La selección nacional fue sorprendido por Arabia Saudita y cayó por 2 a 1. El rival impuso su juego físico y logró la hazaña. Ahora el equipo de Scaloni deberá salir airoso ante México
Incredulidad, amargura, desazón. Cualquier adjetivo simplifica con certeza lo sucedido en el debut de Argentina en el Mundial de Qatar 2022. Ni el más pesimista podía proyectar lo que pasó, que Arabia Saudita le pegara un duro golpe a la emoción ganándole por 2 a 1 al imbatible equipo de Lionel Scaloni. Y alguna vez tenía que pasar, Argentina debía perder. Claro que sucedió el día menos pensado y en el instante menos deseado. Argentina, una de las máximas candidatas a pelear la Copa del Mundo, no pudo con los árabes y padeció una derrota que la complica. Ahora sí cargará con el peso de la obligación de no perder más puntos si pretende mantener viva la llama de la ilusión mundialista. Elementos le sobran para seguir soñando.
La película no tuvo el final feliz esperado. Claro que ilusionó en la antesala y más aún con el gol de Lionel Messi de penal en su quinto Mundial, seguramente el último de su carrera. Al Diez no le pesó besar la pelota con suavidad con su pie izquierdo y generar una conmoción de alegría en el magnífico estadio Lusail, con capacidad para 80 mil almas. Ese grito le permitió superar a Mario Kempes y convertirse en el cuarto máximo goleador de la selección en mundiales, detrás de Gabriel Batistuta (10), Diego Maradona y Guillermo Stábile (ambos con 8).
Los nervios del debut pesaban, sin dudas. Pero la selección impuso su dominio de juego y territorial en el inicio ante un rival que se sentía superado. Argentina manejó los hilos del partido y buscó de un lado y del otro romper el cerrojo defensivo con el fin de golpear con goles, pero le costó hacerlo. A la albiceleste le anularon tres goles y todo pintaba para goleada. Pero solo fue una ilusión óptica.
Que Argentina no tuvo el juego de siempre es real. Se encontró con una Arabia Saudita muy física, pero que en sus dos llegadas sorprendió y rompió el ánimo albiceleste. El 2-1, llamativo e inesperado, le permitió llevar el juego a su terreno. Con una selección nacional desesperada que abusó de los centros ante torres que ganaron siempre. La idea se diluyó y cayó en un callejón sin salida. Argentina atacaba por el aire y le hizo simple al rival defender una victoria trascendente e histórica.
La selección tuvo algunas chances como para dejar el tanteador igualado, pero no estuvo efectivo y el rendimiento del equipo estuvo por debajo del ideal. O del que se había acostumbrado a tener y que lo llevó a conservar un invicto de 36 partidos sin perder (quedó a uno de igualar el récord absoluto a nivel selecciones de Italia, 37).
La emoción inicial se desvaneció. Los miles de argentinos en la cancha y los que estaban pegados a la tele en Argentina cambiaron la alegría por desazón. Ese equipo que emociona al mundo cayó en su debut después de tanta expectativa inicial. Y no fue una derrota nada más desde lo futbolístico -no tuvo el juego de siempre y el equipo estuvo desconocido-, sino principalmente emocional.