El Instituto de Estudios que lleva su nombre calcula que existen más de dos mil publicaciones sobre la vida y obra del Premio Nobel; batalla entre biógrafos, en vísperas de los 80 años del cantante
El Instituto de Estudios de Bob Dylan, creado en 2017 por la Universidad de Tulsa (Oklahoma, Estados Unidos) calcula que existen más de 2.000 libros escritos sobre el autor de “Desolation Row”. A ese ingente volumen hay que sumar a partir de este mes media docena más de títulos que aparecen en el mercado con intención de anticiparse a los fastos por el 80º cumpleaños del ganador del Nobel el próximo 24 de mayo. De entre todos esos volúmenes destaca el The Double Life of Bob Dylan (La doble vida de Bob Dylan), escrito por Clinton Heylin, quien en su haber cuenta ya con un volumen sobre los primeros años del artista (dos veces actualizado), un par de libros analizando las canciones de Robert Zimmerman y otros diez tomos de puro dylanismo, un género ya casi en sí mismo y que básicamente consiste en editar libros muy largos que en apariencia tratan sobre la obra y vida de Dylan pero en realidad hablan de la obsesión del autor sobre el artista. Deberían tener ya sección propia en las librerías. Esta vez, Heylin ha tenido acceso a material hasta ahora no disponible, pues el Instituto de Estudios de Bob Dylan le dejó bucear en el archivo sobre el artista que atesora, gran parte del mismo adquirido al propio Dylan por unos 20 millones de euros. Y rebuscando entre grabaciones de audio y video, notas, letras de canciones y diversos objetos, Heylin ha llegado a la conclusión de que Bob Dylan es un mentiroso.
Según se relata en el volumen, el autor de Visions of Johana se inventó prácticamente todo lo que contó sobre su infancia. Heylin llega a la conclusión de que Dylan jamás fue a un reformatorio, ni fue criado por una familia de acogida ni tampoco se escapó de casa a los 12 años. El libro concluye que lo crio su madre, una mujer que, para disgusto de la mitomanía que el propio Dylan ha creado alrededor suyo, al parecer era abierta, simpática y dicharachera. En el volumen se relata un episodio en el que tras dar un concierto en el Carnegie Hall de Nueva York, Dylan le cuenta a un reportero que ha perdido contacto con su familia y que hace años que no sabe nada de ellos. Padre y madre estaban sentados en la platea, recién llegados desde Hibbing, Minnesota, orgullosos de ver a su hijo triunfar. Tampoco fue un lobo solitario en la Universidad, como él mismo ha relatado, sino que tenía un grupo de amigos cercanos, bastante populares hasta el punto de que entre ellos había un primo suyo cabecilla de una fraternidad.
Heylin también afirma haber dado con documentos que explican el carácter ambicioso y algo teatral del músico. Al parecer, existe una nota que le pasó a un compañero suyo del colegio que debía garantizarle a este acceso a la casa que Dylan iba a tener en unos años en Nueva York una vez convertido en músico de éxito (por entonces aún tocaba temas ajenos que hacía pasar por propios, cuenta el autor). Le dijo que la guardara y que en unos años podría utilizar ese salvoconducto. También se relata con detalle la ya conocida crueldad de Dylan con su círculo más cercano de acólitos (llamarlos amigos se antoja algo hiperbólico en este contexto), a quienes obligaba a soportar sus desplantes si querían seguir pudiendo compartir mesa y micrófono con él. El libro también narra génesis de la canción “Like a Rolling Stone”, al parecer compuesta tras una fiesta en Hotel Savoy de Londres durante la cual Dylan estuvo sorbiendo cócteles aliñados con LSD. Otro momento curioso del volumen es el encuentro entre Judy Collins y Dylan. Ella quería conocerlo. Tras hacerlo declaró: “Me fui pensando: ‘Este hombre es un idiota. Es incapaz de construir una frase coherente”. El libro termina en 1966, con Dylan en su moto Triumph para dar una vuelta. Heylin promete una segunda parte del libro en la que asegura relatar lo sucedido a partir de ese momento. El autor compara su propio libro con una obra maestra renacentista. Dylan dijo una vez que aspiraba a hacer algo que fuera suficientemente bueno como para poder compararse con la obra de Rembrandt. Cuanto más se parecen los dylanólogos al propio Dylan más complicado se hace entender algo de todo este embrollo de páginas y páginas de prosa embarullada.
EL NOBEL A DYLAN: LA LITERATURA COMO NUEVA CAJA DE PANDORA
Como era de esperar, este libro ya ha provocado severos enfrentamientos en el seno de la dylanología. El más sonado, con Howard Sounes, autor de Bob Dylan. La biografía (primero publicada por DeBolsillo, en la Argentina está disponible la edición extendida que de Reservoir Books, 2017, cuando ya había ganado el Nobel), que tras vender más de 200.000 copias en todo el mundo, se reedita ampliado para coincidir con el 80 aniversario del ganador del premio Nobel. Heylin odia a Sounes y en su libro lo deja ya claro en la página tres, cuando le acusa de buscar solo lo más sucio y escandaloso. De hecho, Sounes aparece en el volumen de Heylin más veces nombrado que, por ejemplo, Bruce Springsteen. Pero no todo es novedad, escándalo y munición para las nuevas guerras en el seno de la dylanología, en estos prolegómenos de la celebración de los 80 años del artista. El clásico de 1986 de Robert Shelton, No Direction Home, tiene una nueva versión editada por Elizabeth Tomson, que actualiza la anterior, lanzada en 2011 coincidiendo con el 70 cumpleaños de Dylan. Más amable, más analítica y con fotos. Eso sí, pesa casi dos kilos.