Una medida drástica que amenaza con agudizar el conflicto regionalFue luego de que una multitud tomara y quemara una parte de la embajada saudita en Teherán. La gente reaccionó por la ejecución en Riad de un clérigo shiíta.
En un hecho sorpresivo que puede abrir la brecha a un conflicto de mayores proporciones en Oriente Medio, la disputa que mantienen Arabia Saudita e Irán por el control regional escaló ayer a cotas peligrosas. Imprevistamente, la monarquía saudita rompió relaciones diplomáticas con Teherán luego de que una multitud incendiara en la madrugada de ayer parte de su embajada en la capital persa. El asalto fue en repudio a la ejecución, el sábado, de un clérigo shiíta adversario del régimen de Riad y cercano a Teherán. El líder supremo iraní, el ayatolah Alí Jamenei, había advirtido poco antes que los líderes saudíes sufrirán “una venganza divina” por la ejecución.
El encargado de anunciar el rompimiento de las relaciones fue el canciller saudita, Adel al Yubai, quien aclaró que todo el personal de la embajada sería retirado de Teherán y que los diplomáticos iraníes tenían 48 horas para dejar su país. “Al defender los actos terroristas, el régimen iraní es considerado un socio de sus crímenes”, sostuvo Al Yubai, justificando la medida, de extrema gravedad en los códigos diplomáticos internacionales.
Las tensiones entre los dos gobiernos habían crecido en los últimos tiempos producto de los apoyos de Riad y Teherán a las partes enfrentadas en los conflictos de Siria y Yemen. Irán, el líder del shiísmo, la corriente minoritaria del islam, y Arabia Saudita, a la cabeza del orbe mayoritario sunnita, se disputan desde hace tiempo su hegemonía en la región.
El sábado, acusándolos de actos ligados con el terrorismo, Riad ejecutó con decapitaciones y fusilamientos a 47 condenados a muerte, entre ellos, al clérigo shiíta Nimr al Nimr, muy crítico con la monarquía saudita. Organismos de derechos humanos habían pedido la suspensión de su ejecución bajo el argumento de que no era un terrorista y que su prisión era, más bien, un hecho motivado en razones de política interna. La monarquía teme que sectores de la población se levanten y reproduzcan en su territorio política sublevaciones similares a las que el mundo islámico vivió bajo la Primavera árabe.
Tras la ejecución del clérigo, las reacciones se esparcieron por Irán, Irak, Pakistán, Cachemira y Bahrein. En la capital iraní, los manifestantes incendiaron parte de la embajada y alcanzaron a penetrar en el recinto diplomático pero luego fueron expulsados por la policía. “Las llamas se alzaban en el interior de la construcción”, informó la agencia AFP, que agregó que los manifestantes habían lograron subir al tejado cuando aparecieron las fuerzas policiales.
“El fuego destruyó el interior de la embajada”, declaró un testigo. La policía dispersó a los manifestantes y detuvo a 40 de ellos. En fotos publicadas por algunas páginas web, se veían a manifestantes con una bandera saudita en la mano, que habrían retirado del mástil. Pese a la resistencia de la policía, los manifestantes finalmente consiguieron cambiar la chapa con el nombre de la calle Boustan, cercana a la embajada, por el del religioso shiíta ejecutado en Riad.
“Sin duda este derramamiento de sangre injusto de ese mártir tendrá consecuencias y los líderes saudíes sentirán la venganza divina”, dijo Jamenei. “Al Nimr nunca llamó a un levantamiento armado, solamente cumplió con sus obligaciones religiosas”, afirmó el ayatolah, citado por la agencia Isna.
Menos beligerante, el presidente iraní, Hassan Rohani, condenó lo ocurrido en la delegación diplomática. “El ataque de extremistas contra la embajada en Teherán es injustificable y tuvo consecuencias negativas para la imagen de Irán”, dijo Rohani en un comunicado. “Este tipo de actos tienen que terminar de una vez por todas”, pidió el mandatario. En Teherán ya se produjeron varios ataques contra embajadas, las más destacadas fueron las de 1979 contra la delegación estadounidense y en 2011 contra la británica.
También violentos choques estallaron ayer en Bahrein, entre policías y manifestantes shiítas. La policía disparó gases lacrimógenos y perdigones contra personas que lanzaron bombas molotov en varios suburbios de Manama. En la provincia de Wasit, en el centro de Irak, cientos de shiítas tomaron ayer las calles pidiendo al gobierno iraquí el cierre de la embajada saudita, reabierta el mes pasado tras 25 años. En la parte india de Cachemira miles de shiítas se manifestaron en varios lugares contra la ejecución.
Las ejecuciones desataron una ola de condena internacional pero también preocupación por la escalada, en una región inflamada por la guerra en Siria. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se mostró “profundamente consternado”. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, llamó a evitar una escalada de la tensión sectaria en la región.