Hace una semana, una niña de 12 años fue alcanzada por una bala mientras estaba dentro de una vivienda en Uruguay al 4.300. La ráfaga vino de la calle. La violencia recrudece y los vecinos dicen que es peor que en 2014, cuando hubo récord de homicidios. Banda que operan por zonas, manzanas o cuadras en un escenario atomizado.
El domingo pasado, poco después de las 18.30, una pareja – al menos- de gatilleros abrieron fuego contra una casa ubicada en Uruguay al 4.300. “En realidad es Barrio Arenales”, aclara la Presidenta de la Vecinal Gisela Martínez, que conoce la zona porque está al frente de la entidad desde el 2013. “Igual, sabemos todos los problemas de Arenales, de San Lorenzo y de Chalet, que no son muy distintos”, señala.
La pequeña Delfina de 12 años tuvo la desgracia de quedar en medio del recorrido de unos de los proyectiles que ingresaron en la vivienda, donde no vivía la niña, sino que lo hacía en otra casa, a pocos metros. Justo esa tarde estaba estudiando en el domicilio baleado. Todo fue muy rápido. La bala dió en la cabeza, ingresó pero no salió de la zona occipital, y el cuerpo de la chica llegó con pocos signos vitales al Hospital Alassia, donde la llevaron de urgencia sus padres. Hoy, lucha por su vida, aferrada a sus sueños, a un examen sobre mitos y verdades que estaba preparando para rendir.
EL LUGAR ofrece una geografía color sepia, desprotegida. Casas petisas y muchos pasillos. Los vecinos del lugar temen represalias, no hablan, a pesar que tocaron a un inocente, algo que corre el límite de los códigos. “Acá en la zona está lleno de lugares de venta de drogas al menudeo, en todas las manzanas te diría”, señala un vecino y agrega: “en un momento era el territorio de Alejandro Sosa Rey (quien fuera uno de los líderes de la Banda del Pasillo, en calle Entre Ríos al 3.800), pero ahora es un quilombo muy grande, acá cualquiera junta una guita, compra falopa, la estira y al mes ya tiene una camioneta”. La famosa banda del Pasillo era en realidad una entente criminal conformada por una familia: Los Paredes. Muchos de ellos están presos, cayeron en 2018 y 2021, en manos de la Brigada Departamental de Drogas con quienes – dicen – incumplieron un acuerdo y por eso perdieron.
“Los que dispararon contra la casa donde estaba la nenita son del fondo, de Uruguay al fondo. Querían darle un mensaje al tipo que vivió en esa casa antes de la familia que tirotearon el domingo. Era un chanta que alquilaba armas, muy trucho, le decían “Gino”, yo creo que quisieron ponérsela a él”, dice un vecino de la zona. Un policía con varios años de calle refrenda el concepto de “menudeo al paso”. Informa que hay numerosos puntos de venta y muchas armas, y que todos los días se tiran con todo. En el barrio reflotó esta semana el nombre de una bandita que tiene muchos integrantes cerca del terraplén, le dicen “los meones”, porque son todos chicos, menores, “que van de caño como si nada”. Dos de ellos son apuntados como los agresores. Hay un ‘guacho’ al que le dicen ‘Mana’, es del fondo, se mandó a mudar esa noche… es el comentario…”, señalan.
El barrio sigue sensible aún. Hace un mes, el 4 de junio habían matado de un tiro en el pecho a Ernesto Navarro de 29 años, en Pasaje Cervantes al 3.800. Le dispararon cuando salía de la casa de su madre. En enero, otro joven de 22 años, Emanuel Brittos fue asesinado de un disparo en el pecho en Amenábar al 3.900. “Esto se puso feo, como el 2014, cuando hubo récord de asesinatos…no me puedo olvidar de Víctor Ordoñez o de Daniela Agostina Álvarez”, comenta una mamá. Ordoñez fue asesinado en marzo de 2014. Tenía 27 años, salía de jugar al fútbol y caminaba por calle 3 de Febrero al 3.800 cuando quedó en medio de una lluvia de balas. El caso de la chica es similar, afecta un poco más por su juventud. Daniela Álvarez tenía 16 años. En diciembre de 2014 quedó en medio de un fuego cruzado entre delincuentes que vivían en uno de los tantos pasillos de la zona y un grupo de atacantes que vaciaron sus cargadores desde la vereda. La chica, que había salido para comprar comida en un almacén de Santiago de Chile al 1,400, fue herida en la espalda. A pesar de la gravedad de la lesión, llegó como pudo hasta su casa. Su padre la vió llegar y en la puerta de su casa se murió en sus brazos.
ZONA DE RIESGO
AUNQUE TODO el barrio es peligroso, hay ciertos datos que pueden develar más de una coincidencia. En Uruguay al 4.200 operaba la banda de “Joropo”, hasta hace unos años. Jhonatan Iván Ramírez y parte de su grupo fueron detenidos en septiembre de 2018 y sentenciados en octubre de 2019, en juicio abreviado. En el barrio dicen que “Joropo” se rescató y trabaja de albañil, que no quiere saber nada con “la porquería”. Sin embargo algunos pesquisas sostienen que parte de su entorno está en “la onda”. “Hace algunos años les proveía la ’Curandera’, Vanesa Saravía”, que fue detenida en septiembre de 2019 con casi 150 kilos de cocaína en Santa Fe. Fue el último gran golpe que dio la policía local.
En calle Uruguay al 4.300 –la misma zona donde fue herida Delfina – operaban dos eslabones de la banda narco que lideraba Jhonatan “El Colo” Fernández, hasta el 13 de octubre del año pasado, cuando fueron detenidos por orden de la justicia federal, en una causa que llevó adelante El Fiscal Walter Rodríguez con la colaboración de la Policía Federal.
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A escasos metros donde hirieron de gravedad a la niña habitaban hasta octubre pasado Cristian Leonardo López, apodado “Tato” “quien realizaba un aporte en las maniobras de tráfico de material estupefaciente, bajo las órdenes de Jhonatan Exequiel “Colo” Fernández, como encargado de la distribución de las sustancias, contando a su vez con la colaboración de su pareja Marlene López”. “Tato” López fue sindicado, en el marco del anoticiamiento inicial, “como aquel que “(…) aprendió a cocinar ‘la alita’ y ‘la porquería’ (haciendo referencia a la cocaína). Y que junto a Gabriel López se encargaría de la distribución en la zona norte y en el Barrio Las Flores. Ellos manejan los soldaditos.”. En febrero de este año la causa fue elevada a juicio. Junto a los López y al “Colo” serán juzgados otros integrantes de la banda, entre ellos una mujer policía que tenía en su momento responsabilidades al frente del servicio de emergencias 911.
Fernández era tal vez el último sobreviviente de la vieja escuela narco dentro del barrio. Había crecido al calor de los bravos integrantes de la Banda del Pasillo, vinculándose a los proveedores medios o superiores, como fue en su momento Vicente Pignata, actualmente prófugo, o quien fuera uno de sus laderos, conocido en el ambiente como “Cachiporri”.
LA BARRIADA DEL OESTE alerta que la situación de inseguridad “es peor que en 2014 (…) cuando en 2017 desarticularon a la banda de Los ‘Maraqueros’ pensábamos que podíamos empezar a vivir en paz. Duró poco”, informa en vecino de Los Arenales.
Cae el sol en calle Amenábar. Casi no hay luces prendidas en la vía pública. Un kiosquero cierra el negocio y atiende detrás de las rejas. Encima llueve. En la esquina de Pasaje Bosso unos chicos juegan a arrancar propaganda política de las paredes. Es lo único que abunda.
Autor: Héctor Martín Galiano (contacto@zonacriticaonline.com)