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Cuando la indolencia es la ceguera más grande

La obra social del Consejo de Profesionales de Ciencias Económicas se niega a darle cobertura a un afiliado que se está quedando ciego y necesita operarse en Alemania. La prestadora fue intimada a hacerlo por un juez federal, pero apeló la medida.

“…Alemania, para mí, es la Tierra Prometida, y los responsables de la obra social no me dejan pisarla. No es una metáfora, es una realidad que la justicia quiere poner al alcance de mis ojos, y la Obra Social corta todo tipo de alcance y produce una distancia cada vez más lejana. Reclamo que se lleve a cabo el cumplimiento, que no dilaten más lo que ya es urgente, lo que era para ayer. No tienen derecho a modificar una vida: están matando a mis ojos antes de tiempo; están jugando con mi tiempo. Quiero salvar mi calidad de vida; quiero que no sigan estropeando la vida de mis ojos”. E 6 de septiembre pasado Vicente Isidori posteó en su perfil de Facebook las líneas anteriores. Contador, de 28 años, oriundo de la localidad de Diaz, ve transcurrir su tiempo con el cansancio de la incertidumbre, pero también de la injusticia. Se está quedando ciego y su obra social no le cubre un tratamiento en Alemania, a pesar que hay un fallo de un juez federal que obliga a la prestadora a pagar la intervención quirúrgica y los días de estadía del post operatorio.

Vicente sufre desde los 14 años una lesión expansiva selarsupraselar, es decir, un tumor en el cráneo que afecta su visión y del cual fue intervenido dos veces entre el 2000 y el 2001.El tumor en la actualidad se ha expandido de tal forma que dañó el quiasma óptico y lo incapacitó. Hoy, difícilmente puede distinguir figuras, entre ellas tal vez la más importante: la de su hijo Juan Ignacio. Su médico de cabecera,  Rubén Garrote, le aconsejó una nueva intervención, esta vez, una terapia radiante de protones. El especial tratamiento se realiza en la Universidad Heidelberg, de Alemania. Vicente hizo las averiguaciones vía mails con a Universidad y se entusiasmó, aunque el costo de la intervención y la estadía era oneroso –calculado en 96 mil euros -, confiaba en su obra social, la del Consejo de Profesionales de Ciencias Económicas de Santa Fe. Pero la decepción fue enorme cuando la prestadora le denegó la posibilidad argumentando que la terapia con protones no se encuentra aprobada por la ANMAT, “donde además no se encuentra con equipo necesario para su realización”, se defendieron. Isidori sumó otra preocupación, la legal, y se contactó con el abogado Marcos Peirano, que lo ayudó a presentar una medida cautelar en el juzgado federal de Santa Fe. La obra social argumentó en su negativa a brindar el tratamiento que “organiza sus prestaciones mediante un catálogo preexistente de patologías que atiende y la asignación de valores que constituyen los límites de la financiación del servicio”.

El 30 de junio pasado, el juez federal de Santa Fe Reinaldo Rodríguez resolvió hacer lugar a la medida cautelar y en consecuencia ordenar al Departamento de Servicios Sociales del Consejo de Profesionales de Ciencias Económicas que otorgue el 100% de la cobertura que Vicente Isidori debía realizarse en Alemania y fijó un plazo de 10 días, desde la notificación, para cumplir con la medida.

Marcos Peirano, el abogado rosarino que asiste a Vicente no puede creer lo que sucede. Dos o tres veces por semana viene a Santa Fe a consultar personalmente por  el expediente de su pupilo. “La respuesta fue cero nada”, dice el abogado. “Nos respondieron desde la obra social que el tratamiento con protones no está autorizado en Argentina y cosas por el estilo, que han sido rebatidos esos argumentos en varios fallos de la Corte nacional”.

Peirano dice que es cierto que la tecnología que necesita Vicente para tratarse no existe en Argentina, pero que eso no puede ser un óbice para autorizar el financiamiento en el exterior. “En nuestro país no existe pero en otros sí, como en este caso en Alemania. Argentina tiene un límite en materia científica o tecnológica, pero Estados Unidos o Europa superan esa capacidad, y esto no es un capricho, es así y si probo dentro del expediente”.

Desde el Consejo de Profesionales de Ciencias Económicas se negaron a dar una respuesta oficial sobre el asunto. Sólo confirman que la decisión judicial fue apelada y ahora la causa está en manos de la Cámara de Apelaciones de Rosario. Más dilaciones para una urgencia. Vicente ya no puede salir con sus amigos a bailar, no puede trabajar ni mucho menos salir de pesca con sus compinches. El tumor lo incapacitó.

“Tengo la sensación de que mi situación actual no solo depende de una visión regresiva, sino de una actitud represiva por parte de un sistema dirigencial que pone en la mira sus propios intereses y no el mejoramiento de la salud de alguien como yo”, posteó en Facebook Vicente, con ayuda de algún amigo o familiar. La ceguera no es sólo de Vicente, sino también de la prestadora.

Autor: Héctor Galiano

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