argentino. la derecha, que ha fracasado, hoy ofrece lo mismo.
Y debe decirse siempre que es una derecha que ha sido votada, eso es algo novedoso. Es un gobierno de derecha, o de centro derecha, podremos discutirlo, pero no que fue votado democráticamente, y que llegó con votos al poder nos guste o no con procedimientos electorales.
Es la primera vez que esto ocurre sin valerse de partidos populares con el peronismo y el radicalismo, con Menem o De la Rúa. Esta vez, como en otros momentos de la historia, son ellos gobernando: sin tener ya la necesidad de hacer lobby frente al Estado, ellos lo conducen.
– ¿El kirchnerismo tenía un proyecto de país? ¿Hubo un “modelo K”?
– Creo que el kirchnerismo no tenía un proyecto propio, sino que se subió a una fase económica de reconstrucción industrial, a partir de una megadevaluación, la de Duhalde-Lavagna y desde ese momento -que fue realmente tocar fondo- vino una recuperación. Fue el después del desastre de los ‘90.
Personalmente, tengo frente a esa fase económica, a ese momento histórico, muchos acuerdos, pero también muchas diferencias porque el costo fue enorme. la Argentina vivió una megadevaluación que resultó terrible y que crecía a partir de grandes campos ociosos de la industria. Aún así, era muy superior a lo que habíamos vivido.
– ¿Hubo realmente una oportunidad?
– La primera etapa de Néstor Kirchner y Lavagna aprovecharon ese momento. Pero luego, el kirchnerismo, con Néstor y con Cristina, lo desperdiciaron. Argentina contó con un contexto internacional muy favorable en términos de commodities, de crecimiento económico latinoamericano, que pasó… Y que el país no pudo aprovechar.
El gobierno nacional anterior es responsable de no haber transformado la estructura económica, su matriz de crecimiento. En definitiva, no transformaron la Argentina. Hoy lo vemos con las Pymes que tienen graves problemas de competitividad, sufrimos 32% de pobreza, no hubo una mejor estaticidad, la ley de entidades financieras que hoy permite que el negocio financiero sea el más rentable de la Argentina no se tocó, sigue y siguió por sobre el capital productivo. Por eso digo que el kirchnerismo se sube a la reconstrucción industrial de Duhalde y Lavagna, pero luego no aprovechó circunstancias internacionales muy favorables.
– ¿Fue por lo que hizo o por lo que se dejó de hacer?
– Por ambas razones. Es cierto que construyó una épica política, de recuperar lo estatal, pero la idea de tener una mejor estaticidad no cuajó. Abundó en discursos sobre la producción nacional, y contó con algunas medidas en esa dirección, pero no produjo los cambios que creemos que son necesarios. No hubo una reindustrialización del país sobre bases más firmes.
Tres proyectos
“El próximo Congreso va a enfrentar debates intensos”, dice Luis Contigiani y advierte que -además de un fuerte ajuste- tras las elecciones el gobierno nacional “va a buscar imponer una reforma laboral e impositiva”. Y adelanta: “además de defender los derechos vamos a tener que pujar contra lo que yo llamo la agenda del centralismo”.
Dice que como legislador, si le toca representar a los santafesinos en la Cámara de Diputados, “voy a presentar proyectos de ley sobre los temas que, de alguna forma, me han perseguido toda la vida”.
Menciona una ley de arrendamiento del suelo que defienda a los pequeños y medianos productores, a la sustentabilidad productiva del suelo e impulse la rotación de cultivos en defensa del futuro.
Otra de sus obsesiones es una ley de la lechería, que sea capaz de fundar una política pública nacional sobre el sector. Destaca que hay regulaciones que “las provincias no pueden imponer” y habla de la relación entre los tamberos, las empresas y el sector público provincial, como una instancia donde “siempre está pendiente poder fijar precios de garantías para la inversión” y quien falta es “el Estado Nacional”. Afirma que no debe ser naturalizada la idea de tomar al productor lechero como “la variable de ajuste” de la cadena de valor.
Sostiene que para que Santa Fe pueda “seguir bajo condiciones de desarrollo diferentes, con un clima de diálogo entre el empresariado, el Estado, y los trabajadores, deberá defenderse del centralismo”, y marca diferencias con otros candidatos.
Subraya que la “agenda del centralismo” se va a presentar con otros nombres. Advierte que se hablará de “armonización tributaria” para en realidad “quitarles recursos a las provincias” y vaticina que la reforma laboral será presentada como una “modernización” capaz de crear más oportunidades, “lo que ya fracasó en los ‘90”.
Piensa que Santa Fe y las demás provincias de agro fuerte necesitan una ley de semillas que les permita a sus productores tener más capacidad de maniobra frente a los vaivenes del mercado. Y afirmó que “sería un grave error estratégico ponerse a las órdenes de las multinacionales”.
De cómo recuperar las banderas progresistas
Luis Contigiani, precandidato a diputado nacional, mostraba sus diferencias con el gobierno actual y el anterior, cuando se le preguntó si no cuesta hoy demasiado recuperar las banderas progresistas, luego de su degradación por vía de tanta corrupción.
Dijo que los espacios populares y progresitas tienen la obligación de hacerlo, de “construir una opción frentista” que se apoye en “unas pocas ideas fuerza” que deben ser indisuctibles, y cuya “primera fortaleza debe ser ninguna tolerancia con la corrupción pasada, presente o futura; lo mismo con la industrialización del país como opción de desarrollo, para la inclusión; y el cuidado de los valores democráticos y las libertades constitucionales”.
Para el ministro de la Producción santafesino “el principal error del gobierno ha sido el económico. No se ha logrado bajar significativamente la inflación, el país no ha vuelto a crecer y se ha debilitado el mercado interno”, resume.
Sostiene que el país ya pasó por la idea de financiarse con endeudamiento, de suponer que habría un derrame que provocará mejor calidad de vida en la población y que el mercado resolvería todos los problemas. Y recuerda, tomando distancia del gobierno actual y del anterior: “la última gran reforma del Estado fue en los ‘90 y su matriz no se ha podido revertir. Este gobierno no tiene interés en cambiarla y el gobierno anterior, más allá de alguna reivindicación discursiva, no lo hizo. No produjo cambios substanciales ¿O no tenemos 32% de pobreza? ¿O no vemos a las Pymes en una debilidad extrema?”, dispara en ambas direcciones.
“la derecha tiene el derecho a cuestionar las politicas públicas sobre industrialización ineficiente, o basada en ventajas o privilegios que no podían sostenerse. Le asiste el derecho a cambiarlas, pero pudo haber planteado nuevas reglas de juego para una industrialización sostenible. Lo que no debió hacer el macrismo es barrer con los intentos de industrialización mediante una apertura indiscriminada de las importanciones”, señaló.
“Soy de los que piensan que ya no hay un afuera y un adentro en los mercados nacionales; sí creo firmemente que los estados nacionales pueden fijarse políticas de administración de su comercio externo, y la Casa Rosada no se ocupa, siquiera, de tener una política de intercambio internacional