Es la conclusión a la que arribó la Fiscalía Federal de Reconquista respecto al rol de dos policías de la URI que están detenidos, sindicados de ser los proveedores de un narco regional que distribuía cocaína en Reconquista.
Una investigación que lleva adelante la justicia federal de Reconquista sobre la relación entre policías y narcos promete nueva revelaciones. Esta semana quedó detenido un oficial de 29 años de la Unidad Regional 1 (URI) que brindaba protección a un distribuidor de media escala que abastecía a la ciudad de norte santafesino. Aunque para la Fiscalía Federal el compromiso de los integrantes de las fuerzas de seguridad era mayor: eran los verdaderos proveedores del narco, el primer eslabón de esta cadena y, al menos, en esta causa.
Los hechos
En el año 2014, la Fiscalía Federal de Reconquista y el juzgado de esa ciudad le encomiendan a la subdelegación de la Policía Federal del lugar que investigue a un importante distribuidor de cocaína a nivel local. Queda bajo la lupa Carlos Arce, alias “Anteojito” y su pareja Romina Sánchez, que se domiciliaban en Santo Tomé y registraban frecuentes viajes de la capital santafesina a Reconquista en distintas empresas de transporte.
De esa actividad desarrollada por la pareja se estableció, mediantes escuchas telefónicas, que el organizador principal y comercializador de la droga era un empleado policial de Santa Fe llamado Gustavo Andrés Grivaldo, de 39 años, apodado “pelado”. Ello surge así de las conversaciones entre la pareja de santotomesinos y Walter Bustos, alias “El gordo”, otro efectivo policial de la URI.
En el caso Grivaldo se establece mediantes tareas investigativas que además de organizar el tráfico, cobra cuotas mensuales a distintos distribuidores de droga, como así también le proveía parte del material estupefaciente con el fin de darles protección y no ser investigados en una eventual causa judicial.
El miércoles 22 de noviembre la subdelegación de la Policía Federal de Reconquista toma conocimiento a través de las División Informaciones de la misma fuerza, a cargo de la realización de las escuchas directas a los investigados que Bustos y Arce habían concertado un encuentro para intercambio de drogas y entonces prepararon un procedimiento sigiloso con orden judicial. Fue así que se los detuvo en calles Arenales entre Vieytes y Alberti en el norte de la ciudad de Santa Fe. En el auto del “gordo” había 250 gramos de cocaína y una mochila que tenía en su interior un chaleco balístico de a División Investigaciones de la URI. A Arce le secuestraron 30 mil pesos, varios teléfonos celulares que se encontraban en el interior de su auto. Esa siesta calurosa también tuvo a la pareja de Arce de testigo, que transita un embarazo avanzado.
Grivaldo, principal investigado no fue ubicado en ese momento. Se entregaría luego, casi una semana después, en el juzgado federal de Aldo Aluralde, en Reconquista, patrocinado por Claudio Torres del Sel, quien además representa a Bustos, por lo que se supone una estrategia de defenda común. Por cierto, para la Fiscalía, a cardo de Viviana Bruno Campaña, no hay dudas: “…Grivaldo es el encargado de conseguir el estupefaciente ,siendo la función del “Gordo” Bustos la de distribuirlo a los clientes que poseen en común, como así también de conseguir nueva clientela”.
Sorpresas en los procedimientos
La detención de la pareja y de Bustos en el norte de la ciudad no fue laúnica medida pedida por la justicia federal el pasado 22 de noviembre. En los domicilios de Arce y Sánchez no se secuestró droga pero si balanza de precisión, celulares y chips. En el domicilio de Bustos 206,7 gramos de cocaína, una máquina para contar dinero, 6 gorras de policía, municiones y un celular. En cuanto a Gribaldo, el domicilio detectado por personal de investigación resultó ser el de su madre y no secuestraron nada, no obstante se solicitó al Juez la detención e indagatoria porque del curso de la investigación quedaba claro que era el organizador y uno de los máximos comercializadores de estupefacientes de la empresa criminal montada, ocupando uno de los eslabones más altos en la cadena de tráfico ilícito de materiales estupefacientes, valiéndose para ello –al igual que Bustos- de su rol de policía.
La investigación que – por ahora- tiene presos a dos policías- fue desarrollada con mucho profesionalismo por los agentes de la PFA de Reconquista, que trabajaron sin colaboración de su par Santa Fe por pedido de la Fiscalía, que entendió que compartir información podía generar filtraciones y en consecuencia, hacer fracasar la investigación.
Autor: Héctor Martín Galiano