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Macondo se puede leer en voz alta

Escritores de distintos países participan desde hoy de un encuentro que consistirá en la lectura colectiva del clásico de Gabriel García Márquez, que en mayo cumplirá cincuenta años de su edición original. “Conmueve en todas las culturas”, dice el novelista Santiago Gamboa.

Las cosas tienen vida propia –pregonaba el gitano con áspero acento–, todo es cuestión de despertarles el ánima”. El gitano que llega a Macondo es Melquíades, un “fugitivo de cuantas plagas y catástrofes habían flagelado al género humano”. Cien años de soledad, la saga de la familia Buendía a lo largo de siete generaciones, cumple cincuenta años. Los lectores del mundo se han rendido al pie de cada página de esta novela de Gabriel García Márquez, que se publicó por primera vez en Argentina, en la editorial Sudamericana, el 30 de mayo de 1967. La mejor manera de festejar es leyendo a “Gabo”. La Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), el Hay Festival y la Cámara de Comercio de Cartagena de Indias invitan a “El gozo de leer Cien años de soledad”, una lectura colectiva que comenzará hoy y se extenderá hasta el sábado, en la Casa del Marqués de Valdehoyos (Cartagena de Indias). Los escritores colombianos Héctor Abad Faciolince, Santiago Gamboa, Juan Gabriel Vázquez, Daniel Samper Pizano, Juan David Correa, Mario Jursich y Patricia Lara leerán fragmentos de la obra del Premio Nobel de Literatura junto a otros escritores como el español Fernando Aramburu, el mexicano Antonio Ortuño, el chileno Carlos Franz, el artista plástico e ilustrador chileno Alberto Montt, el fotógrafo argentino Daniel Mordzinski, la periodista mexicana Carmen Aristegui y el director editorial de Literatura Random House, el español José López de Lamadrid, entre otros, participarán del encuentro.

 

También leerán la novela en otros idiomas la paquistaní Fatima Bhutto, el italiano Iacopo Barison, la libanesa Joumana Haddad, la francesa Brigitte Labbé, el portugués José Tolentino Mendonça, el alemán Norman Ohler y el norteamericano Jonathan Shaw. Quizá Shaw, especie de antihéroe del punk que publicó su primera novela Narcisa y pronto consiguió una legión de fans entre los que se encuentran Johnny Depp, Iggy Pop y Jim Jarmusch, lea un fragmento de la traducción de Gregory Rabassa (1922-2016), que se editó en inglés en 1970. Cuando García Márquez leyó esa traducción, dijo que le parecía mejor que la original que él había escrito en español. “Rabassa es el mejor escritor latinoamericano en idioma inglés”, exclamó el narrador y cronista colombiano. Ricardo Corredor Cure, director ejecutivo de la FNPI, institución creada por García Márquez en 1995, explica que “El gozo de leer Cien años de soledad” es una escala de la “Caravana de historias”, una iniciativa de la FNPI que recorrerá la región para celebrar los cincuenta años de la publicación de la novela. “La idea es hacer una caravana de historias a largo de América Latina, y vamos a arrancar en el Hay Festival, aprovechando los invitados nacionales e internacionales, y queríamos que cada uno escogiera la parte de la obra que más le gustara y lo compartiera. El mejor homenaje que se le puede rendir a un escritor es leer su obra”, afirma el director ejecutivo de la FNPI.

 

“Leí Cien años de soledad a los 12 años por primera vez, sólo para ser aceptado en un grupo de amigos lectores de mi hermano mayor. Recuerdo poco de esa primera vez, excepto la gran exaltación de estar leyendo un libro que, para un joven bogotano, era casi de ciencia ficción. Nada en mi vida se parecía a ese mundo descrito, y esta sensación      de extrañamiento la seguí teniendo en todas las lecturas posteriores”,   recuerda Santiago Gamboa a PáginaI12. “Leí el libro cuando estaba todavía en el bachillerato, y lo más emocionante de mi lectura es que Cien años de soledad estaba prohibido en el colegio del Opus Dei donde yo estudiaba. Por un lado en el colegio lo prohibían, y por el otro, en casa, mi padre me animaba a leerlo, así que fue una mezcla de pecado y premio; croce e delizia, dirían en la ópera. Yo quería ser poeta, y lo mejor fue que en una antología de la poesía colombiana que se publicó por esos mismos años, ponían fragmentos de la novela por considerarlos más poéticos que muchos poemas. Creo que tenían razón”, cuenta Héctor Abad Faciolince.

 

¿Por qué perdura Cien años de soledad como novela? ¿Qué la convirtió en un clásico que sigue siendo leída por distintas generaciones de lectores en el mundo? El ex presidente de Estados Unidos, Barak Obama, le regaló a su hija Malia un Kindle con libros que quería compartir con ella y entre otros títulos estaba la emblemática novela de García Márquez, El cuaderno dorado de Doris Lessing y La mujer guerrera de Maxine Hong. “Tal vez nos construye un pasado ilusorio, mítico y épico, que no tenemos ni en Colombia ni en América Latina –responde Abad Faciolince, autor de las novelas Angosta, El olvido que seremos y La Oculta–. Porque sin ser realista ni históricamente cuidadosa, es verdadera”. Gamboa, autor de las novelas El síndrome de Ulises, Necrópolis y Plegarias nocturnas, plantea que es “la historia del nacimiento del mundo, y del hombre en ese mundo, algo que interesa y conmueve en todas las culturas. Cien años… funciona con la estructura de los mitos antiguos, pero hecho con las herramientas literarias de hoy”. Abad Faciolince define este festejo como un “acto simbólico, un homenaje al hombre que más exaltó la belleza de Cartagena. Y un bonito recuerdo porque en su casa de la Ciudad Vieja visité a García Márquez en la salud y en la enfermedad”. Si todo es cuestión de despertarles el ánima a las cosas, como dice y dirá por siempre Melquíades, Gamboa reflexiona sobre el efecto que produce la lectura colectiva. “Leer y releer un gran libro en voz alta es casi un ritual pagano. Le damos al libro una connotación espiritual y tal vez podemos suponer que después de esa lectura algo en nosotros estará limpio, y seremos mejores personas”.

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