Adrián Oscar Celer está actualmente preso, junto a otros tres policías. Los cuatro ingresaron ilegalmente a una casa del barrio Barranquitas el año pasado con la idea de robar armas y drogas. Contactos con Paraguay.
Hace un año, el 6 de noviembre del año pasado, cuatro policías santafesinos ingresaron encapuchados y vestidos de uniforme oficial a una vivienda barrio Barranquistas, ubicada en calle Iturraspe y el terraplén. La irrupción fue a las 2 de la madrugada, sin orden judicial y en forma violenta. Habían llegado al lugar en un auto particular.A los gritos pedían al morador la entrega de armas y drogas. Al parecer, nada de eso había en la precaria casa. Alertados por la situación, efectivos del Comando radioeléctrico llegaron hasta el lugar y observaron la irregular acción de los colegas. Bajos las capuchas, además de Celer, estaban Exequiel Sebastián Romero, Leonardo Velásquez y Cristian Gutiérrez. Los cuatro policías fueron trasladados hasta la Seccional Sexta de la ciudad de Santa Fe por personal del Comando. Allí, exhibieron un revolver calibre 38 y ensayaron la versión del secuestro del arma para justificar su ilegal tarea.
Los policías quedaron detenidos, fueron llevados a audiencia imputativa. La fiscal del caso – en el inicio de la causa – Gabriela Arri argumentó que los policías “actuaron con la intención de darle un marco de legalidad a un procedimiento en el que intentaron acreditar el secuestro de un arma, a sabiendas de que no había sido obtenida de forma legítima. En tal sentido, también intentaron comenzar a confeccionar un acta de procedimiento de las supuestas actuaciones». La representante del MPA les atribuyó en ese momento “ la coautoría de los delitos de tentativa de robo calificado, por ser en poblado y en banda, por el uso de arma de fuego y por ser cometida por un miembro de la fuerza de seguridad. También les imputó allanamiento ilegal, tenencia ilegítima de arma de fuego de guerra, y tentativa de falsificación de documento público”. Los cuatro delitos fueron imputados en concurso real entre sí. La causa quedó luego en manos del fiscal de la Unidad de Delitos Complejos, Ezequiel Hernández, que trabaja en la ampliación de la imputación, de cara a la presentación de la acusación para ir a juicio.
LA BANDA: Celer, Velásquez, Gutierrez y Romero, los policías que hicieron e allanamiento trucho el año pasado. Actualmente presos.
Contactos narcos
La desesperada maniobra de la banda policial que ingresó ilegalmente en la casa del barrio Barranquitas hace un año, puede encontrar una explicación en los contactos de Adrián “Tripa” Celer con el mundo narco. Por cierto, mientras revolvían todo en la casa lindante con el terraplén, buscaban a los gritos “plata y droga”. La referencia no era causal, mucho menos con la pericia al teléfono de Celer, que ventila acuerdos y contactos con un capo narco paraguayo. Eso surge de la investigación que llevó adelante el MPA local y que remitió a la justicia federal para su seguimiento y eventual denuncia penal.
En el material remitido por el Fiscal provincial Ezequiel Hernández al fiscal federal Walter Rodríguez, sobresale el contenido de 13 chats entre Celer y un paraguayo. Por cierto, el móvil que utilizaba el “Tripa” es de origen y línea paraguaya, con prefijo internacional 595, cuya tenencia está prohibida por la normativa argentina.
“Tripa”, quien para los investigadores es Celer, tuvo varias comunicaciones vía WhatsApp con un tal “Gordo Pascuala”, quien sería Jorge Luis Duarte, un ciudadano argentino , pero residente en Paraguay, vinculado al mundo de la venta de drogas. El 3 de octubre del año pasado Duarte se comunicó con Celer para hablar sobre lugares donde se almacena droga en la ciudad y zonas aledañas El “Gordo Pascuala” le menciona lugares en Santa Fe y en Laguna Paiva, le dice que tiene que hacer “el trabajo rápido, que sabe que “ellos ya recibieron la mercadería, lo sé porque la están moviendo”. Del mismo modo, “el Gordo Pascuala” le pide a Celer que “haga el procedimiento pronto, que salga en la televisión, a mí me van a dar un premio por eso, y yo te voy a dar parte de ese premio a vos”.
Otro de los chats podría dar cuenta de la adquisición de drogas por parte de Celer. En un chat, Duarte le recuerda que debe hacer “el depósito de, al menos 20 , que ellos tienen que mover el negocio”. Celer, contemporáneamente hace una transacción de $ 19.100 vía Western Unión –ubicado en la sucursal local del Wal Mart, sobre la ruta nacional 168 -luego de recibir los datos de una mujer paraguaya domiciliada en la localidad de Luque, quien debía recibir el dinero.
También queda al descubierto en las comunicaciones entre Celer y Duarte, de octubre del año pasado -unos días antes del atraco ilegal por el que terminaría preso –que “El Tripa”alertó a su contacto en Paraguay acerca de una orden federal activa para interceptar un camión de matricula paraguaya y su contenedor. A raíz de ello, Duarte toma medidas: le cambia la patente al camión y muda la mercadería del contenedor original a otros vehículos.
El 6 de octubre, Celer recibe información de un contacto identificado como “Taco”, presuntamente una mujer policía, que le pasa un detalle de lugares y personas que se dedican a la venta de drogas. El aporte no estaba orientado a su represión, sino al posible “mejicaneo” de la mercadería mediantes acciones ilícitas, como las llevadas adelante en Barranquitas. De las charlas con “Taco”, surge además de Celer les vendía drogas a su entorno más cercano.
Por todo ello, el fiscal federal Walter Rodríguez solicitó una serie de medidas para profundizar la investigación y, a priori, considera que Celer tuvo una conducta definida como confabulación, agravada por su condición de policía (funcionario público) sumada a la de encubrimiento. También tiene en cuenta el fiscal la posibilidad de estar frente al delito de comercialización de drogas, teniendo en cuenta los chats con “Taco” y el pago de un adelanto de dinero para conseguir estupefacientes para su posterior venta.
Celer, tristemente célebre
Dos hechos confusos describen el andar frenético de Celer. Uno ocurrió en mayo de 2014 en Santo Tomé, cuando fuera baleado por dos hombres que se trasladaban en una moto, a plena luz del día. El policía recibió un disparo en la pierna y otro en el brazo, fue trasladado al Hospital Cullen donde fue intervenido. Luego de una notable recuperación volvió a la calle de uniforme. En Noviembre del mismo año, el entonces diputado provincial Héctor Acuña señaló que había recibido información que daba cuenta de la presencia de un policía apodado “Piqui” y de apellido Celer, en inmediaciones del lugar donde fuera hallado un camión con 1.600 kilos de marihuana en jurisdicción de Arroyo Leyes. Por ese hecho, fueron condenados en 2017 tres jefes policiales de la Unidad Regional 1 y varios subalternos, al constatarse que el procedimiento y su posterior difusión fue un montaje para encubrir un fenomenal cargamento de drogas que fue alterado por civiles y principalmente por policías.
Autor: Héctor Martín Galiano