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Shock de rentabilidad, la apuesta para atraer dólares

Los referentes económicos de Macri apuestan a movilizar rápidamente los dólares de la cosecha y de los inversores que atesoran divisas. El macrismo propuso una devaluación fuerte. Luego recalculó.

Un shock de rentabilidad. Esa es la llave que el referente económico de Cambiemos, Alfonso Prat Gay, considera que «pondrá en marcha la rueda» de la economía. Un plan asociado, en su hipótesis de trabajo, a la movilización de los dólares que están en los silobolsas, colchones, bancos y cuentas en el exterior, para recomponer las reservas y liberar el mercado cambiario.

Durante una entrevista realizada en septiembre con el diario La Capital, el ex presidente del Banco Central trazó la ruta de ese programa de recomposición de la tasa de ganancias, a partir del cual los grandes empresarios larguen las divisas atesoradas y vuelvan a invertir.

El campo, dijo, es su primera parada. La alianza que lidera Mauricio Macri fue la más explícita en cuanto a las medidas que aplicará para beneficiar a los hombres de agronegocios: eliminación de las retenciones a todos los productos, salvo para la soja (tendrá un cronograma de reducción anual de 5 por ciento), desregulación del comercio de granos y carnes y, aunque con un efecto más bien simbólico, la quita de esa gabela a las economías regionales.

La frutilla del postre es la liberación y unificación del mercado cambiario y la suba del dólar oficial. Desde la cresta de la ola electoral de la primera vuelta, el macrismo explicitó un plan de shock que elevaba ese precio entre 40 por ciento y 60 por ciento. La devolución no fue buena. Sobre el filo del ballottage, el jefe de Gobierno porteño recalculó, calló a los economistas y se unió a la fe gradualista. Cambió la propuesta de liberar el mercado cambiario el 11-D por una visión más sciolista del asunto. Le sumó la emisión de un bono para importadores y empresarios afectados por la limitación para sacar los dólares al exterior.

No está claro cuál de estas versiones entrará en vigencia el 11 de diciembre. El objetivo de fondo es el mismo. Macri quiere devaluar para atraer dólares pero, para amortiguar los efectos regresivos de la devaluación, también se necesitan dólares. Prat Gay se mostró convencido de que el shock de rentabilidad ofrecido a los empresarios agropecuarios, sumado a su reivindicación política, acelerará en el verano la venta de la cosecha y la liquidación de divisas.

En este razonamiento, una posición más holgada en reservas y divisas, ayudada quizás por un generoso blanqueo de capitales, permitiría abrir el cepo. El fin del sistema de administración del mercado de dólares es el sueño económico con el que Macri enamoró al electorado que lo llevó a la presidencia. Si se cumple, en breve habrá acceso ilimitado a ese mercado para quien esté dispuesto a pagar el nuevo precio. Pero fundamentalmente habrá posibilidad de que los grandes inversores puedan retirar sus divisas cuando quieran. Es la primera condición que ese mundo de negocios impone al poder político a cambio de promesas de inversiones.

En un mundo en el que los billetes verdes tienden a volar de los países emergentes para volver a su nación de origen, el nuevo equipo intentará tomar deuda para conseguir divisas. El bajísimo ratio de deuda que deja la administración que se va le permitirá a Macri explotar al máximo la gimnasia de endeudamiento que adquirió la gestión porteña.

Un paso previsto en ese camino es pagarle a los fondos buitre. El plan que explicitó Prat Gay es cumplir el fallo sin chistar, pero pelear por una quita en los punitorios que, calcula, explican gran parte del monto adeudado a los fondos financieros que se mueven en torno del negocio Griesa. No hubo detalles sobre cómo será el tratamiento con los «me too».

Aunque le puede propinar un verano caliente, la batalla por los dólares es clave para el nuevo equipo, ya que la alianza ganadora condensa en esa variable el pacto social de la rentabilidad que pone sobre la mesa. Una concertación en la que los empresarios valorizarán las ganancias de los últimos años y lubricarán los sueños de clases medias y trabajadoras de engancharse a ese tren del efecto derrame. Es una apuesta fuerte a la identificación política y cultural. Una suerte de salida griega, en la que se vota el ajuste a cambio de pertenecer.

Si ese respaldo se mantiene, es probable que un poco más tarde avance en la eliminación de subsidios y subas de tarifas. Carlos Melconian, otro de los referentes económicos macristas, estimó la última semana que habrá que multiplicar por tres las tarifas de transporte, por 2,5 las de gas y por 4 ó 5 las de luz para recuperar la rentabilidad tarifaria de las empresas concesionarias, reducir los subsidios. «Es clave que en el primer trimestre se corrijan los precios relativos por única vez», dijo a cinco días de la segunda vuelta electoral.

Transitar el puente del ajuste será el desafío de Macri en el primer tramo de su gobierno. Escenificar una situación de crisis, que permita cargarle la responsabilidad al gobierno que se va, es parte del manual de reducción de daños políticos. A eso apuntaron la fantasiosa explicación acerca de que la devaluación ya se produjo y las señales de política cambiaria emitidas para accionar subas especulativas de precios. Esa estrategia fue resistida por la realidad y debió ser moderada en la semana previa al ballottage. Habrá que ver si se reactiva en las semanas que quedan hasta el 10 de diciembre.

La fortaleza del empleo, el salario, la distribución del ingreso y el piso de protección social construido en los últimos 12 años operan como un obstáculo natural del shock de rentabilidad propuesto. El nuevo presidente aceptó a regañadientes esta institucionalidad, a la que llama «los planes». Pero una devaluación, el ajuste del gasto público, una mayor apertura comercial externa, un menor control de precios internos y un cambio de orientación en el arbitraje estatal de los conflictos entre el capital y el trabajo, pueden gradualmente desagiar esa «pesada herencia».

En el primer menemismo, los dólares permitieron disfrazar ese proceso. El jefe de la CGT, Hugo Moyano, se viene ofreciendo como socio en la pelea por la calle y la puja distributiva. Aunque el esquema de relación laboral en danza quizás sea más parecido al de Uatre que al de Camioneros.

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