La niña fue asesinada a fines de 2013, cuando jugaba en el Club Regatas. La bala que la mató partió desde Alto Verde, donde esa tarde se produjeron dos violentos tiroteos.
Serena Martínez tenía siete años el 29 de noviembre de 2013, cuando fue asesinada de un balazo en la cabeza. Por el crimen, están acusados cuatro sujetos, tres de los cuales (el cuarto era menor de edad) comenzarán a ser juzgados este lunes por un tribunal oral de nuestra ciudad.
“Sere” era alumnita del Jardín Deportivo del Club Regatas. Esa tarde, toda la comunidad de la entidad lagunera festejaba en sus instalaciones para despedir el año. Ella llegó cerca de las 18, de la mano de su papá, que se dirigió al quincho para dar una mano en la cocina. Estaban por hacer hamburguesas para chicos y grandes. La pequeña fue a jugar con sus amiguitos.
Prácticamente al mismo tiempo, a pocos metros de allí, pero cruzando la laguna Setúbal, comenzó una serie de incidentes violentos que iba a terminar provocando la muerte de la pequeña, media hora después.
En la entrada al distrito costero de Alto Verde, al sur del puente Héroes de Malvinas, un grupo de cuatro sujetos se agazapó entre unos matorrales. Se trataba de Jonatan Miranda, Néstor Cano, Antonio Segovia y un menor de 16 años. Allí, armados, aguardaron con paciencia para emboscar a Luis Antonio Cabrera, alias “Pici”, y Lucas Maximiliano Fernández, más conocido como “Cepillín”.
Todavía hoy no están claros los motivos por los que los protagonistas estaban enfrentados. Algunas versiones los vinculan con distintas facciones de Uocra, sindicato habitualmente vinculado a hechos violentos. Otras señalan que eran parte de un eterno conflicto que todavía hoy mantiene como rivales a habitantes de las manzanas 2 y 3 de Alto Verde. Tal vez todas sean correctas. Lo cierto es que esa tarde la disputa iba a llegar a su cima.
Emboscada
Los agresores abrieron fuego apenas vieron pasar a “Pici” y “Cepillín”, que volvían a sus casas en moto luego de trabajar como albañiles en la obra del Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias de Santa Fe (Cemafe), que el gobierno construye sobre avenida Alem. Los corrieron por unos metros. Ninguna bala dio en el blanco, pero un proyectil impactó en el vientre del encargado del Corralón Méjico, que estaba trabajando muy cerca. Carlos Borgo, quien tenía 48 años en ese momento, salvó su vida de milagro.
Los primeros llamados a la Central de Emergencias 911 comenzaron entonces. Eran las 18.04 y Serena jugaba en los peloteros, sin siquiera imaginar lo que sucedía a poco más de 500 metros.
Los atacantes quedaron en el lugar, porque la moto se les rompió, mientras que las víctimas pudieron alejarse. Casi media hora más tarde, por zona de bañados, llegaron a la escena varios sujetos en tres caballos. La fiscal Mariela Jiménez y la querella intentarán demostrar que eran “Pici” y “Cepillín”, acompañados por otras personas, con sed de venganza.
Eran las 18.30 y a Serena, que había transpirado mucho, le dieron ganas de tomar agua. Entonces caminó hasta una de las galerías del club, donde había un dispensador.
A esa altura, las líneas del 911 habían recibido numerosas denuncias, pero ningún patrullero había aparecido.
Los hombres a caballo accedieron sigilosamente al corralón, por la parte trasera, y se parapetaron. Luego, abrieron fuego contra sus rivales, que corrieron entre los yuyales hasta la barranca de la laguna, donde se escondieron.
Segundo tiroteo
Una lluvia de plomo se desató sobre ellos, y todo lo que estaba en su camino. Luego, se iban a encontrar 17 casquillos calibre 9 mm de tres pistolas distintas. Se sabe que hubo otras armas, pero los revólveres no expulsan las vainas servidas.
En una quinta ubicada en plena línea de fuego se celebraba un cumpleaños de un nene. El dueño de casa alcanzó a meter rápidamente a los pequeños dentro de la casa, cuando los primeros proyectiles pasaron silvando sobre sus cabezas.
Eran las 18.37 cuando una de esas balas cruzó la laguna, voló por aproximadamente 560 metros e hizo blanco en la cabeza de Serena, que cayó desplomada, ante la mirada atónita de los otros chicos.
Cuando los primeros policías llegaron al lugar del tiroteo, Serena ya estaba en el Hospital de Niños. Su vida pendía de un hilo que se iba a cortar una semana después, la noche del jueves 5 de diciembre de 2013.
Todavía hoy la familia de Serena espera una explicación de por qué demoró tanto la llegada de la policía. El segundo tiroteo, y por lo tanto la muerte de la niña, pudo evitarse.
Planificado
“Consideramos que estas personas tenían un plan común. Asesinar a otros. Por este motivo, los tres tienen la misma responsabilidad en el hecho, que para nosotros se encuadra en ‘dolo eventual’. Todos tiraron. Eso es lo que hay que remarcar. Los sujetos que ahora son enjuiciados tenían intención de asesinar a otro, para vengarse. Por eso, vamos a pedir condenas a prisión perpetua para los tres”, remarcó Carolina Walker, quien -junto a Martín Risso Patrón- representa a la familia de la víctima.